El Cadillac V16 es una de las creaciones más espectaculares de los años 30, un automóvil superlativo, la representación del lujo y la técnica más avanzada, vestido con los mejores trajes creados por todo tipo de carroceros. Un coche que procede de otro tiempo, uno donde el automóvil era un producto de ultra lujo, creado bajo las exigencias de sus compradores hasta el punto de ser, casi, auténticas obras de arte.
Los inicios del automóvil fueron duros y complejos, era un máquina infernal que hacía muchísimo ruido –espantaba a los caballos que tiraban de los carruajes y a los transeúntes–, expulsaba muchísimo humo que molestaba por doquier y su fiabilidad era más que dudosa. Pero aun así, a pesar de los problemas, logró encandilar a un puñado de locos que hicieron de esta horrible máquina algo que todos quisieran tener. Así llegó la época del Art Decó, los apasionantes años 20 y 30, cuando el automóvil era mucho más que una simple máquina.
De esa procede del Cadillac V16, una obra maestra y absolutamente deslumbrante, que dejó a todo el mundo con la boca abierta allá en la década de los 30. Sin embargo, surgió durante la época de la gran depresión, unos años en los que todo lo que tenía que ver con el lujo y el despilfarro sufrieron una enorme caída de popularidad y eso, como cabe esperar, afectó a sus ventas.
Estados Unidos siempre ha sido el país de los motores de ocho cilindros, un motor V8 de gran cubicaje es la misma representación del automóvil estadounidense, aunque también se fabricaron una enorme cantidad de motores de ocho cilindros en línea. Cadillac quería eclipsar, hacer olvidar por completo a todos sus rivales más directos como Rolls-Royce, Packard o Hispano Suiza, y para ello, no podría recurrir a un “vulgar” ocho cilindros y un motor V12 tampoco tenía el suficiente glamour.
Así, pues, la firma norteamericana presentó su V16 como su buque insignia, un coche superior al Cadillac V12 en todos los sentidos, no solo en el motor. En aquellos años, la única forma de lograr unas elevadas prestaciones, era a base de cilindrada, a base de motores enormes que desarrollaban cifras de potencia que hoy son extremadamente fáciles de obtener, pero que en aquellos años eran lo máximo a lo que se podía aspirar.
El V16 de Cadillac era uno de esos motores enormes enormes, cuyo objetivo era impresionar, desarrollar elevados niveles de potencia y, al mismo tiempo, ofrecer grandes dosis de suavidad. El desplazamiento del motor era de 452 pulgadas cúbicas, nada menos que 7,4 litros –7.413 centímetros cúbicos más exactamente–, cuyos pistones tenían una carrera tan grande como el propio motor: 101,6 milímetros –el diámetro era de 76,2 milímetros–, con distribución por árbol de levas central con varillas y balancines. Cadillac prometía 165 CV SAE a 3.400 revoluciones, así como una velocidad que rondaba los 150 km/h. Era, sencillamente, una auténtica bestia, pero no tanto como los Packard V12, que superaban en potencia a los Cadillac V16.
Cadillac comenzó con el desarrollo del propulsor en 1926, un trabajo que se desarrolló tras las demandas de los clientes y en el máximo secreto. Se probaron muchas unidades y diferentes configuraciones de motor, mientras que algunos de los máximos responsables de la compañía yankee, tales como Larry Fisher –el CEO de la compañía– el carismático Harley Earl –diseñador–, se paseaban por Europa con la idea de encontrar la mejor inspiración para el diseño del nuevo modelo. Tenía que ser superlativo, no valía cualquier cosa y en Europa estaban los mejores carroceros.
Hay un detalle de esta historia que merece mencionar. El automóvil, en los años 20 y 30, no se vendía como actualmente. Entonces, lo que cualquier podía comprar era un bastidor rodante, el conjunto chasis, motor-transmisión, trenes rodantes, frenos… todo lo necesario para conducir, pero sin carrocería. Luego, el cliente era quien se encargaba de acudir a un carrocero para vestir su coche. Las marcas podían colaborar y servir de enlace con diferentes empresas –de hecho, era bastante normal–, pero pocas fabricaban sus propias carrocerías. Cadillac, sin embargo, había comprado Fleetwood Metal Body y Fisher Body, dos famosos carroceros norteamericanos, con el objetivo de que sus clientes no tuvieran que molestarse en tales menesteres y, de paso, todo quedaba en casa –y podían controlar todo, obviamente–.
La presentación del Cadillac V16, como cabría esperar, levantó una enorme expectación y toda clase de alabanzas, todo el mundo quedó impresionado por el aspecto del automóvil y por sus características.