Todo en la vida tiene que tener un comienzo, nada surge espontáneamente de la nada. Y el comienzo de McLaren se remonta hasta 1966, cuando la escudería McLaren acudía a su primera carrera, el Gran Premio de Fórmula 1 de Mónaco. Aquel comienzo no fue como se puede esperar actualmente, el equipo llegó a lomos de una furgoneta Ford (prestada) con el monoplaza en un remolque. Muy lejos del actual “glamour” y dispendio económico.
Aquella carrera del equipo McLaren fue un desastre, aunque tampoco es que esto fuera algo anormal, todos los inicios son difíciles y rara vez se entra por la puerta grande en el primer día. Pero este mal arranque no quiere decir que se desanimaran, ni mucho menos. Bruce McLaren sabía muy bien dónde se metía, ya que había sido piloto para otros equipos y conocía el funcionamiento del “Gran Circo”.
No obstante, aunque un fracaso, era el comienzo de algo que llegaría a ser muy grande. La escudería McLaren de Fórmula 1 ha sido una de las más importantes del mundo, posee un palmarés envidiable, ha tenido a los mejores pilotos en sus coches e incluso han sido capaces de crear deportivos de calle realmente espectaculares como el McLaren P1, el brutal McLaren Senna o el inolvidable McLaren F1, el considerado mejor deportivo de producción de la historia.
Bruce McLaren tuvo su primer coche de carreras a los 13 años
Fue un luchador nato, pero no por gusto, si no por obligación. Desde muy joven le diagnosticaron una malformación en las caderas (cadera de Perthes) y su pierna izquierda era 3,8 centímetros más corta que la derecha. Eso supuso algunos problemas que, por otra parte, no fueron impedimento para que McLaren llegara a donde llegó.
De hecho, su obsesión por las carreras comenzó muy pronto. En 1950, con tan solo 13 años y sin poder conducir legalmente, fue capaz de convencer a su padre para convertir un Austin Ulster de 1929 en un automóvil de competición. Fueron dos años de trabajo en los que Bruce se pasaba muchas noches trabajando en el proyecto que tenía con su padre. Como cabe esperar, una cosa así ofrece una inmejorable base de conocimientos a nivel técnico. Todo el trabajo logró buenos frutos, pues con sólo 15 años, Bruce McLaren marcó el mejor tiempo en la Muriwai Beach Hill Climb.
Esa fue una constante en McLaren, no le importaba mancharse las manos para mejorar sus coches. Trabajaba como uno más y era el primero en salir a pista para poner a prueba las modificaciones y ver donde se podía mejorar. Es más, esa forma de trabajar fue la que, por desgracia, acabó con su vida el 2 de junio de 1970, cuando probando un McLaren M8D en Goodwood (Inglaterra), tenía un accidente fatal. Aquel coche era una auténtica bestia, una máquina que contaba con un propulsor V8 de 680 CV de origen Chevy, arrojando un peso de 634 kilos.
Comenzó a competir a los 15 años y venció en su primera prueba disputada en Muriwai Beach
Circulando a 273 km/h, la fuerza del aire arrancó una sección del alerón trasero, provocando que Bruce perdiera el control del bólido hasta impactar con la estación de control de un comisario y salir despedido del coche. Tenía 32 años y dejaba una herencia que ha llegado hasta nuestros días. Aquel mismo año, el coche que le costó la vida a Bruce McLaren ganó 9 de las 10 carreras de las Can-Am Series y pasó a la historia por dos motivos bien diferentes.
Puede que relacionar el nombre de McLaren con las Can-Am Series americanas le choque a más de uno, pero McLaren tiene una larga historia en la competición yankee y entre 1966 y 1969, ganó 20 carreras de las 28 que se disputaron, de las cuales, nueve fueron ganadas por el mismo Bruce McLaren, que no era el típico propietario y director, también era piloto y muy rápido.
Regresando un poco más atrás en el tiempo, a su victoria con sólo 15 años, hay que decir que significó el primer paso de McLaren para entrar de lleno en el mundo de las carreras. Con 20 años y a los mandos de un Austin-Healy 100/4, fue galardonado con el “Driver to Europe”, un premio que permitía a los ganadores viajar a Europa a competir. De hecho, el viaje era directamente al centro del mundo de las carreras, a Reino Unido. Era 1957 y todo acaba de empezar. No tardó mucho en despuntar, logrando la quinta plaza en el Gran Premio de Alemania en Nürburgring de 1958, a los mandos de un F2 y por detrás de cuatro F1. En 1959 obtuvo su primera victoria pilotando un Cooper en Sebring, siendo además el piloto más joven en ganar una carrera del campeonato del mundo al contar con 22 años. Récord, por cierto, que batió Fernando Alonso el 24 de agosto de 2003 en Hungría.
