Alfa Romeo es una de las marcas con más carisma del mundo, con un pasado lleno de victorias en competición y de automóviles realmente increíbles. Actualmente no es ni la sombra de lo que fue, aunque la creación de Stellantis podría ser el empujón que siempre le ha faltado para volver a ser un gran sello automovilístico. El único inconveniente que tendrá Alfa Romeo, al menos de cara a sus fanáticos seguidores, es la adopción de la electricidad. Pero bueno, esto es harina de otro costal.
Nosotros nos vamos a centrar en su pasado, más concretamente en un automóvil cuyo diseño es arrebatador, pero que tiene fama de ser un infierno a la hora de conducirlo. Un vehículo nacido en la década de los 50, una época durante la cual, todavía se notaban los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Era una época de lucha, de trabajo duro y de sufrimiento, pero que no detuvo a aquellos que querían llegar lejos.
Solo se hicieron cinco unidades del Alfa Romeo 1900 C52, y ninguna de ellas es igual a la anterior
Por eso, Alfa Romeo volvió a fabricar motores de cuatro cilindros y adoptó un nuevo enfoque industrial con la producción en masa. Hasta entonces, Alfa seguía ofreciendo máquinas de técnica muy depurada, pero cuya producción era prácticamente artesanal, encareciendo los productos finales. No era una forma de trabajar muy lógica tras una gran guerra como la ocurrida y había que cambiar para seguir adelante.
No obstante, eso no significaba que había que dejar de crear máquinas de marcado talante deportivo, no había porqué dejar de innovar y no había porqué abandonar la pasión ni la razón de ser de la marca. Por eso, Alfa Romeo es el primer Campeón del Mundo de Fórmula 1, aumentando su prestigio a nivel mundial y su imagen deportiva. También aumentó su ambición y para promocionar y perfeccionar sus motores de cuatro cilindros, decidieron hacer un prototipo para competir en la categoría “dos litros”.
Un Alfa Romeo 1900 muy especial
A día de hoy no se nota tanto, pero hace años, aquello de “vence el domingo y vende el lunes” era algo auténticamente real. Aquellas marcas que lograban grandes victorias en competición, lograban grandes resultados de ventas y además de ser el mejor laboratorio del mundo, la competición era también el mejor marketing que se podía llevar a cabo. Alfa Romeo le labró su reputación en las pistas de carreras, al igual que Ferrari o Porsche.
Esto se puede traducir de la siguiente manera: había que ganar a toda costa. No valía con tomar uno de los modelos ya en producción y adaptarlo a las necesidades de las grandes competiciones, lo mejor era apostar por algo especialmente diseñado para la ocasión. El punto de partida, aun así, fue el Alfa 1900, o al menos lo fue su motor y algunas soluciones. El chasis, por ejemplo, se diseñó desde cero, apostando por una solución muy tradicional pero sobradamente probada: un tubular de acero con rieles laterales.
La carrocería se encargó a Touring, que dio forma a una obra maestra del diseño, con una originalidad que incluso hoy deja sin palabras a más de uno. Sus líneas se salían tanto de lo normal, que se ganó el apodo de “Disco Volante”. Era el Alfa Romeo 1900 C52, un automóvil cuyo diseño se debía, básicamente, a los estudios aerodinámicos que se llevaron a cabo, unos estudios que incluyeron por primera vez el análisis de las corrientes laterales. Se emplearon paneles de aleación muy delgados para su construcción, pensando en contener al máximo el peso.
Lo más curioso es que solo se hicieron cinco unidades y ninguna de ellas es igual a la anterior. Hubo un Spider y un coupé (los más famosos de todos), una versión “fianchi stretchti” (lado estrecho) y dos spider con motores 6C 3000 de 230 CV.
Cuatro cilindros biarbol
Todo el conjunto pesaba tan solo 735 kilos, un auténtico peso pluma incluso para su época, algo que permitía emplear un motor que no fuera muy grande para no disparar la tara sobre la báscula. De hecho, la elección del motor ayudó a lograr esos escasos 735 kilos.
Como se ha dicho antes, el motor elegido fue el cuatro cilindros del Alfa 1900, aunque modificado para alcanzar los 1.997 centímetros cúbicos. Tenía cuatro válvulas por cilindro, dos árboles de levas accionados por cadena, dos carburadores de doble cuerpo, cárter y culata de aleación y una compresión de 8,7:1. La potencia llegaba a 158 CV a 6.500 rpm, más que respetable para entonces y muy en línea con las cifras de potencia de un buen dos litros en los años 90 (mejor diseñados y fabricados con mejores materiales, además de usar un combustible de mayor calidad). Alcanzaba los 100 km/h desde parado en 7,2 segundos y podía llegar a los 220 km/h.
Las suspensiones corrían a cargo de sistema independiente delante y un eje rígido detrás, con triángulo superior y puntales inferiores, con muelles y amortiguadores hidráulicos. No era lo más avanzado que había en aquellos años y a punto estuvo de competir en las 24 Horas de Le Mans, pero finalmente nunca se presentó.
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