Ghibli es el nombre que se pone a un viento del norte de África, una corriente cálida y con fuerza, que siempre acaba arrastrando una gran cantidad de arena. Se produce en Libia durante todo el año, aunque es muy frecuente en primavera y comienzos de verano. Rachas de viento que pueden durar días y complicar mucho la vida de los habitantes de Libia, por lo que su aparición no es muy celebrada en Libia. Y como curiosidad, Ghibli es el nombre libio para el Sirocco.
Si te gustan los automóviles, algo que damos por sentado si estás leyendo estas líneas, ambos nombres te recordarán a sendos modelos de coche, uno de ellos con un tridente en el frontal y el otro, algo más “vulgar”, con una V y una W. Coches, los dos, de talante deportivo y diseños más o menos acertados, que recibieron sus denominaciones por las características de las rachas de aire mencionadas anteriormente.
En el caso del tridente, de Maserati, se escogió este nombre por la velocidad y la calidez de las rachas de viento, que representaban a la perfección la personalidad de un modelo lanzado hace más de 50 años. Sí, el Maserati Ghibli que podemos encontrar en el catálogo actual, un sedán que viene a ser casi una copia del Quattroporte a menos tamaño, dejando lejos la personalidad inicial del coche. No es la primera vez que se usa una denominación de un modelo concreto para dar vida a otro que poco tiene que ver, aunque al menos en este caso si se mantiene la deportividad.
Giugiaro y Ghia mano a mano
La primera vez que apareció el Maserati Ghibli fue a finales de 1966, con motivo del Salón del Automóvil de Turín. Era un prototipo y no había todavía una decisión firme en cuanto al futuro de dicho concepto. Los fabricantes, por lo general, muestran muchos prototipos en las ferias o bien, como se hace hoy día después de la pandemia de COVID-19, a través de Internet, con la intención de estudiar y comprobar la reacción del público. También son experimentos donde probar ciertas ideas o como en este caso, el adelanto de un posible modelo.
Maserati eligió el nombre de Ghibli por la velocidad y la calidez de las rachas de viento, que representaban a la perfección la personalidad de un modelo lanzado hace más de 50 años
El diseño de este coche corrió a cargo del genial Giorgetto Giugiaro, un hombre que dio forma a coches tan dispares como la primera generación del FIAT Panda, la primera generación del Volkswagen Golf, la primera generación del SEAT León, la máquina del tiempo más famosa del mundo, el De Lorean DMC-12 o bien el Maserati 3200 GT o el Alfa Romeo 159. Simples ejemplos de la capacidad del diseñador italiano para crear automóviles capaces de ganarse a todo el público.
Giugiaro creó una carrocería típica de Gran Turismo de altos vuelos, con un frontal muy largo y una cabina retrasada, pero también amplia y confortable. Era elegante, pero también era agresivo y deportivo, con una imagen que hoy destaca por su enorme sencillez, sobre todo comparado con los deportivos actuales de similares características. Era un automóvil imponente, que contó con la ayuda de Ghia para tomar forma. De hecho, el diseño lo empezó Ghia y lo terminó Giugiaro.
El habitáculo se configuró para dos personas, las cuales, viajarían a ritmos de vértigo, pero rodeados de lujo y materiales de primer nivel. Todo estaba forrado en cuero, había metal pulido, madera…
V8 atmosférico y 330 CV escondido bajo un largo capó
Aunque había sido configurado desde el principio como un biplaza, el coche era relativamente grande. Medía 4.590 milímetros de largo, 1.798 milímetros de ancho y tenía una altura que lo hacía sumamente espectacular, ya que solo alcanzaba 1.158 milímetros. Es más estrecho que cualquier deportivo actual equivalente, pero no debemos olvidar que estamos hablando de un coche de finales de los 60, que se fabricó hasta inicios de los 70.
Eso también podemos usarlo para el motor, ya que un compacto deportivo actual, como un Honda Civic Type R, es más rápido que este GT italiano. Y si no lo es, se queda muy, muy cerca y haría que el conductor del Maserati sudara la gota gorda en una carretera de montaña. Pero claro, no se tiene el sabor añejo del Maserati ni ese feeling que solo tienen los coches clásicos. Y por descontado, no tiene un bloque V8 atmosférico de 4,7 bajo el capó. Eran 320 CV que llegaban a las ruedas traseras mediante un cambio manual, sin filtros, sin ayudas electrónicas. Había que tener mucho tacto y mucha experiencia para completar el 0 a 100 km/h en menos de 6 segundos como prometía la marca.
Para el año 1968 se añadió la caja de cambio automática como opción, aumentando así el confort, pero perdiendo algo de deportividad. Hubo más cambios en 1969, también en lo referente al grupo mecánico, aunque en este caso se centraron en el motor aumentando la cilindrada hasta los 4.9 litros y la potencia hasta los 335 CV.
El Maserati Ghibli se fabricó entre 1967 y 1972, tiempo durante el cual se fabricaron superaron las 1.200 unidades. Existió una carrocería descapotable, del que se hicieron 128 ejemplares.
Como curiosidad, una de las unidades del Ghibli fue comprada por Henry Ford II, nieto del fundador de Ford Motor Company que llevaba su mismo nombre. Este, lo colocó en el vestíbulo del Centro de Desarrollo de Productos de Ford para que sirviera de inspiración, como ejemplo a seguir.
Recibe cada semana una selección de nuestros mejores artículos suscribiéndote a nuestra newsletter.