El Jaguar X-Type fue la respuesta de la firma británica al poderío de los BMW Serie 3 y Audi A4, pero también fue la respuesta de Ford para rentabilizar una compra que, a simple vista, parecía una carga muy pesada. Su puesta en escena supuso la primera vez de la firma en el segmento de los sedanes compactos y su acogida en el mercado tuvo sus claroscuros.
Jaguar pasó a manos de Ford casi al mismo tiempo que Aston Martin. La firma británica parecía haber entrado en un callejón sin salida, o bueno, con una sola salida: la desaparición. Llevaban tiempo con dificultades, con un catálogo muy limitado, con algunos problemas de fiabilidad y con una imagen que, a cada día que pasaba, decaía a pasos agigantados. Necesitaban, como dirían los informáticos, un reseteo total, mejorar su imagen, resolver sus problemas de fiabilidad y recuperar el caché que siempre había tenido. Sin embargo, para poder lograr todo eso, había que sanear las arcas, y para sanear las arcas, había que lanzar un producto que se vendiera en masa.
Así nació el Jaguar X-Type, un modelo con el que se pretendía ampliar los horizontes de la compañía, reducir la edad del cliente medio y atacar un segmento donde tres alemanes reinaban sin oposición. Es cierto que antes de poner en circulación su primer sedán de tipo medio, Ford desarrolló el Jaguar S-Type, mejoró el Jaguar XJ y también lanzó el Jaguar XK8, modelos, todos ellos, de alto standing y precios elevados, que sirvieron para devolver el prestigio a la marca y recuperar parte de su imagen.
El X-Type tenía como objetivo llenar las arcas, era “el coche para las masas”, aunque también es justo reconocer que con ese coche, Jaguar se lo jugaba todo o, por lo menos, se jugaba mucho más de lo que parecía a simple vista. Por ello, de entrada, solo se ofreció con dos motores, un 2.5 y un 3.0, aunque luego aparecieron versiones mucho más accesibles e incluso un turbodiésel, que sirvió para multiplicar las ventas notablemente pues, allá por inicios del Siglo XXI, los motores diésel eran el pilar de las ventas de la mayoría de las marcas, y más aún si la intención era vender miles de unidades todos los años.
Para la creación del X-Type se tomó la plataforma del Ford Mondeo, un acto que no gustó a los puristas y que fue criticado por una determinada facción de aficionados, e incluso por algunos periodistas, a pesar de que el Ford Mondeo era uno de los mejores coches de su clase y a pesar de que Ford Europa siempre ha tenido muy buena mano para el desarrollo y puesta a punto de sus bastidores. Y para vestir esa plataforma, se buscó inspiración en el Jaguar XJ, considerado uno de los coches más bellos de su tiempo y se redujo su escala aportando detalles propios y una personalidad diferente. Pero no solo su exterior era puramente Jaguar, el habitáculo era una combinación de rasgos del S-Type y del XJ, con formas elegantes y combinaciones de colores y materiales sin rival en el segmento; una atmósfera muy especial “muy british”.
El resultado fue sensacional, un coche sin igual en el segmento y con una personalidad arrolladora, que tenía como el máximo exponente su versión 3.0 Sport. De hecho, no contó con ninguna versión más prestacional que esa, ni siquiera un X-Type R al estilo de sus hermanos mayores y eso, quizá, afectó un poco a su posicionamiento, sobre todo cuando se enfrentaba a coches como el BMW Serie 3, que contaba con el M3, al Audi A4, que tenía el S4 y el RS4, y al Mercedes Clase C, con sus diferentes versiones AMG. Aun así, no sería justo menospreciar al Jaguar X-Type 3.0 Sport, no debemos olvidar que Ford estaba por medio y que tanto la base, como el conjunto motor-transmisión, había pasado por manos de unos ingenieros con muchísima ambición y con unos objetivos muy claros: robar clientes al trío alemán.
La revista Autopista enfrentó al Jaguar X-Type 3.0 Sport con el BMW 330Xi y el resultado fue más que interesante. De entrada, el esquema de suspensiones era el mismo –McPherson con triángulo inferior delante y multibrazo detrás–, mientras que ambos contaban con un sistema de tracción total muy similar, que enviaba el 60% del par al eje trasero en el Jaguar y cerca del 70% en el caso del BMW. Para colmo, el reparto del peso estaba cerca del 50% sobre cada eje, lo que garantizaba un comportamiento de primer nivel. Según Juan Collin, quien firma la mencionada prueba, el X-Type 3.0 Sport no pudo superar al 330 Xi, pero representaba un conjunto muy gratificante, diferente a todo lo que se ofrecía en ese momento y con todo “el sabor” de Jaguar.
Y aunque no pueda superar a un coche que siempre ha sido una referencia, el X-Type 3.0 Sport era una opción más que interesante. El motor, un V6 con 2.967 centímetros cúbicos sin ningún tipo de sobrealimentación, culatas multiválvulas y fabricado con aleación ligera, rendía 231 CV a 6.800 revoluciones y 284 Nm a 3.000 revoluciones, un poderío suficiente para lanzarlo hasta los 235 km/h y para completar el 0 a 100 km/h en site segundos, todo ello con un gasto de combustible de 10,3 litros cada 100 kilómetros. Los registros que obtuvo la revista, además, ofrecían una imagen del coche lo suficientemente buena como par ser tenida en cuenta, pues era capaz de pasar de 70 a 120 km/h en tercera en siete segundos o de recorrer 400 metros desde 50 km/h en quinta, en 18,74 segundos.
El Jaguar X-Type 3.0 Sport es, posiblemente, el Jaguar menos Jaguar, pero si te gusta, es una gran opción para tener en el garaje y los precios actualmente no son elevados. Es el momento perfecto para pensar en un X-Type de cara al futuro.
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