Son las mejores máquinas de combate de Francia, una sobre el negro del asfalto y la otra flotando en el azul de cielo. Ambas constituyen un auténtico espectáculo para la vista y podríamos pasar largo rato contemplándolas sino fuera porque a bordo de cada una de ellas, el conductor y el piloto miran hacia adelante, muy concentrados, esperando la señal que indica la salida de un espectacular enfrentamiento.
La reconocible bandera tricolor francesa cae y, de inmediato, en un abrir y cerrar de ojos, todo comienza a vibrar. Los espectaculares motores de ambos vehículos rugen como demonios y los dos arrancan de manera fulgurante uno al lado del otro. Conductor y piloto mantienen su mirada fija en el horizonte al tiempo que aceleran a fondo sus respectivas máquinas. Los neumáticos comienzan a girar sobre el liso alquitrán de la pista y ambos motores encienden sus posquemadores e iluminan proverbialmente la negra superficie. Y las dos máquinas de parentesco y legado compartido rugen y desaparecen de la vista en cuestión de segundos.
Landivisiau, noroeste de Francia. No hace muchos días. Dos de los vehículos más rápidos de este mundo, el Bugatti Chiron Sport y el Dassault Rafale Marine están a punto de enfrentarse. 1.500 CV y 1.600 Nm de par sobre el asfalto frente a los 5.727 CV y 58,550 Newtons de empuje que entrega el Jet de la marina francesa. Dos productos de alta tecnología francesa frente a frente como nunca antes se había visto. Ambos representan en sus respectivos campos el progreso técnico alcanzado por la ingeniería automotriz y la aeroespacial tras décadas de trabajo invertidas en su desarrollo
El Bugatti Chiron Sport y el Dassault Rafale Marine han protagonizado un inusual duelo
Al volante del Bugatti, el piloto oficial de la marca Pierre-Henri Raphanel. A los mandos, en la cabina del Rafale Marine, el capitán Ettiene, miembro de la fuerza aeronaval. Tanto ellos, como sus respectivos equipos de ingenieros han estado preparando a fondo durante semanas sus respectivos vehículos para este día en particular. De ahí la tensión previa que todos ellos sienten antes de iniciarse este peculiar enfrentamiento.
Preparando la escena más increíble
Su sobresaliente rendimiento y la increíble velocidad máxima que alcanza hacen del Bugatti Chiron Sport uno de esos vehículos casi incomparables que existen en el mundo de la automoción. Con anterioridad, Bugatti ya se había enfrentado cara a cara con un jet. En su momento fue un Veyron 16.4 el que lo hizo frente a un Eurofighter Typhoon. Fue en 2007 y entonces se trató de una carrera de resistencia. Ahora, la confrontación será entre el Bugatti Chiron Sport y el Dassault Rafale Marine y ambos pondrán a prueba su aceleración, la entrega de par y su comportamiento a la hora de frenar.
Tan anómala competencia conlleva un elaborado proceso de toma de datos y registros, un complejo programa que implica la exhaustiva planificación de hasta el más mínimo detalle, especialmente en el caso del Rafale, donde incluso un vuelo tan corto como el que se va a realizar requiere de una máxima preparación y un completo seguimiento de todos sus movimientos.
“La precisión y la preparación lo son todo. A bordo del Rafale Marine, todo sucede muy rápido y cada movimiento que hagas ha de ser el correcto. Y lo mismo ocurre con el Chiron Sport a altas velocidades. No se admiten fallos de ningún tipo ”, explica el Capitán de Fragata Etienne.
“A tan altas velocidades, todo tiene que ir a la perfección, tanto en el Chiron Sport como en el Rafale Marine. Porque la pista no es tan larga ni demasiado ancha para los dos. Esta comparación supone un duro desafío para todos”, agrega Pierre-Henri Raphanel, piloto oficial de Bugatti.
Historia de la aviación de Bugatti
Durante sus más de 110 años de historia, Bugatti ha mantenido estrechos vínculos con el mundo de la aviación. En los inicios de la marca, muchos de los pilotos de carreras que condujeron al éxito a los modelos de competición de Bugatti también fueron avezados pilotos de aviación. Albert Divo, Robert Benoist y Bartolomeo “Meo” Costantini, volaron para la Fuerza Aérea Francesa a principios del siglo pasado. Y el legendario aviador francés, Roland Garros, era tan rápido sobre la tierra como en el aire gracias a su Bugatti Type 18.
