El Peugeot 407 2.7 V6 HDi representa una época que no se volverá a repetir, aquella en la cual, los coupés tenían un enorme tirón entre los usuarios hasta el punto de “verse obligados” a equiparse con motores turbodiésel. Una combinación que no estuvo exenta de polémica, pues como se decía entonces, un motor diésel nunca será un “motor deportivo” y que un coupé debería ir, siempre, equipado con motores de combustión a gasolina. Comentarios y reacciones que podemos encontrar hoy día, relacionados con los motores eléctricos y con los híbridos, a pesar de que, sin duda, son imprescindibles y marcas como Ferrari o Lamborghini han tenido que recurrir a ellos –a la hibridación o electrificación total, no a los diésel–.
Los coupé han caído en desgracia, apenas existen opciones fuera de las marcas premium y además, estas tampoco ofrecen una oferta realmente amplia. Una situación que contrasta enormemente con la que había a finales de los 90 y comienzos de los 2000, cuando había un coupé casi en cada marca: FIAT Coupé, Alfa Romeo GTV y Alfa Romeo GT, Audi TT, Mercedes CLK, BMW Serie 3 coupé, Volkswagen Corrado y Volkswagen Scirocco, Toyota Celica, Hyundai Coupé… la lista es muy larga y cargada de modelos que, seguramente, hagan sonreír a muchos de vosotros. El Peugeot 407 Coupé es uno de los últimos de aquella estirpe de modelos, que vio como su popularidad caía sin control hasta desaparecer casi completamente.
Peugeot no era una marca ajena a los coupés, la saga de modelos tenía sus raíces en coches como el Peugeot 204 Coupé de finales de los 60, aunque siempre han sido coupés muy conservadores y hasta cierto punto tradicionales, sin ahondar en una deportividad exagerada, pero sin dejar de lado la dinámica y la presencia que todo coche de ese tipo debe proporcionar. Los coupés de la firma francesa han estado más cerca del segmento Gran Turismo que de los deportivos más rápidos y apasionantes. Sin embargo, eso no quiere decir que fueran coches poco emocionantes o gratificantes de conducir, ni siquiera la presencia de un motor turbodiésel ensombrecía el buen hacer de los ingenieros.
También es justo reconocer que no se trataba de un motor diésel “del montón”, no estaba destinado a mover coches de fabricación masiva, sino opciones más exclusivas y lujosas, detalle que encajaba a la perfección con el 407 Coupé. Su configuración deja claro esta característica: V6 de 2.720 centímetros cúbicos, turbo de geometría variable, intercooler, inyección common-rail, culatas de 16 válvulas con dos árboles de levas, compresión 17,3 a 1 y cifras más que respetables, con 204 CV a 4.400 revoluciones y 440 Nm de par a 2.000 revoluciones. Un poderío que hacía desaparecer su enorme envergadura –4.815 milímetros de largo y 1.724 kilos de peso–. Motor, por cierto, de origen Ford y que también se podía encontrar bajo el capó de algunos Jaguar y de algunos Land Rover.
De hecho, su tamaño y sus volúmenes fueron una de las características que más llamó la atención cuando los periodistas especializados se pusieron frente a las primeras unidades. Frente al Peugeot 406 Coupé al que reemplazaba, era mucho más grande, mucho más aspiracional; la firma francesa buscó posicionarlo más cerca del segmento premium y por ello, dejó al equipo de diseño interno mucha libertad a la hora de dar forma al coche. Incluso en el habitáculo se dejaba notar esa búsqueda de exclusividad, con superficies forradas de cuero en las versiones más equipadas, con la posibilidad de combinar diferentes colores en contraste para lograr una atmósfera sin igual en cualquier otro modelo de la firma francesa.
Es cierto que hubo otras versiones del 407 Coupé, como una equipada con un V6 de gasolina, pero el HDi representa una época, un momento en el que todo giraba, o casi, al rededor del gasóleo y de la turboalimentación. Es más, los turbos de geometría variable nacieron para explotar al máximo las cualidades del gasóleo. Y esas cualidades tienen que ver con la forma de entregar la potencia y la forma de mover el conjunto, muy acorde con el talante del coche ya que, en lugar de apabullar al conductor con una “patada” salvaje, lo hacía con un empuje constante y contundente, propio de un motor de gran cubicaje gracias a sus más de 400 Nm de par. Solo hay que echar un vistazo a las opiniones de la prensa en aquellos años para darse cuenta.
Por imagen, por cualidades y por exclusividad, el Peugeot 407 Coupé será, sin lugar a dudas, un clásico más en la saga de coupés francesas. Solo falta ver si el 2-7 V6 HDi será parte de esa consideración o su conducción de turbodiésel enterrará todas sus opciones.
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