Hay que ver los estragos que provoca el paso del tiempo. Las carreras están dominadas por tecnologías de las llamadas “alternativas” –híbridos, eléctricos, motores alimentados por hidrógeno… – y también por una federación, la FIA, que parece empeñada en evitar que los coches corran demasiado, como si las carreras no fueran de ir rápido… Al mismo tiempo, los coches de calle también han cambiado una barbaridad, con un crecimiento tanto en peso como en tamaño, al tiempo que se perdía pureza y sensaciones incluso en los modelos más deportivos.
Y no lo decimos por decir. Ahí está Ferrari, que actualmente hacen magia con la electrónica, o Lamborghini, que ha desarrollado un motor V12 híbrido para su buque insignia. Aston Martin ha lanzado al mercado un enorme SUV que puede tener hasta 707 CV, gracias a un motor Mercedes-AMG y Lotus… hay Lotus… está bajo control de un gran grupo industrial chino y ya no volverá a ser la misma nunca más. Hemos dicho adiós a coches como el Lotus Elise y no volveremos a ver nada similar en su catálogo, al tiempo que la marca ha anunciado que se volverá un fabricante de coches eléctricos y ya presentó el Lotus Electro, un enorme y pesado SUV eléctrico, mientras esperamos a que completen el desarrollo de un sedán, también equipado con motores eléctricos, que volverá a tirar por tierra la auténtica esencia de la marca: la ligereza y la deportividad.
Las actuales generaciones no entienden lo que es el legado, no comprenden el pasado ni lo que significa para empresas como fabricantes de automóviles deportivos. Ahora, Lotus será una marca de coches eléctricos “premium”, muy potentes, pero también muy pesados, con una deportividad difusa, solo implícita en su denominación, cargada de historia y de añoranza de una época diferente.
¿Os imagináis coches como el Lotus Elan con baterías? Es algo totalmente inviable. El Lotus Elan, fabricado entre 1962 y 1975, era el típico roadster británico, con un marcado talante deportivo, y confeccionado gracias a unas soluciones innovadoras y muy llamativas, que, además, permitieron que fuera extremadamente ligero. El Lotus Elan es uno de los deportivos más icónicos de la firma británica, un coche que representa a la perfección la idea que tenía Colin Chapman de lo que tenía que ser un coche deportivo.
El Lotus Elan se presentó en el salón de Londres de 1962, en octubre, junto a otro roadster inglés como el Triumph Spitfire o el MG B. La firma británica venía de pasarlo un poco mal con el Lotus Elite, un coche con monocasco fabricado en poliéster –una solución jamás empleada de nuevo–, así que se decidió emplear otras soluciones menos arriesgadas y problemáticas, como el acero para el chasis. Además, se recurrió a un motor probado, como el Ford que montaba el Cortina de reciente lanzamiento en lugar del Coventry Climax. Motor, por supuesto, que fue rotacado y montaba también en el famoso Cortina Lotus.
Colin quiso olvidarse del Elite con un nuevo modelo que adoptara toda la esencia de la marca. Se creó un automóvil a la vanguardia técnica y estrechamente inspirado en décadas de competición. Así, el chasis, de acero, era de tipo espina central, que aportaba rigidez, pero también ligereza. Esa estructura se vestía con una carrocería de fibra de vidrio de líneas sencillas, limpias y equilibradas, pero muy, muy compactas. La carrocería se anclaba al chasis mediante 16 puntos de anclaje, que ocultaba, de paso, un ingenioso sistema de suspensión trasera con solo tres anclajes por rueda.
No era un deportivo radical, pero su comportamiento y su tacto era todo lo que se podía esperar de un coche pasional. Además, su ligereza permite que el pequeño motor Ford, con 1.558 centímetros cúbicos, doble árbol de levas en cabeza y 105 CV, mueva el coche con enorme soltura y unas buenas prestaciones.
En 1965 se puso en circulación el Lotus Elan coupé, que, de paso, daba comienzo a los Elan S3. Fue el propio Chapman quien presentó esta versión en el salón de París de aquel año. Era una versión más lujosa que el roadster, con elevalunas eléctricos incluidos. El Elan coupé montó, en 1966, el motor potenciado hasta los 115 CV, propulsor que también montó el roadster ese mismo año –aumento de potencia que se logró mediante nuevos carburadores, nuevos árboles de levas y una línea de escape diferente–. Además, junto al nuevo motor, se reforzó la carrocería y se modificó el diseño de algunos elementos, como las puertas y la tapa del maletero, para lograr algo más de capacidad interior.
Para 1968 se dio salida al Lotus Elan S4, que adoptaba 124 modificaciones, como unos neumáticos de mayor anchura y una columna de dirección retráctil. El motor de 115 CV se mantuvo hasta 1971, que se cambió por uno de 126 CV, dando vida al Lotus Elan Sprint. Con el Sprint se dio por finalizada la producción del Lotus Elan tras 12.224 unidades. De ellas, 7.895 unidades fueron del S1, S2 y S3, mientras que del Elan S4 fueron 2.976 unidades y del Lotus Elan Sprint tan solo se alcanzaron 1.353.
De todos ellos, la versión más pesada nunca pasó de los 700 kilos, algo impensable con un roadster eléctrico.
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