Ettore Bugatti, fundador de la marca, admiraba la valentía y la comprensión técnica de sus conductores. Gracias a su experiencia, los beneficios y ventajas que ofrecían las cabinas de los aviones se trasladaron a los modelos de competición de la marca deportiva francesa, y también a los modelos para carretera de la marca, lo que benefició extraordinariamente a los conductores de modelos Bentley. La agilidad, ligereza y rapidez de la que disfrutaban en sus aviones, los pilotos la veían reproducida en el rendimiento de sus coches Bugatti.
En torno a 1915, Ettore Bugatti diseñaba y desarrollaba motores de avión y, a partir de 1937, también trabajó en el desarrollo de un avión completo que batiría récords de velocidad en sus primeras apariciones, aunque el proyecto tuvo que interrumpirse debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Bugatti Chiron Sport Edition ‘Les Légendes du Ciel’
Por todo ello, no es de extrañar que a finales de 2020 la marca rindiera homenaje a su vinculación con la aviación con la serie especial del Chirón denominada ‘Les Légendes du Ciel’, una serie muy exclusiva de vehículos únicos limitada a tan solo 20 unidades. Con ella, la marca de lujo francesa quiso honrar tanto a la aviación francesa como a los antiguos conductores de la ‘edad de oro’ de Bugatti que también pilotaron aviones, forjando así un intenso vínculo entre el pasado y el presente a través de un modelo tan icónico como es el Chiron Sport.
La edición limitada ‘Les Legendes du Ciel’ de Bugatti presenta atributos específicos para aviones como la pintura gris Serpent gris mate y el tricolor azul, blanco y rojo, que adorna la parte delantera de los faldones laterales hechos de fibra de carbono negra visible. Las barras de la rejilla del radiador están hechas de aluminio embutido cortado con láser y recuerdan a los aviones en formación de sobrevuelo. Un panel de umbral de puerta de aluminio cepillado con la inscripción «Les Légendes du Ciel» identifica la edición.
El interior de cuero en color Gaucho, recuerda poderosamente al cuero natural que se utilizaba profusamente en el pasado de la aviación. Este material natural contrasta con los adornos de aluminio y una incrustación del mismo material con el logotipo «Les Légendes du Ciel», que también aparece en los reposacabezas. En los paneles de las puertas, un boceto conmemora mediante una escena la carrera disputada entre el avión Nieuport 17 y un Bugatti Type 13, añadiendo un vínculo histórico más al híper deportivo de edición limitada.
La serie limitad cuenta con la potencia adecuada para emprender el desafío, la que le proporciona su motor de 16 cilindros en W con 8.0 litros de capacidad que entrega nada menos que 1.500 CV de potencia máxima y 1.600 Nm de par máximo. Para llevar al suelo semejante potencial se ayuda de una transmisión de doble embrague con siete relaciones de marcha que envia la potencia y empuje de la brutal mecánica a las cuatro ruedas. Cada una de las 20 unidades que conforman la serie especial se vende a un precio neto de 2,88 millones de euros.
Al volante de nuestra particular competición con el Rafale se sienta el piloto oficial de Bugatti, Pierre-Henri Raphane, un hombre experimentado en la precisión de movimientos que se requiere en la cabina del Chirón para alcanzar la tan alta velocidad que se precisa para la prueba. Raphane ha participado en las 24 Horas de Le Mans en 14 ocasiones entre 1986 y 2000, terminando segundo dos veces y ganando la categoría GT en una de ellas. También logró el triunfo en el Campeonato de Francia de Fórmula 3, en 1985; y, cuatro años más tarde, se clasificó para disputar el Gran Premio de Fórmula 1 en Mónaco. Durante más de 10 años, ha estado ayudando a Bugatti con su experiencia, lo que le llevó en 2010 a romper el récord de velocidad de los superdeportivos legales de carretera con un Bugatti Veyron 16.4 Super Sport, estableciendo un registro de 431,072 km/h).
