En los últimos meses, la idea de la vuelta de la automotriz Porsche, una de las más prestigiosas en el mundo del automóvil y de la competición, a la Fórmula 1 está tomando fuerza. Los primeros rumores aparecieron a principios de este año, y recientemente el propio jefe de Porsche Motorsport ha afirmado que están realmente interesados en volver. Si todo llega a buen puerto, serían suministradores de motores con el nuevo reglamento de 2026.
Pero, volver a un lugar, implica haber estado allí antes. La marca de Stuttgart participó en varios periodos en la Fórmula 1, cosechando incluso varios títulos. En este artículo nos centraremos en la historia de la escudería Porsche de Fórmula 1 que compitió en inicios de los años 60, e incluso logró ganar un Gran Premio.
Antecedentes
Porsche históricamente ha sido una marca exitosa en el mundo de los sports y la resistencia. Nada menos que 19 victorias en las 24 Horas de Le Mans la colocan en la cima de la estadística de ganadores. Pero es curioso que el caso no sea similar en la Fórmula 1, más aún al pensar que la predecesora de Porsche, Auto Union, arrasaba junto a Mercedes en las carreras de la preguerra.
Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, nacida la actual Porsche y creado el campeonato de Fórmula 1, debieron pasar 10 años para que a la marca le interesara la categoría reina.
Si bien ya en 1957 y 1958 se vieron los primeros Porsche inscritos en un Gran Premio de Fórmula 1, solo fueron casos particulares y con coches que ni siquiera estaban dentro del reglamento de Fórmula 1, ya que se trataban de Fórmula 2 o deportivos (algo no tan extraño en aquellos años).
La primera vez que un monoplaza dentro del reglamento de Fórmula 1 oficial de Porsche participó en un Gran Premio fue en Mónaco 1959, de la mano del piloto Wolfgang von Trips. El monoplaza fue un 718/2 (derivado del 718 deportivo), que poseía un motor bóxer de cuatro cilindros y 1.5 litros de cilindrada. Desafortunadamente, apenas completó una vuelta antes de verse involucrado en un accidente que lo dejó fuera de carrera.
Recién volvieron a intentarlo en la penúltima carrera de la temporada 1960, en Italia, en vísperas de competir la temporada completa en el año siguiente. Pues la Federación Internacional del Automóvil había anunciado que en 1961 los motores estarían limitados a 1.5 litros (antes era 2.5), por lo que la marca alemana no debía construir un motor completamente nuevo para su monoplaza de Fórmula 1 si quería ser competitivo.
Aquella carrera en Monza, dos 718/2 fueron alistados para Hans Herrmann y Edgar Barth, finalizando ambos a tres vueltas del ganador.
El desembarco definitivo
Con el nuevo reglamento, Porsche apostó por competir en las ocho carreras de aquella temporada 1961 de Fórmula 1. La automotriz y el equipo estaban liderados en ese entonces por Ferry Porsche, hijo del fundador, y su hijo Ferdinand A. Porsche fue el ingeniero encargado de diseñar el primer monoplaza de Fórmula 1 puro de la marca, el 787. Este era más largo que el 718/2 ya que fue diseñado para montar el nuevo motor de ocho cilindros, el cual todavía estaba en desarrollo.
Porsche contrató al estadounidense Dan Gurney y el sueco Jo Bonnier para que conduzcan los 787. Gurney no tenía mucha experiencia en la F1 pero había dado buenas impresiones en sus primeras carreras, mientras que Bonnier contaba con más años de experiencia y una victoria en su palmarés.
Tras las dos primeras carreras de la temporada, los resultados decepcionantes del 787 generaron que Ferry Porsche decidiera devolver a pista los viejos 718/2 y centrar los esfuerzos en el monoplaza de 1962, el Porsche 804, el cual sí contaría con el motor de ocho cilindros que continuaban desarrollando en Stuttgart. Aún así, 1961 no fue un año perdido en cuanto a resultados, ya que Gurney logró tres podios que le dieron a Porsche el tercer puesto en el campeonato de constructores, por delante de Cooper y BRM (solamente eran cinco constructores).
