El Corvette es uno de los coches que más han cambiado a lo largo de los años, pero, sobre todo, entre la primera y la segunda generación. El cambio fue tan radical que se podría hablar casi de un coche totalmente diferente, adoptando algunos de los rasgos que han acompañado al deportivo yankee durante casi toda su vida y se convirtió en ese coche que muchos aficionados pedían.
Ahora, la primera generación del Corvette es un vehículo de diseño atractivo, muy “cincuentero”, pero no lo vemos como un deportivo puro. Es un roadster de diseño atractivo y soluciones llamativas, como sus asientos encastrados en el habitáculo o el parabrisas panorámico, pero su grupo motor-transmisión no era precisamente deportivo. Era la forma de entender los típicos roadster europeos al estilo norteamericano y algunos fanáticos de la época se quejaron por su poco carácter y sus prestaciones. No era lo que ellos esperaban, no era como los roadster europeos.
Hubo una revisión que buscó pulir esos “defectos”, mostrando un frontal bifaro y una carrocería con nuevos detalles que, esta vez sí, logró cautivar a más conductores. No obstante, la segunda generación del Corvette, conocida bajo el código de “C2”, era algo totalmente diferente. Habría que esperar 10 años para que llegara ese cambio de rumbo, pero mereció la pena porque apareció el Corvette Sting Gray, una de las generaciones más deseadas por los amantes del Corvette.
Q-Corvette, el punto de partida
La renovación del Corvette se tomó de una forma muy diferente al desarrollo de la primera generación, tomando como base de partida dos desarrollos diferentes pero paralelos, con una evolución tecnológica notable, pero quizá, excesiva para la época. El mejor ejemplo es que no se usó nada de ello hasta mucho tiempo después. Uno de esos proyectos, el más importante, era el llamado Q-Corvette, un proyecto de diseño y desarrollo que ya en sus primeros bocetos y maquetas, dejan ver claramente la silueta que tendría el Corvette C2.
El Q-Corvette fue un proyecto de diseño y desarrollo que ya en sus primeros bocetos y maquetas, dejan ver claramente la silueta que tendría el C2
Si hubiera que destacar algo de este Q-Corvette, era lo largo que era el morro y lo retrasado de la cabina, junto con la aparición de faros retráctiles, tan geniales y bonitos hasta que se prohibieron y una seña de identidad del Corvette hasta la penúltima generación del modelo con motor delantero (el Corvette C6), desde la cual, se pasó a los faros fijos por culpa de las diferentes normativas de atropello (no se prohibieron tácitamente, pero al ser un elemento que sobresale de la carrocería cuando se conectan, en caso de atropello pueden provocar grandes lesiones y por lo tanto, no se pueden usar).
Ese frontal con faros retráctiles fue uno de los primeros en abandonar las típicas formas cuadradas y rectas, tan típicas de aquellos años. Y se acabó decidiendo pasarlo a producción tanto por diseño como por los datos obtenidos del túnel de viento, un elemento que se usaba por primera vez en un proyecto de General Motors. Es decir, el Chevrolet Corvette C2 no solo rompió todos los moldes respecto a la generación anterior, también fue un modelo muy innovador.
Los responsables del diseño del Corvette C2 fueron Larry Shinoda y Bill Mitchell, quien se encargaba de la supervisión del proyecto. Lograron crearon un automóvil realmente cautivador, rebosante de personalidad y auténticamente deportivo y muy americano. Además, fue la primera generación con una carrocería coupé, la más equilibrada de la gama, cuyas primeras versiones tenían una luneta trasera partida (split window), que desapareció en 1964 porque al señor Zora Arkus-Duntov no le gustaba nada.
Ahora sí, el Corvette era un auténtico deportivo
Bajo su llamativa carrocería las cosas no cambiaron mucho, básicamente era una evolución de la segunda edición del C1 (el de los cuatro faros), que se mejoró con algunas soluciones tomadas del concepto CERV I, que curiosamente, estaba basado en un chasis con motor trasero central. Sí, desde la década de los 60 se ha estado experimentando con versiones del Corvette con el motor colocado tras los asientos, pero no ha sido hasta 2020 cuando finalmente llegó a producción.
Del CERV I se tomó una de las innovaciones más importantes del C2: la suspensión trasera independiente. Sin embargo, el resto era muy similar, con motores V8 que iban desde los 250 CV hasta los 365 CV, había alimentación por inyección, carburadores, tres transmisiones a elegir con diferentes relaciones de marchas y finalmente, una versión bastante salvaje con un motor V8 427 (7.000 centímetros cúbicos) aparecido en 1967, con nada menos que 430 CV. Esta cifra de potencia merece un inciso, pues dicen las malas lenguas que era una potencia “teórica”, que en realidad superaba los 500 CV con holgura. Solo se hicieron 20 unidades para homologar las versiones de competición.
Lo más llamativo es que General Motors no quería invertir un solo céntimo en competición y cuando se enteró del proyecto lo paralizó por completo. Para entonces, se habían fabricado cinco unidades del llamado Corvette Grand Sport, que había estado rodando por los circuitos norteamericanos en secreto para su desarrollo. Había intención de fabricar 125 ejemplares, pero como hemos comentado, nunca se pasó de cinco coches.
No aguantó tanto en producción como la primera generación, pero sin duda, el Corvette C2 es uno de los mejores Corvette de la historia del modelo. Estuvo en producción durante cinco años, hasta 1967, dando paso a su sucesor, el Corvette C3.
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