Desde entonces, ha probado todos los híperdeportivos salidos del atelier de Molsheim en todo tipo de carreteras, así como sobre las pistas de competición junto a los clientes de la marca. Sin embargo, para él este enfrentamiento con el Dassault Rafale Marine también supone un nuevo e importante reto: “Puede que solo avancemos en línea recta por una pista, pero arrancar junto a un avión requiere de mucha atención y concentración, especialmente cuando se va a hacer a muy altas velocidades”, explica Pierre-Henri Raphanel. “La combinación de potencia y par aparentemente interminables que ofrece el Chiron Sport nos va a brindar un empuje increíble, lo que va a provocar que, tan pronto como baje la bandera tricolor, el Bugatti acelere implacablemente hasta alcanzar el final de la pista, lo que supondrá una prueba excepcional de frenado para evitar que el Chiron Sport se salga del límite de la misma”.
Dassault Rafale Marine, el orgullo de Francia
Sin duda es el gran orgullo de la Armada Francesa. Después de que Francia abandonara el programa Eurofighter, la empresa francesa Dassault desarrolló su propio avión; adaptándolo de manera inflexible al pliego de condiciones especificado por la fuerza naval francesa, entre las cuales poder despegar y aterrizar en distancias especialmente cortas estaba a la cabeza.
Para el Rafale Marine, esto es posible gracias a su construcción en forma de ala delta y prácticamente sin cola en un diseño de ala media con alas de canard. Es un avión polivalente ligero, versátil, que se utiliza tanto en instalaciones con base en tierra como a bordo de los portaaviones de la armada gala.
El jet bimotor ha estado al servicio de las fuerzas armadas francesas desde comienzos de siglo (2000). Tiene un peso en seco de 10,3 toneladas, un peso máximo de 24,5 toneladas (es decir, puede cargar hasta 14,5 toneladas de armamento) y se utiliza para una amplia variedad de tareas. Con su longitud de 15,5 metros y una envergadura de 10,86 metros, el Rafale Marine, en configuración monoplaza para la Armada, puede alcanzar una velocidad máxima de más de 1,6 Mach, unos 1.975 km/h. Pero si algo le distingue especialmente es su impresionante maniobrabilidad. Y es capaz de despegar y aterrizar sin problemas en portaaviones como el Charles de Gaulle. Hasta la fecha se han fabricado alrededor de 200 aviones Rafale, 46 de los cuales son jets Rafale Marine como el que se va a utilizar en la presente prueba.
“El Rafale Marine es fácil de volar, muy versátil y muy rápido, y también tiene un aspecto elegante y elegante. Es un gran avión, pero exige una concentración total para cada maniobra, explica el Capitan Etienne. Sabe de lo que habla, pues lleva 20 años volando para la Armada francesa y actualmente trabaja como jefe de operaciones en la base Aeronaútica Naval de Landivisiau, situada en el pico que cierra el Golfo de Vizcaya al inicio del Canal de la Mancha.
Etienne obtuvo en 2006 su certificación como piloto de combate y calificó para aterrizar en el portaaviones Charles de Gaulle. Ha estado volando el Rafale Marine durante cinco años y lleva acumuladas más de 2.000 horas de vuelo en jets, así como efectuado más de 500 despegues y aterrizajes en catapulta en el portaaviones francés. Entre 2017 y 2019 ha sido comandante de la Flotilla 12F, una flotilla con una larga trayectoria en la Armada francesa.
Aviadores navales franceses
Al igual que Bugatti, los aviadores navales franceses también pueden mirar hacia atrás en una larga historia. Los primeros hidroaviones se desarrollaron alrededor de 1910 y nueve años después, el piloto francés Paul Teste desarrolló un avión con ruedas que podía despegar de los barcos. Despegó de la cubierta del navío Bapaume por primera vez en 1919, y el primer aterrizaje en un barco reconvertido se logró un año después. Con la técnica de aterrizaje ‘appontage’ recientemente desarrollada, las cuerdas y los ganchos de cola detienen el avión a una distancia de apenas 30 metros. Esta técnica aún se utiliza a día de hoy en portaviones como el Charles de Gaulle, buque insignia de la Armada francesa, para atrapar los aviones al aterrizar. Gracias a ella, los aviones pueden disponer de mayor potencia para controlar su vuelo y posarse sobre la pista del portaviones mientras el barco se mece por las olas del mar.
La Base Aérea Naval de Landivisiau (BAN Landivisiau) en Bretaña sirve a los aviadores navales franceses como base para sus despliegues en el portaaviones y es desde aquí donde practican despegues y aterrizajes. Los aviones han estado despegando de Landivisiau desde 1965; inicialmente dos escuadrones de Dassault Etendard y Vought F-8 Crusader, y más tarde del Super Etendard. El Dassault Rafale Marine opera en Landivisiau desde 2000 y actualmente hay allí 41 aviones divididos en tres flotillas: 11F (establecida en 1920), 12F (1948) y 17F (1958).
Bugatti Chiron Sport vs Dassault Rafale Marine
Estos dos iconos de la tecnología francesa tienen mucho en común, especialmente porque muchos de sus hitos históricos coinciden a lo largo del tiempo. Ettore Bugatti fundó su empresa en Molsheim, Francia, en 1909 y el ejército francés introdujo aviadores navales justo un año después. El Rafale fue desplegado por primera vez por el ejército en 2001, año en el que Bugatti presentó el Veyron 16.4. La flota en la base de Landivisiau ha estado compuesta exclusivamente por el Rafale Marine desde 2016, año en el que Bugatti presentó el Chiron2.
Los dos extremos de sus respectivos campos también comparten un terreno común en términos de tecnología y materiales. “El Chiron Sport y el Rafale Marine tienen más en común de lo que no tienen. Ambos son productos absolutamente de alta tecnología, fabricados con pasión y precisión, son hermosos e increíblemente poderosos y rápidos, y se pueden maniobrar y frenar con precisión como ningún otro”, afirma el Capitán Etienne.
Los frenos del Rafale fueron desarrollados directamente por Messier-Bugatti, una empresa que se remonta a Bugatti Automobiles en Molsheim. Su zapata de freno tiene un diámetro de 33,8 centímetros y pesa alrededor de 27 kilos. Diez pistones se encargan de aplicar una presión de 175 bar a los discos del freno, mientras que un sistema antideslizante desarrollado especialmente para aviones mantiene al avión en la pista incluso durante los aterrizajes más difíciles. Un escudo térmico especial dispuesto en el equipo de frenado protege del sobrecalentamiento que se produce en las fases de frenada a las llantas de aleación de 36 kilogramos y los neumáticos Michelin en medida 790/275-15 que configuran las ruedas del Rafale.
Los neumáticos del Chiron Sport son un poco más pequeños, pero no por ello menos impresionantes. Monta neumáticos 285/30 R20 ZR en el eje delantero y 355/25 R21 ZR en el trasero. En el Chiron Sport, los discos de freno tienen un diámetro de 420 mm en el eje anterior y de 400 mm en el posterior y garantizan una frenada segura gracias a que ocho pistones de freno en la parte delantera y seis pistones por pinza de freno en la parte trasera muerden los discos cerámicos de carbono de los que dispone su equipo de frenos.
Para compensar el calor extremo durante los aterrizajes, los neumáticos del jet están llenos de nitrógeno, ya que tienen que soportar temperaturas que oscilan entre –30 y +199 grados. La presión de 16 bar es suficiente para aterrizajes en tierra, pero se aumenta a 27 bar para aterrizajes en portaaviones. En el Chiron Sport, la presión de los neumáticos se debe aumentar de los 2,8 bar habituales a 3,0 bar cuando se va a utilizar el modo de velocidad máxima.
Alrededor del 70 por ciento de la piel de la aeronave se compone de materiales compuestos de carbono y Kevlar, lo que significa que el peso se reduciría en aproximadamente un 30 por ciento si estas piezas fueran elaboradas en aluminio, metal que si se puede encontrar a bordo configurando la estructura de la aeronave, junto con el titanio. Todo ello para aportar la mayor ligereza posible al conjunto del avión.
