Las siglas ZR1 adornan la trasera de las versiones más radicales del Chevrolet Corvette, variantes que curiosamente, no han estado siempre presentes en la gama del modelo norteamericano. La primera vez que aparecieron era el año 1970 y daban nombre a un paquete deportivo para el Corvette C3 y únicamente estuvo disponible hasta 1972, colocándose como el modelo más prestacional con más de 370 CV.
Tuvieron que pasar 17 años para que las siglas ZR1 volvieran a ver en la gama del Chevrolet Corvette, ya con la generación C4 en el mercado. La cuarta entrega del Corvette era, como se podía esperar, la más avanzada hasta ese momento, pero además, también resultó ser la más refinada en cuanto a funcionamiento y supuso un enorme salto en comportamiento comparado con los Corvette anteriores. Era más europeo que cualquiera de las generaciones previas, pero sin perder su espíritu yankee.
El motor V8 del Corvette C4 ZR-1 llegó a ofrecer hasta 405 caballos
Entre las novedades que incluía la cuarta generación del Corvette, había que destacar la suspensión trasera, construida con fibra de vidrio capaz de resistir 60 veces más flexiones que la montada en el Corvette C3. Se anunció con mucho bombo y platillo, llegando a afirmar que era el mejor deportivo de producción del mundo, al igual que se le tildó de ser el coche de producción más avanzado del mundo. No vamos a negar que fuera un coche avanzado para su momento, sobre todo teniendo como base de partida los estándares norteamericanos, pero había cosas como su manual de cuatro relaciones (con overdrive automático en las tres marcas superiores controlado mediante un microordenador y que no gustó en Europa) le restaban algunos enteros.
Decir que el Chevrolet Corvette C4 fue más europeo que cualquiera de sus antecesores está plenamente justificado. La revista Automobiles Classiques pudo probar una de las primeras unidades que llegaron a Europa del Corvette C4 y el probador destacó que el ingeniero jefe del proyecto, Dae McLellan, conducía un Porsche, mientras que el responsable del diseño, Jerry Palmer, tenía en su garaje un Ferrari 308. Aunque, cabe destacar igualmente, que gracias a unos neumáticos específicos, unos Goodyear Eagle VR50 unidireccionales, podía alcanzar aceleraciones laterales de 0,9 G.
No obstante, todo esto se quedó en un poco en agua de borrajas cuando apareció el Chevrolet Corvette C4 ZR-1, una versión especialmente potente y rápida, que tenía como objetivo batirse el cobre con los gallitos europeos como el Porsche 911 Turbo o incluso el Ferrari Testarossa. Y lo hizo recurriendo a la que, por entonces, formaba parte de General Motors: Lotus. La firma británica se hizo cargo del motor, de los frenos, de la dirección y de la suspensión con el objetivo de crear el automóvil de producción más rápido del mundo, algo que no se logró alcanzar. Aunque es justo reconocer que el Corvette ZR-1 logró romper siete récords internacionales en una pista de Fort Stockton, Texas, en 1990. Todo ello verificado por la FIA.
El corazón de la bestia, un V8 denominado LT5, fue clave en la personalidad del coche y en sus récords, pero también en otras cosas como la fabricación. Era un motor fabricado al completo con aleación, doble árbol de levas en cabeza (en Estados Unidos todavía se usaba el árbol de levas en el cárter),cuatro válvulas por cilindro, inyección electrónica y una compresión de 11:1. Además, contaba con un sistema que cerraba la mitad de los conductos de admisión cuando el motor trabajaba con poca demanda. En las primeras ediciones del modelo tendía 375 CV, pero llegó a los 405 CV en las últimas versiones.
Al parecer era un motor bastante complejo de ensamblar y Chevrolet no tenía una fábrica capaz de construirlo, así que se recurrió a Mercury Marine, empresa que tenía experiencia con propulsores de aleación. además, se acopló un cambio manual de seis relaciones, la ZF ML9 y se instaló un diferencial trasero de deslizamiento limitado. Bilstein suministraba la suspensión que, según se dice, era similar a la del Porsche 959, un sistema de amortiguador de gas y aceite que permitía controlar el tarado en seis configuraciones para cada uno de los modos de conducción: Touring, Sport y Performance.
Curioso es el caso de su diseño, el cual apenas se diferenciaba del resto de Corvette, un hecho que fue criticado por los propietarios, quienes querían que se supiera que conducían un ZR-1 y no un Corvette convencional. Se fabricaron poco más de 6.900 unidades hasta 1995 y no se volvió a ver un Corvette de semejantes prestaciones hasta el Corvette C5 Z06 del 2001.
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