
El año pasado hablamos acerca de la historia del que es, por números, el coche de carreras más laureado de todos los tiempos, el Bugatti Type 35. Pese a su largo ciclo de vida, antes o después, este vehículo iba a acabar siendo jubilado y sucedido en las pistas por otro. Este otro vehículo fue el Type 59: un coche que, pese a no tener tantos éxitos como el Type 35, sí que pudo seguir dando algunas alegrías a la marca de Molsheim antes de la II Guerra Mundial, e incluso después. Hoy repasaremos los datos más importantes del Bugatti Type 59 tanto en lo técnico como en lo deportivo y lo que hace único a este coche de carreras.
Un Type 35 continuista
Tras más de 10 años de éxitos con el Bugatti Type 35, Ettore Bugatti lo tenía más que claro. Aplicó al pie de la letra esa frase que todos hemos escuchado alguna vez de “No toques lo que funciona bien”. O en este caso, actualiza o mejora lo que ha funcionado para que siga funcionando. Ya que es cierto que con el dominio de Alfa Romeo a principios de los 30 y la entrada a escena de los fabricantes alemanes como Mercedes o Auto Union, Bugatti necesitaba un nuevo bólido para seguir plantando cara y ganar más Grandes Premios.
En 1931 nació el Campeonato Europeo de Grandes Premios, el antepasado directo de la F1. Pero entre 1933 y 1934 no se disputó el certamen. Es en este vacío cuando nace el Bugatti Type 59. Este nuevo coche montó un motor de 2.819 cc y 8 cilindros en línea. Este motor estaba propulsado por un sobrealimentador y tenía una potencia de 250 CV. Sorprendentemente el coche podía alcanzar una velocidad máxima de 250 km/h debido a su ligero peso, que era de 750 kg para ajustarse a las normas de peso máximo de los grandes premios de la época.
Rendimiento en la pista
Bugatti empezó a competir con el Type 59 a partir de 1934. Desgraciadamente, Alfa Romeo con el P3, Auto Union con el Type A y Mercedes-Benz con el W25, hacían que Bugatti no tuviera muchas opciones de lograr grandes cosas, pero sí pudo conseguir alguna que otra victoria más para agrandar su palmarés particular.
El piloto francés René Dreyfus logró la victoria en el Gran Premio de Francia de 1934, mientras que Jean-Pierre Wimille, otro de los pilotos insignia de la marca, logró en ese mismo año la victoria en el Gran Premio de Tripoli en Libia.
En el año 1935, el primero tras la reanudación del Campeonato Europeo de Pilotos, Bugatti logró varias victorias, pero en carreras no puntuables, como fueron el caso de Robert Benoist en el Gran Premio de Picardie en Francia. En 1936 solo hubo una victoria de este modelo, y fue en la primera edición del Gran Premio de Deauville y también con el francés Jean-Pierre Wimille al volante. 1937 y 1938 serían dos años completamente vacíos de victorias, pero en 1939 Wimille volvió a ganar a bordo de este modelo en el circuito parisino de Linas-Montlhéry.
1945, la última victoria
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939, las competiciones se paralizaron, provocando, entre otras muchas cosas, que el ciclo de vida de este bólido se ralentizara. Aunque todavía no había dicho la última palabra. Al terminar el conflicto en 1945, se empezaron a competir algunas carreras sueltas, y es en este contexto cuando el Bugatti Type 59 obtuvo su último momento de gloria.
El 9 de septiembre de 1945 se celebró en el circuito parisino de Bois de Boulogne tres carreras de coches que pueden ser considerados los tres eventos de motor celebrados en territorio europeo tras el fin de la II Guerra Mundial. Una de las carreras se llamaba Copa Robert Benoist, que fue bautizada así por el que fue piloto de Bugatti. Otra de las carreras era la Copa de la Liberación, mientras que la tercera fue denominada la Copa de los Prisioneros.
Fue en esta tercera carrera de aquel histórico día en el que el Bugatti Type 59 vivió su último gran momento de protagonismo. De nuevo, Jean-Pierre Wimille, con un modelo de 1939 modificado bautizado como Bugatty Type 59/50B, logró ganar la carrera, con el Talbot de Raymond Sommer segundo y Eugène Chaboud tercero con su Delahaye.
El Bugatti Type 59 sería retirado poco tiempo después en ese período de tiempo en el que hubo grandes premios, pero todavía no había sido creada la Fórmula 1 moderna como Campeonato del Mundo. Este fue el último coche con el que Bugatti pudo pelear por cosas importantes en los circuitos. Quizás no fuera el modelo más exitoso de la marca, ni pudo acercarse en prestigio, ni en victorias a su predecesor, pero este vehículo tiene algo que nadie más lo puede decir en la historia: ganó un Gran Premio en el día que volvieron las carreras a Europa tras el fin del mayor conflicto bélico que la humanidad jamás ha conocido.
