Si hacemos una encuesta y preguntamos por los modelos de Audi más famosos, obtendremos tres nombres bastante separados por el tiempo, pero sin duda, culpables de la actual imagen que tiene la firma alemana: el Audi quattro, el Audi RS2 y por supuesto, el Audi R8. Tres coches espectaculares, referentes cada uno en su momento, que destacaron por algo en especial.
No obstante, es justo reconocer que los dos primeros, el Audi quattro y el Audi RS2, tiene un hueco especial en la historia de la marca por haber sido pioneros y por haber marcado el camino en algunos apartados. El quattro, por haber sido uno de los primeros turismos con tracción total y un coche casi imbatible en rallies, el Audi RS2, por haber demostrado que no importa el tipo de carrocería, si todo lo que hay debajo de la misma está bien desarrollado y puesto a punto. Dos coches míticos, que tienen en el Audi R8 un justo heredero de su leyenda, aunque con menos impacto entre los aficionados. Al fin y al cabo, Audi ya nos había acostumbrado a coches muy rápidos.
De hecho, hay un modelo que está un poco olvidado a pesar de haber sido uno de los coches más notables de su época, el coche con el que se podría decir que empezó todo y cambió para siempre el mundo de los coches familiares rápidos: el Audi RS6 “C5”, lanzado al mercado en el año 2002. Aquel coche, el tercero que lucía las siglas RS en una carrocería familiar, era uno de los automóviles más espectaculares de cuantos se crearon a inicios del Siglo XXI y, sin embargo, hoy está injustamente olvidado mientras pasa por el purgatorio de los “youngtimers”, aunque no tardará en ver como su valoración sube como la espuma.
De Porsche a Cosworth
La historia de los Audi RS comienza en 1992 con el lanzamiento del ya mencionado RS2, un coche que rompió los esquemas de todos los aficionados al motor y de todos los que pudieron ponerse a los mandos. Era un coche bestial, con más de 300 CV en una carrocería familiar que, a simple vista, no parece destacar por nada, pero si eres avispado y sabes donde mirar, encontrarás múltiples señales del poderío que esconde su “inofensiva” apariencia.
Tras el cese de producción del RS2 que, por cierto, fue una idea de la turbulenta mente de Ferdinand Pïech, hubo que esperar cuatro años para que Audi volviera a sacar algo similar y en esta ocasión fue un poco más allá. En 2002 se dio a conocer el Audi RS4, basado en la primera generación del Audi A4 y con un motor V6 biturbo que no contaba con la firma de Porsche, sino de Cosworth, algo que tampoco es precisamente malo. Prometía 380 CV, tracción total y una calidad que estaba muy por encima de la media.
Seis meses después, con motivo del Salón de Ginebra de 2002, apareció la tercera entrega de la saga RS, un coche que poca gente esperaba y que desbarató la idea que se tenía de un coche deportivo. Era el Audi RS6, un familiar, una ranchera, que escondía un V8 biturbo de 450 CV y 580 Nm de par. Era una auténtica bestia para aquella época y lo sigue siendo a día de hoy, aunque nos hayamos acostumbrado a máquinas absurdamente potentes.
Ese V8, al igual que el V6 del RS4, era un propulsor donde la huella de Cosworth lo definía todo. Para su creación se tomó como base de partida el motor del Audi S6, un V8 de 4.2 litros atmosférico, que rendía poco más de 330 CV, al que Cosworth le adosó dos turbos KKK K04 y dos grandes intercoolers aire-aire, optimizados antes pérdidas de presión. También se incorporó una nueva distribución variable para las válvulas de admisión, gestión electrónica Bosch Motronic ME 7.1,1, inyección electrónica secuencial y un sistema de encendido con ocho bobinas individuales.
El Audi RS6 tenía la velocidad limitada electrónicamente pero, eliminando dicho límite, podía flirtear con los 300 km/h sin despeinarse
No se modificó ni el diámetro ni la carrera de los pistones, manteniendo el diámetro de 84,5 milímetros y la carrera de 93 milímetros, alcanzando los 4.172 centímetros cúbicos. Si se realizaron cambios en el escape, instalando cuatro catalizadores y cuatro sensores de oxígeno. El resultado, como hemos comentado antes, era una potencia de 450 CV entre 5.700 y 6.400 rpm y un par de 580 Nm disponibles desde 1.950 rpm.
La caja de cambios era automática por convertidor de par, la Tiptronic que usaba la marca por aquellos años suministrada por ZF, con cinco relaciones, bloqueo del convertidor en marchas cortas y mandos en el volante, aunque no como los que tenemos ahora, sino mediante unos botones en los radios del volante. La potencia llegaba al suelo, como no podía ser de otra manera, mediante un sistema de tracción total con diferencial central Torsen T-2 Automatic Torque Biasing (ATB) y un diferencial trasero con bloqueo electrónico.
Carrocería familiar, pero también sedán
El Audi RS6 se presentó como un familiar de altísimos vuelos, un coche que tenía la velocidad limitada electrónicamente, pero que, eliminando dicho límite, podía flirtear con los 300 km/h sin despeinarse, con toda la familia dentro y el maletero lleno de bártulos. