La historia de BMW está repleta de coches sensacionales, muchos de ellos auténticos objetos de culto, pero hay uno en especial, que dejó con ganas de más a muchos fanáticos: el BMW Serie 8 e31. Posiblemente, el e31 es uno de los coches más especiales de la marca, un modelo que rompió los moldes en su época, luciendo un diseño fuera de lo común para BMW y con un nivel de acabado y prestaciones espectacular. Sin embargo, aunque tuvo en su gama una versión como el BMW 850 CSi, que no podemos catalogar de lento precisamente, muchos seguidores de la marca se quedaron con las ganas de poder tener en el garaje un BMW M8. Sí, existió un M8, pero fue un prototipo que nunca llegó a pasar a producción.
Que no hubiera un M8 fue criticado en su momento, los 380 CV del 850 CSi no parecían ser suficientes para muchos usuarios y que su desarrollo fuera obra de BMW Motorsport tampoco calmó a los más exigentes. Sin embargo, con una tirada realmente corta, Alpina puso en circulación lo más parecido a un BMW M8 e31 que se podía imaginar. Era el Alpina B12 5.7 Coupé, un 850 CSi potenciado, revisado en parte ciclo y tremendamente rápido. Hoy día es un caramelo que tiene una cotización altísima, superando al BMW 850 CSi en precio y en rareza.
Alpina y BMW siempre se han llevado muy bien, fue la propia Alpina la que ayudó a los de Bayern a crear su división deportiva y fue Alpina la que durante algún tiempo, estuvo representando a la marca en competición. Eso, entre otras cosas, les ha permitido tener acceso a los modelos de la marca antes que nadie, incluso durante el desarrollo de los mismos, pudiendo crear sus versiones casi en paralelo. Solo así se puede alcanzar el nivel de calidad de Alpina y solo así se pueden lanzar las versiones con tanta celeridad como lo hace Apina. Una lástima que este especialista vaya a desaparecer en 2025, fecha tope que puso BMW tras su completa adquisición.
Con el e31, BMW se adelantó a su tiempo
El BMW e31 se presentó oficialmente durante la celebración del Salón del Frankfurt de 1989, siendo el centro de atención en el stand de la firma alemana. Su diseño, obra de Klaus Kaptiza y su equipo, bajo las órdenes del jefe de diseño de BMW en aquellos años, Claus Luthe, dejó a muchos con la boca abierta, llegando incluso a relacionar el modelo con el BMW M1. Es evidente que no había similitudes entre uno y otro, siendo el nuevo e31 un Gran Turismo de lujo y de elevadas prestaciones, mientras que el M1 era un deportivo relativamente radical y más enfocado en el disfrute de la conducción pura que en el lujo y la exclusividad.
Los objetivos del BMW e31 apuntaban más a los Ferrari 456 GT o Aston Martin DB7, aunque sin llegar ni a su precio ni a sus prestaciones. Se quedaba un poco por debajo en ambos apartados, aunque eso no era precisamente un problema, ya que la gama de motores, compuesta por opciones V8 y V12, era poderosa, lo suficiente para quedarse muy cerca de dichos modelos en algunos registros, como en el sprint hasta los 100 km/h desde parado, que se quedaba en poco más de seis segundos, pudiendo, además, llegar a los 290 km/h si se eliminaba el limitador que llevaban en aquel entonces todos los modelos alemanes. Cifras, obviamente, pertenecientes al BMW 850 CSi, el más potente y rápido de la gama y la versión que tomó Alpina para desarrollar el B12 5.7 Coupé.
El BMW 850 CSi era, en aquellos años, una bestia. Su motor V12 de 5.6 litros rendía 380 CV y 550 Nm de par, acoplado a un cambio manual de seis relaciones que enviaba la potencia a las ruedas traseras mediante un diferencial de deslizamiento limitado. Sobre esta base, Alpina trabajó en el motor, en la transmisión y, obviamente, en el chasis, hasta conseguir un coche más rápido, más eficaz y más atractivo visualmente, siempre que no prefieras un modelo con carácter, pero también con algo de mesura y cierta elegancia.
No lo parece a simple vista, pero es mucho más que un 850 CSi potenciado
Los primero que hizo Alpina para su B12 Coupé y que seguro que ya te has dado cuenta por la denominación del modelo, fue aumentar ligeramente la cilindrada hasta los 5.646 centímetros cúbicos. Tras esto, añadió un nuevo sistema de admisión, nuevos árboles de levas, un circuito de escape más abierto para mejorar todavía más la respiración del motor y el flujo de gases, al tiempo que se cambiaban algunos elementos internos para alcanzar los 415 CV y los 570 Nm de par. Así, con estos cambios, el Alpina B12 5.7 Coupé se convirtió en el BMW más potente de producción en ese momento y en una especie de BMW M8 que nunca llegaría.
Pero para ser un pseudo M8, no vale únicamente con potencia, también hacen falta más atributos. El cambio, por ejemplo, pasó a ser un Getrag aunque también con seis relaciones. El capó y los elementos del kit de carrocería desarrollado por Alpina se fabricaban con fibra de carbono y las llantas, de fabricación propia, tenían 18 pulgadas de diámetro y eran más ligeras que las originales de BMW. Suspensiones y frenos también se adaptaron a las nuevas exigencias, con un equipo más rígido y corto para el primer apartado, mientras que en el segundo se recibía componentes más potentes y grandes.
Solo se fabricaron 57 unidades del Apina B12 5.7 Coupé, coches que pueden superar los 300.000 euros en subastas, mucho más que cualquier ejemplar del BMW 850 CSi, aunque también es lógico, pues son más rápido y exclusivos, y más escasos.
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