Precisamente la construcción ligera es una de las maestrías por las que Bugatti es reconocida en todo el mundo. Su experiencia en esta materia tiene una larga tradición. Muchos de los materiales que se utilizan para la construcción de aviones también se encuentran en los últimos híperdeportivo, y muchos de ellos han sido introducidos en la industria automotriz por los ingenieros de la marca francesa.
Así, por ejemplo, en las horquillas del Chiron se utilizan aceros inoxidables de alta resistencia, como el acero inoxidable para aviones. También se usan pernos roscados de alta resistencia elaborados en titanio para conectar la cabina del conductor del Chiron a la unidad de transmisión. Los pistones de la pinza de freno están igualmente elaborados con este material. El sistema de escape, de 68 litros de volumen, se elabora también con titanio, mientras que para la tapa de los escapes se recurre al empleo de aleaciones (Inconel) a base de níquel muy resistentes a las altas temperaturas.
Los ingenieros de Bugatti confían igualmente en el aluminio de alta resistencia para elaborar las pinzas de freno, así como para configurar todo el frontal —con su inteligente estructura de deformación en caso de choque— y el complejo mecanismo que conforma el alerón trasero. La estabilidad extrema junto con el bajo peso del conjunto del Chiron se logra gracias al empleo de la fibra de carbono en los distintos componentes estructurales centrales y traseros del coche, así como en toda la carrocería del mismo. Incluso los brazos de los limpiaparabrisas están hechos de este ligero material.
Bugatti también adopta técnicas y tecnologías de aviación en el desarrollo de elementos como el chasis adaptable. El Chiron es el primer automóvil que cuenta con un chasis totalmente adaptable hidráulicamente, al estilo de cómo se utiliza en el tren de aterrizaje de un jet. La única diferencia es que el tren de aterrizaje del Rafale Marine se retira hidráulicamente, mientras que el chasis del Bugatti se adapta sobre la base de varios programas de conducción. En el programa Top Speed, por ejemplo, el Chiron Sport cae 3,5 centímetros en la parte delantera y 3,1 centímetros en la parte trasera en comparación con el programa EB.
Bugatti también se inspira en la aviación para desarrollar la aerodinámica tanto del Chirón como del resto de modelos de su gama de híper deportivos. Mientras que un avión usa la forma de sus alas para generar sustentación, en el automóvil un ala diferente es la que genera un empuje hacia abajo para aportar un buen agarre a la carretera. Ambas utilizan el mismo principio, aunque lo hacen para lograr un efecto opuesto. En el Chiron Sport, para poder frenar con seguridad incluso a su velocidad máxima de 420 km / h, como en un jet, el alerón trasero se eleva desde su ángulo de tres grados a 49 grados en el modo de velocidad máxima para servir como una trampilla de freno. Bugatti controla esta aerodinámica activa en la parte trasera y delantera con un total de 18 cilindros hidráulicos.
También hay notables similitudes entre el Chiron Sport y el Rafale en lo que respecta a la interfaz hombre-máquina y su funcionamiento. Durante un vuelo, el piloto controla la mayoría de los elementos de control mediante un joystick. Este principio de «manos en el mango» es posible gracias a los 24 botones del acelerador y su extensión, así como a los 13 del embrague. En el Chiron Sport, la mayoría de las funciones se controlan a través del volante multifunción, lo que significa que no es necesario que el conductor retire las manos del volante. El Rafale Marine está equipado con cinco pantallas de visualización, mientras que el Chiron tiene dos en el cockpit y cuatro en los controles del aire acondicionado.
Y bajamos la bandera: dos colosos frente a frente
De vuelta ya al escenario de nuestra prueba: nada más bajar la bandera tricolor que marcaba la salida, el Bugatti Chiron Sport toma la delantera poco después de partir. El híperdeportivo acelera de 0 a 100 km/h en 2,4 segundos y alcanza los 200 km/ h en sólo 6,1 segundos. Para fijar la aguja en los 300 km/h precisa de 13,1 segundos y a los 32,6 segundos ya cruza el umbral de los 400 km/h, una velocidad a la que el piloto, Etienne y el Rafale Marine ya pueden comenzar a despegar y elevarse sobre el asfalto.
