Bugatti es, posiblemente, la firma automovilística más exuberante del mundo y lo ha sido desde siempre. Cuando Ettore Bugatti fundó la compañía, buscaba la excelencia, no en balde, nació en una familia de artistas muy acaudalados y siempre vivió rodeado de lujos. Ese objetivo se convirtió casi en una obsesión, hasta el límite de crear un automóvil que ni los reyes podían pagar: el Bugatti Type 41 Royale. Es, posiblemente, uno de los coches más exagerados y lujosos de cuantos se han fabricado.
Cuando Volkswagen se hizo con el control de la firma francesa –Bugatti era italiano, pero fundó la compañía en Francia– quiso recuperar esa obsesión por la excelencia y la opulencia, con el desarrollo del famoso “coche de los 1.000 CV”, un coche que supuso enormes dolores de cabeza para los ingenieros y unas pérdidas todavía más grandes, pero por suerte, había un grupo industrial fuerte, que obtenía ingresos de diferentes fuentes y todo salió, finalmente, muy bien. Tan bien que Bugatti es hoy una firma fuerte, una firma con futuro, que bajo el actual paraguas de Rimac Automobili –y de Porsche en la sombra–, tiene la electrificación asegurada.
Sin embargo, durante la época de Volkswagen se quedaron algunas ideas por el camino, que podrían haber ampliado la gama de Bugatti más allá del Veyron, aunque sin llegar a nivel que han alcanzado ahora con los diferentes modelos basados en el Chiron. Se llegó a barajar la posibilidad de poner en circulación una berlina de altísima gama y de altísimas prestaciones, que, por concepto, recordaba al Royale. No se llegó tan lejos como en la década de los 20, al menos en cuanto a tamaño.
Bajo el nombre de Bugatti 16C Galibier, la firma presentó un prototipo que prefiguraba una berlina que adoptaba todos los rasgos que había estrenado el Veyron, pero adaptados a un coche que ponía el lujo y el confort por encima de todo, aunque sin olvidar las prestaciones, pues bajo el capó delantero se escondía el mismo W16 con cuatro turbos y ocho litros de cubicaje, del que no se comentó nada en cuanto a sus cifras, pero se insinuó que superaba los 1.000 CV. Este descomunal motor superó los 1.000 CV en el Veyron Super Sport, que anunciaba 1.200 CV y en el Chiron alcanzó los 1.500 CV. Así que, todo era posible, aunque el hecho de ser un prototipo le llevaba a emplear, con toda seguridad, el mismo motor del Veyron con 1.001 CV.
El diseño del Gabilier era una combinación entre el clasicismo más rancio y el modernismo que se esperaba de semejante automóvil en aquellos años –se presentó en un evento privado en septiembre de 2009 y públicamente en marzo de 2010–. También lucía algunos rasgos del Bugatti Veyron y muchos guiños a los Bugatti de los años 20 y 30, como la carrocería bicolor o un capó que se abría mediante dos hojas. Además, para poder poner sobre el asfalto toda la caballería, contaba con tracción total.
Sin embargo, el Bugatti 16C Galibier nunca llegó a producción. Tiempo después se dijo que no había presupuesto para el desarrollo de un nuevo modelo, que el Veyron era un agujero negro en cuanto a pérdidas y no era sensato entrar en otros desarrollos. Pero el caso es que tiempo después, allá por 2020, uno de los responsables de la marca dio otra visión totalmente diferente de la situación. Durante mucho tiempo, los rumores apuntaron a que el Galibier llegaría a producción, tras recibir algunos cambios de diseño, obligatorios para poder homologar el coche y para aquilatar un poco los gastos y este responsable, el señor Achim Anscheidt, ese rediseño salió mal, muy mal.
Al parecer, cuando se pusieron a trabajar en el rediseño, tomaron como guía algunos comentarios de clientes, quienes consideraron el coche bajo y corto. Ya se sabe que el segmento de los coches de ultralujo está sujeto a la percepción que tenga la gente del vehículo y a cosas tan intangibles como la imagen que se proyecta, los clientes de este tipo de coches son, como se suele decir, muy posturetas. Por ello, los diseñadores se vieron obligados a estirar y hacer más alta la silueta del Galibier, concretamente, se alargó 152 centímetros y se aumentó la altura en 15 centímetros. Además, para contentar a los clientes chinos, se eliminó la trasera tipo “fastback” y se añadió un tercer volumen.
Según Anscheidt, el resultado era horrendo, deforme: “visto desde el lateral parecía un perro salchicha. Desde atrás, era como mirar un bombín con ruedas”. Cuando Ferdinand Pïech vio el desagradable resultado, dio orden de eliminar el proyecto inmediatamente y se canceló la producción del Bugatti 16C Galibier en 10 de mayo de 2012.
Recibe cada semana una selección de nuestros mejores artículos suscribiéndote a nuestra newsletter.