La década de los 90 fue muy prolífica en cuanto a modelos de talante dinámico y deportivo, con especial énfasis en las carrocerías coupé. No había marca, o casi, que se quedara afuera de este segmento, ya fuera generaliza como Renault –que tenía, por ejemplo, el Mégane Coupé– o al más elitista como Audi –que tenía el Coupé y a finales de los 90, el TT–. La década de los 90 fue una buena época para este tipo de coches, que ya contaban con un buen trecho recorrido en los años 80, otra época especialmente interesante en cuanto a modelos con carrocería coupé.
Si echamos la vista atrás y comparamos la oferta de antaño con la actual, muchos se echarán las manos a la cabeza al ver la drástica reducción de opciones que existen en el mercado y además, cada día más reducida incluso entre los coches usados, los cuales, están completamente perseguidos por unas gestiones europeas realmente incorrectas y muy mal asesoradas. Así, ¿cómo puede pensar alguien en comprarse un “coche viejo” con la que cae y con la que caerá? Se corre el riesgo de verse extremadamente limitado en el uso del vehículo –como ocurre en Barcelona, por ejemplo–.
Así, corremos el riesgo de quedarnos sin auténticas bellezas como el Alfa Romeo GTV –916–, posiblemente, uno de los coches con mayor personalidad de todos los lanzados al mercado en los años 90, cuya línea “bebe” de los rasgos adelantados por el Alfa Romeo Proteo, un prototipo presentado en 1991. La primera aparición de este coupé puramente italiano, se realizó en 1994, con motivo del salón de Turín, y compartió escena con el SEA Concepto T Cabriolet del que casi nadie se acuerda ya, o bien, con el espectacular Bugatti EB112. Al mismo tiempo, hacía acto de presencia el Alfa Romeo 145 como reemplazo del Alfa 33.
Cuando se mostraron al público, nadie dudaba de su origen italiano, de donde proceden los coches más pasionales de cuantos se lanzan cada año al mercado. Italia es la cuna de la deportividad y del estilo, aunque también, y eso es algo indiscutible, de coches delicados y exigentes en cuanto a su cuidado. Esa imagen tan personal y tan inigualable, fue obra de Pininfarina, mítico estudio de diseño que contó para la ocasión con la ayuda de Walter da Silva, quien se hizo cargo de dar forma al habitáculo.
Esa combinación de habilidades dio como resultado un coche muy compacto, pero de volúmenes equilibrados y formas que, aunque no dejan de ser atractivas, son más que sencillas. Es una clara muestra de que no hace falta complicarse con formas y líneas confusas y recargadas, para lograr un diseño que no entiende del paso del tiempo. No en balde, se fabricó durante 10 años sin apenas cambios –el habitáculo si sufrió rediseño, y mejoró mucho–.
Compartía la misma plataforma del mencionado Alfa Romeo 145, pero también la del FIAT Coupé, un coetáneo que también diseño Pininfarina y que casi fue el enemigo en casa. Hoy es casi imposible ver unidades por la calle de ambos coches, pero son, sin lugar a dudas, dos de los coupés más bonitos y más “auténticos” de toda la década de los 90. Sin embargo, sus características e incluso sus clientes objetivo eran totalmente diferentes.
El Alfa Romeo GTV se lanzó al mercado con pocos motores, pero suficientes para el tipo de coche que era. El acceso a la gama estaba representado por un bloque 2.0 16 válvulas con 150 CV y un V6 2.0 Turbo con 200 CV en su primera etapa en el mercado. Con el tiempo, apareció en el catálogo el V6 3.0 con 220 CV. En 1998 se renueva el GTV y se lanza lo que se conoce como fase II, cuando aparece el 1.8 TwinSparck con 144 CV y una evolución del 2.0 26 válvulas con 155 CV, mientras que como tope de gama se coloca el V6 3.0 de 220 CV. En 2003 llega la fase III, el último restyling del Alfa GTV; que se ofrece con un bloque 2.0 16 válvulas con 150 y 165 CV y el deseado V6 3.2 con 240 CV.
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