En 1963 nace Bruce McLaren Motor Racing Limited
Durante sus primeros años en las carreras, enrolado en el equipo Cooper bajo el amparo de Sir Jack Brabham, hizo de piloto reserva y participó activamente en el desarrollo de los coches, algo que le dio una nueva perspectiva y muchos más conocimientos. Se dice que fue entonces cuando comprendió que las carreras no se ganan con potencia bruta, como bien dijo mucho tiempo después un fabricante de neumáticos, la potencia sin control no sirve de nada. McLaren vio que lograr el mejor conjunto entre piloto y máquina, junto con un buen chasis y una buena puesta a punto traían buenos réditos en forma de victorias.
Es entonces cuando Bruce funda su propia compañía y se pone manos a la obra para crear su primer coche, que sí, es un automóvil de competición como ocurre con otras marcas rivales y como muchas otras anteriormente. El coche, aunque se trata de una máquina cuyo fin es llevar a las personas del punto A al punto B de forma rápida y cómoda, no hubiera prosperado sin la pasión que un puñado de locos sintieron por este invento. Los inicios del automóvil fueron por pura pasión por la ingeniería y por el propio coche y marcas como McLaren salieron adelante gracias a esa misma pasión.
Sólo hay que fijarse bien en la historia de la marca y del propio Bruce McLaren. El primer coche de McLaren, el M1A de competición, apareció en 1964 (el mismo año que se lanzó en Porsche 911), tenía un motor V8 de 4,5 litros de origen Oldsmobile y fue un éxito tanto en competición como en ventas, porque muchos equipos se hicieron con una unidad al ver que se trataba de un buen arma en pista. Sin embargo, el primer coche “de calle”, el McLaren F1, no llegó hasta casi 30 años después, en el año 1991 y al igual que el primer coche de competición, fue un éxito tanto de ventas como de críticas y por supuesto, en competición. Y un éxito de ventas teniendo en cuenta que se lograron vender, relativamente rápido, las pocas y carísimas unidades que se fabricaron.
Bruce había empezado a reunir un buen equipo a su alrededor. La cosas con Cooper no iban bien, el equipo estaba en plena decadencia y tomó la decisión de dar por fin el salto, al completo, cuando se cambió la normativa en 1966, que permitía un motor de tres litros en lugar 1.5 litros. Entre los miembros del equipo destacaba el joven Chris Amon, piloto neozelandés que hizo de segundo piloto tras haber participado en algunas carreras con el equipo Parnell de Fórmula 1.
“Fue genial trabajar con Bruce. Nunca sabías lo que iba a pensar al día siguiente. Tenía destellos de inspiración, y cuando decidía algo, no permitía que nada se interpusiera en su camino. Generó un tremendo entusiasmo en toda la escudería. Algunas de sus ideas eran tan optimistas, que Teddy y Tyler tuvieron que moderar su entusiasmo e intentar hacerlo dentro de los recursos de la empresa. Y a nivel personal, Bruce era un tipo maravilloso, el tipo de persona que nunca tenía malas palabras sobre nadie. Bruce fue capaz de reunir un buen equipo a su alrededor. Era una alineación muy joven y había algunas personas muy buenas ahí” – Chris Amon, piloto de Fórmula 1 entre la década de los 60 y 70.
Para diseñar el coche recurrió a Robin Herd, uno de los diseñadores involucrados en el proyecto aeroespacial Concorde, pero que quería trabajar en las carreras y de paso, también se firmó un contrato de prueba con Firestone. Para el motor, Bruce fue a lo seguro y aprovechó sus contactos con Ford, con quienes corría en las 24 Horas de Le Mans. Así, por tanto, adquirió un lote de motores Indy V8 de 4,2 litros y se los entregó a la empresa norteamericana Traco, para que redujera la cilindrada hasta el límite legal. Todo esto también tenía una segunda intención, que era estrechar lazos con Ford y mostrarles que su presencia en Fórmula 1 era necesaria e interesante.
Al mismo tiempo, aparecía el McLaren M2A, que hacía uso de un material llamado “Mallite”, usado en las cabinas de los aviones. Este material consistía en dos finas láminas de aleación de aluminio encoladas sobre un soporte extremadamente fino de madera. Tenía el mismo V8 del M1A, un bloque Oldsmobile, que fue sustituido por el V8 de Ford cuando se desarrolló el M2B. Sin embargo, según palabras del equipo en su momento, como un camión de 10 toneladas.
“Éramos optimistas, pero seguíamos recibiendo un revés tras otro. Finalmente llegó un motor a Inglaterra. Sabíamos que iba a ser bastante pesado, pero el peso que nos habían dicho no tenía nada que ver con lo que era en realidad. ¡Pesaba como un camión de 10 toneladas! Sin embargo, lo pusimos en la parte trasera del coche y fuimos a Goodwood para realizar pruebas antes de Mónaco. Al menos funcionó. Y hacía un ruido encantador. Ahí es probablemente donde se iba la mayor parte de la potencia. Bruce dijo: ‘Esto no tiene potencia, es una broma’.”
