A lo largo de los días de verano los desplazamientos por carretera se multiplican por evidentes razones. Dicha tendencia pone de relieve las urgentes necesidades de incrementar las garantías de seguridad, pero sobre todo, dadas las circunstancias, de minimizar el impacto ecológico y económico.
El encarecimiento de los combustibles se ha convertido en una constante y ha hecho mella en algunos segmentos como la logística. En nuestro país, el sector del transporte es el que, con diferencia, mayor cuota de energía consume, sobrepasando el 40% del total nacional. En este contexto, el vehículo de tipo turismo registra el 15% de toda la energía que se consume en España. Este año el consumo a nivel particular ha pasado a convertirse en un condicionante económico importante a la hora de utilizar nuestro vehículo para recorrer los trayectos programados con finalidades vacacionales.
A pesar de que el tipo de tecnología que integre el vehículo constituye un factor importante de eficiencia, lo cierto es que también existen otros factores que dependen directamente de los hábitos del conductor. Existen algunas prácticas que, de implementarse con cierta habitualidad, pueden representar un ahorro considerable a largo plazo, no tenemos más que acceder al portal especializado Gasogenio para informarnos sobre como ahorrar en combustible.
Uno de los recursos más útiles es la conducción eficiente. El uso racional de los medios de transporte y la gestión inteligente de las flotas de vehículos constituye un coeficiente de optimización básico dentro del contexto profesional. No obstante, a pesar de que el término de conducción eficiente gana cada vez más popularidad, en realidad una gran parte de los consumidores y conductores aún no saben exactamente de qué se trata.
De forma superficial, podríamos decir que se trata de la implementación de algunos cambios en los hábitos de condición para minimizar el consumo de carburante y, con ello, el impacto medioambiental además de incrementar el confort de los ocupantes o las garantías en materia de seguridad.
La Dirección General de Tráfico y el IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético) han definido un decálogo sobre la conducción eficiente compuesto por las siguientes líneas de mejora:
- Arrancar e iniciar el trayecto: Para minimizar el consumo, debe girarse la llave y encender el motor sin pisar el pedal del acelerador. Mientras que en los modelos de gasolina lo más aconsejable es iniciar el movimiento de forma inmediata al arranque, en los de diésel es preferible aguardar unos segundos.
- Limitación de la primera marcha: Debe quedar restringida al momento de arranque para a continuación hacer un cambio a segunda tan rápido como sea posible.
- Cambios de marcha: En las alternativas de gasolina, es aconsejable hacerlos cuando el motor se encuentra entre las 2.000 y 3.500 revoluciones por minuto. En las de diésel, el rango se encuentra entre las 1.500 y las 2000.
- Uso de marchas: Debe darse prioridad a las marchas largas (a partir de la cuarta) en bajas revoluciones.
- Frenado: Retirar el pie del acelerador y dejar que el coche se desplace levemente, a continuación frenar tan suave como sea posible con el pedal y, por último, hacer una reducción tan tarde como sea posible.
- Detenciones: Siempre que las circunstancias lo permitan, realizarlas sin hacer reducciones.
- Paradas prolongadas: Deberá desconectarse el motor.
- Anticipación: Mantener la distancia de seguridad facilitará la capacidad de maniobra y, en última instancia, la conducción eficiente.
- Seguridad: Aunque estas pautas contribuyen a mejorar las garantías de protección vial, existen contextos de riesgo que exigen acciones distintas para salvaguardar la seguridad.