El avión alcanza los 165 km/h en apenas 150 metros y 210 km/h superados los 250 metros. Sus ruedas dejan el asfalto en apenas 450 metros cuando rodaba a unos 260 km/h.
“Durante los primeros cientos de metros me alejé cuanto pude del Rafale, pero en apenas un centenar de metros más ya estaba a unos 20 metros por encima volando a mi lado, como flotando en el aire. Una vista increíble y fantástica”, comenta Pierre-Henri Raphanel. Para garantizar su seguridad, el conductor del Chirón Sport tiene que iniciar su maniobra de frenado después de rodar aproximadamente 1,5 kilómetros a más de 350 km/h, momento en el cual el Rafale ya ha desaparecido visualmente por completo en el horizonte.
La estimulante sensación de aceleración que ambos ofrecen también presenta, pese a las notables diferencias, importantes similitudes. Las sensaciones a bordo son muy parejas en ambos. Ofrecen una sensación interminable de empuje, un auténtico derroche de fuerza y poder que subyuga a cuantos viajan a bordo. “El Chiron Sport tiene una capacidad de aceleración increíble, muy cercana a la del Rafale. Lo que sientes a bordo de ambos es muy semejante, tanto al acelerar como al frenar” explica el Capitán Etienne. El Chiron Sport también ofrece un rendimiento superior al acelerar: pasa de 50 a 150 km / h en 3,2 segundos, de 80 a 120 km / h en solo 1,8 segundos y de 100 a 200 km / h en 4,3 segundos
Como si fuera una escena de “Top Gun” ver volar al Rafale junto al Chiron sobre la pista ofrece unas hermosas a la par que asombrosas imágenes, algunas de las cuales ilustran este tema.
“En el Rafale Marine la sensación de empuje es tan brutal como en el Chiron Sport. La fuerza de empuje es aparentemente interminable, y aporta una increíble percepción de disponer de una inacabable abundancia de poder. Pero la realidad va incluso más allá de lo esperado”, comenta el Capitán Etienne.
Para poder desacelerar de manera estable a altas velocidades, ambas máquinas utilizan frenos extra especiales. El Bugatti Chiron Sport necesita recorrer 491 metros sobre la pista para detenerse desde 400 km/h y 247 metros para pararse cuando circula a una velocidad de 300 km/h. Recorre 114 metros para al desacelerar de 200 a 0 km/h y 31,4 metros para bajar de 100 a 0 km/ h. Debido a lo corto de la pista utilizada para la prueba y a lo que aconsejan las normas de seguridad, el Chiron Sport frena a solo 210 km/h y el Rafale Marine a 250 km/ h.
Para poder comparar su rendimiento de frenado con el del Chiron Sport, el Rafale Marine se acerca a la pista a aproximadamente 280 km/h (150 kt), hace contacto con el suelo y atrapa el tren de detención con su gancho de cola en la parte trasera, al igual que lo haría en un portaaviones. Etienne se abrocha el cinturón de seguridad y la máquina se detiene a 150 metros. «Realmente es una sensación muy extrema. Es como si estuvieras chocando contra una pared o efectuando como una caída vertical controlada», comenta para describir las sensaciones que produce a maniobra. El Chiron Sport, mientras tanto, frena también con fuerza, pero lo hace de forma más suave. «Con el freno de aire en la parte trasera, el Bugatti se mantiene su dirección de manera increíblemente estable, incluso durante abruptas maniobras de frenado efectuadas desde muy altas velocidades», nos explica Pierre-Henri Raphanel.
Salvando las lógicas diferencias, la comparación de los dos mejores sistemas técnicos de Francia se declara finalmente como un empate. Tienen más en común de lo que los distingue entre sí, en términos de tecnología y comportamiento de conducción / vuelo, así como emocionalmente. “Arrancar, correr y frenar por la pista junto al Rafale Marine y hacerlo tan cerca de él ha resultado ser una experiencia increíble”, explica Pierre-Henri Raphanel.
El Capitán Etienne lo tiene también claro: “Sin duda, el Chiron Sport es el vehículo ideal para los pilotos de la marina».
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