Descubrimos que el motor y la caja de cambios juntos pesaban casi lo mismo que todo el coche Brabham», dijo el mecánico Howden Ganley. “Era un chasis muy bueno, probablemente el monocasco más rígido de la época, pero no tenía nada que lo impulsara. Íbamos a correr con dos monoplazas, pero fue bastante difícil crear uno. Todo fue muy emocionante al principio», recordó. Pero también muy frustrante. Todos pensamos que el motor tenía un tremendo potencial, pero era un desastre total”.
La primera carrera en Mónaco fue un desastre
Cuando llegaron a Mónaco, en barco desde Lydd y luego por carretera hasta el principado, creó mucha expectación y buenas críticas. El McLaren M2B estaba muy bien construido y tenía unos acabados muy cuidados. Sin embargo, al mismo tiempo, se estaba grabando la película “Gran Prix” en el principado de Mónaco, cuyos responsables pidieron a McLaren participar en la película doblando al equipo japonés Yamura, a cambio de una buena suma de dinero.
Una vez en pista y dejando cosas baladíes a un lado, el McLaren M2B hizo gala de una buena tracción provocada por el enorme peso que había colocado sobre las ruedas traseras. Bruce logró calificar 10º, a casi tres segundos de Jim Clark, el poleman. La primera vuelta fue grabada por el equipo de la película, en la cual se ve como Bruce McLaren logra escalar hasta la 6ª posición gracias a la tracción que ofreció el enorme V8 Ford en la salida. Motor que lo envió a boxes en la vuelta 10 tras una fuga de aceite.
Así lo relató Bruce en Autosport: “Una unión de tuberías de aceite se soltó en la parte delantera de mi coche y arrojó la mitad del depósito en la pista y la otra mitad sobre mí, en el cockpit. El aceite es incómodo en el asfalto, pero puedo asegurar que es aún peor en la cabina: ¡y tras haber pasado por el motor, también estaba un poco caliente!”
No parece extraño, por tanto, que para las carreras siguientes se probase con otro motor tras la decepción con el V8 de Ford. El elegido fue un Serenissima V8, un propulsor italiano más ligero que usaron en Spa, Brands Hatch y Zandvoort sin grandes cambios. El motor V8 de Ford se volvió a usar en México y en Watkins Glen. Mientras tanto, Amon no pudo participar al haber únicamente un coche en pista, pero se desquitó junto a Bruce en las 24 Horas de Le Mans de 1966 logrando una histórica victoria.
No hubo éxito en Fórmula 1 hasta 1968 y luego llegó la tragedia
Las cosas iban evolucionando, McLaren probaba suerte con los motores BRM V8 y V12, al tiempo que ganaba las 12 Horas de Sebring con Mario Andretti y el título de las Can-Am Series. También logró ganar la carrera Teretonga Tasman con BRM y comprar el famoso motor Cosworth DFV. Este propulsor, una auténtica leyenda en la historia del automovilismo, logró la primera victoria del equipo en Fórmula 1 en el Gran Premio de Bélgica con el McLaren M7A, para luego llegar segundo en Canadá, México y Monza.
El McLaren M7C, la última evolución del vehículo, resultó ser muy competitivo y en 1969 logró el tercer puesto final en el campeonato sin ganar ninguna carrera. También ganó el título de la Can-Am Series (en 1969 también lo lograría).
Para el año 1970, McLaren se había hecho un nombre en las carreras con victorias en la Fórmula 1, un bicampeonato en las Can-Am Series e incluso estaba probando en la Indycar. Además, estaba trabajando en un prototipo de coche para carretera. Todo iba viento en popa y se hablaba de reducir su participación en la Fórmula 1.
Sin embargo, llegó el fatídico día. El 2 de junio de 1970 viajó a Goodwood para lo que sería un día normal de test. Rodó con normalidad a los mandos del monoplaza de Fórmula 1, mientras Cary Taylor, piloto y mecánico, ponía a punto el último chasis del McLaren M8D Can-Am, que estaba terminando su desarrollo para ir directo a tierras norteamericanas para competir a finales de ese mes.
Al principio, todo iba bien, Bruce realizó varias tandas cortas con el M8D, parando en boxes para llevar a cabo pequeños ajustes. Luego, llegó el trágico momento. Según cuentan, los mecánicos tan solo escucharon un gran golpe y luego un silencio total. Subieron a un coche y acudieron al lugar de los hechos, para constatar que nada se podía hacer y que Bruce McLaren había fallecido a la edad de 32 años.
Si estás interesado en la historia de McLaren, seguramente te gustará este libro dedicado a uno de sus modelos más icónicos: el McLaren F1 GTR.
Recibe cada semana una selección de nuestros mejores artículos suscribiéndote a nuestra newsletter.