El 804 fue diseñado por Ferdinand A. Porsche, Wilhelm Hild y Hubert Mimler, mientras que Fritz Huschke von Hanstein ofició de director de carrera del equipo germano. Era un monoplaza bastante particular, con características que lo hacían muy diferente al de la competencia. Para empezar, el motor bóxer se enfrentaba a los motores en V de Ferrari, BRM y Climax. También contaba con refrigeración por aire (incluyendo un ventilador ubicado horizontalmente sobre el motor) y suspensiones de barra de torsión. Con respecto a su antecesor, era más bajo y estrecho para mejorar la aerodinámica.
El motor no era muy potente (solo 180 cv a 9200 rpm) pero era muy ligero, lo que era una de las mayores virtudes del monoplaza. De todas formas, en rasgos generales, no estaba a la altura que los coches británicos, es decir, los BRM, Lotus y Cooper.
Había cierta desconfianza con el nuevo motor, por lo que los chasis fueron diseñados para poder llevar los viejos motores de cuatro cilindros si hiciese falta. Por otro lado, Ferry Porsche tampoco se mostraba muy convencido con el rendimiento general del monoplaza.
El debut del 804 en el Gran Premio de Países Bajos no fue bueno. En la clasificación, Dan Gurney y Jo Bonnier quedaron a 2 y 4.5 segundos del tiempo de pole, y solo Bonnier finalizó la carrera, a cinco vueltas del ganador. Se llegó a decir en ese entonces que Ferry Porsche quería cancelar el programa, pero afortunadamente esto no sucedió.
En la siguiente carrera en Mónaco solamente un 804 se inscribió, y en Bélgica decidieron no participar para concentrarse en mejorar el coche. Hubo importantes cambios en la carrocería, las suspensiones y el cockpit.
La próxima carrera de la temporada era el Gran Premio de Francia en Rouen-Les-Essarts, el 8 de julio. Gurney clasificó sexto a 1.7 del poleman Jim Clark (Lotus), y Bonnier quedó noveno. En la salida, Graham Hill de BRM tomó la delantera. Clark recuperó el liderato pasada la mitad de la carrera pero poco después debió abandonar por una falla mecánica. Pocas vueltas más tarde, Hill también fue traicionado por la fiabilidad, dejando a Gurney líder del Gran Premio. De esta manera, Gurney logró su primera victoria y la primera del equipo Porsche en la Fórmula 1.
Dos carreras más tarde, Gurney logró la pole position bajo la lluvia en Alemania, pero cayó a la tercera posición en la carrera. Porsche volvió a sumar puntos en las dos siguientes, Italia y Estados Unidos, pero no viajaron a Sudáfrica para el cierre de año.
La temporada 1962 fue buena y prometedora para Porsche, pero fue la última. ¿Por qué? Había dos problemas principales. Por un lado, ser competitivo en la Fórmula 1 significaba una gran inversión que Porsche no estaba dispuesta a hacer. El coche necesitaba mejorar el motor, además actualizarse a las nuevas invenciones británicas como el chasis monocasco estrenado por Lotus ese año. Los garajistas del Reino Unido tenían un gran nivel e iba a ser muy difícil vencerlos. Por otro lado, toda esa inversión no iba a tener grandes efectos sobre los automóviles de producción de la marca. Creían que toda la tecnología de la Fórmula 1 no aplicaba para sus coches comerciales.
El resto es historia
Tuvieron que pasar 20 años para que Porsche volviera a la Fórmula 1. En 1983, regresaron como motoristas del equipo McLaren de la mano de la compañía TAG, suministrando motores V6 turbo. En total, lograron 25 victorias entre 1984 y 1987, tres campeonatos de pilotos y dos de constructores, contando con Niki Lauda y Alain Prost como dupla de pilotos.
Pocos años después, en 1991, Porsche volvió para impulsar a los monoplazas del equipo Footwork Arrows, pero los resultados fueron sencillamente pésimos. Desde entonces la marca de Stuttgart no ha vuelto a la categoría reina del automovilismo.
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