El futuro de la automoción es eléctrico, o eso al menos dicen y, también, pretenden. Lo estamos viendo cada día que pasa, con diferentes lanzamientos de modelos eléctricos con los que pretenden reducir todo lo posible la contaminación ambiental. Un fin muy loable, no vamos a negarlo, pero los coches eléctricos no son una novedad, ni mucho menos. Si todo hubiera seguido por el camino que se inició, actualmente no conoceríamos los motores de combustión interna.
No estamos diciendo cosas raras ni estamos inventando nada, los primeros automóviles eran eléctricos. Antes de la aparición del triciclo de Benz, el considerado primer automóvil de la historia, ya se habían creado vehículos con motores eléctricos. Sí, es cierto que sus prestaciones y su versatilidad eran nulas, más que nulas de hecho, pues en ocasiones las baterías ni siquiera eran recargables y apenas tenían 30 kilómetros de autonomía en el mejor de los casos. Pero los motores de combustión no eran mucho mejores, tenían más averías y además, contaminaban. Y contaminaban muchísimo más que ahora, siendo más pequeños y con unas prestaciones muy inferiores.
El momento álgido de Detroit Electric llegó en 1910, cuando llegó a producir casi 2.000 coches al año
El primer coche eléctrico apareció en 1834, casi 30 años antes que el motor de combustión, que dio vida al primer vehículo en 1861. Es una diferencia notable, aunque en realidad, la comercialización de coches eléctricos no empezó hasta 1852. Y sí, eran coches con baterías no recargables con un puñado de kilómetros de autonomía. Las baterías recargables llegarían en ese mismo 1852, de la mano del francés Gaston Planté, pero su fabricación a nivel industrial no era posible, hasta que en 1880 Camille Faure dio con el proceso electroquímico que haría realidad la batería recargable a nivel industrial.
Pioneros de la movilidad eléctrica
Sí, la combustión acabó ganando la batalla, pero no fue porque no se intentó. En los inicios del automóvil la electricidad era una de las fuentes de energía más avanzadas y con un potencial de evolución espectacular; era la energía del futuro y gente como Nikola Tesla hicieron lo posible para que fuera realidad. Es más, todos los sistemas eléctricos que tenemos actualmente, o al menos la base de su desarrollo, se inventaron en aquellos lejanos años de inicios del Siglo XX.
Por eso, que hoy día la gente se maraville porque se están fabricando coches eléctricos con 500 kilómetros de autonomía resulta un tanto llamativo. La electricidad en el automóvil debería haber sido la base de toda la evolución y dado que esta energía se usa cotidianamente para mil cosas, todo debería ser más avanzado. La electricidad se domina desde hace más de 100 años, pero es muy llamativo que no se haya avanzado en su almacenamiento y en la recarga.
No obstante, estas cosas las vamos a dejar de lado porque ahora, lo que realmente importa, es que hubo algunos pioneros realmente importantes cuyos productos, creados hace más de 100 años, eran realmente espectaculares. Es cierto que no tenían las prestaciones de los actuales, pero tampoco tenían los medios ni los materiales, imaginad si la evolución hubiera seguido por ese camino…
Uno de esos pioneros de la electromovilidad no fue Tesla Motors, sino Detroic Electric, o mejor dicho, la Anderson Electric Car Company Detroit, nombre completo de la empresa que fabricaba los Detroit Electric. Empresa, por cierto, que antes de pasarse al coche eléctrico se llamaba Anderson Carriage Company y producía carros para caballos desde 1884.
Thomas Edison y Henry Ford estaban entre los inversores
La Detroit Electric comenzó a montar sus coches allá por 1907, casi 115 años de aquello. Ofrecía vehículos con uno o dos motores eléctricos, uno por cada eje, animados por baterías de plomo-ácido recargables. Es decir, una configuración tremendamente similar a la actual, algo que, por otra parte, no es coincidencia, ni mucho menos. Es una configuración totalmente lógica, que permite aprovechar al máximo las características de los motores eléctricos y de paso, colocar las baterías en el centro del coche.
El momento álgido de Detroit Electric llegó en 1910, cuando llegó a producir casi 2.000 coches al año. Hay que recordar que por aquellos años estalló la Primera Guerra Mundial, concretamente en julio de 1914, finalizando en noviembre de 1918. Y como ocurre con las guerras, hubo cosas como la gasolina que dispararon su precio, haciendo sumamente interesantes los coches eléctricos. Otro punto a favor de los coches eléctricos era su uso, pues no requería de un arranque a manivela, el cual, era realmente agotador y en ocasiones, suponía un ejercicio infructuoso.
Una de las curiosidades que esconde la historia de Detroic Electric, es que tanto Thomas Edison como Herny Ford, figuraban entre los inversores. Ambos personajes estaban convencidos del potencial futuro del vehículo eléctrico y Edison llegó a incorporar sus baterías de niquel-hierro en la flota de vehículos de Detroit Electric. Según informaciones de la época, se anunciaban 130 kilómetros de autonomía con una sola carga y una velocidad que rondaba los 32 km/h.
Sí, son cifras que hoy podrían resultar ridículas, pero no hace mucho, el Nissan Leaf de primera generación prometía entre 180 y 200 kilómetros de autonomía con una sola carga. O, por ejemplo, también podemos hablar del Peugeot iON, que tenía tan solo 150 kilómetros de autonomía. Muchos pensarán que no son comparables por tecnología, peso de los vehículos y velocidades, pero permite comparar y ver la evolución de los coches eléctricos.
Detroit Electric fue una de las marcas más famosas de su época, contando entre sus conductores con nombres bastante famosos: Charles Proteus Steinmetz (uno de los inventores eléctricos más prósperos que fomentó el uso de la corriente alterna), John D. Rockefeller jr. (responsable de la construcción del Rockefeller Center, heredero de la petrolera Standard Oil, filántropo…), Thomas Edison (inventor eléctrico, principal rival de Tesla, desarrolló el fonógrafo, la cámara de cine, defensor a ultranza de la corriente continua…) y, por nombrar otro personaje ilustre, Henry Ford y su mujer, Clara Ford.
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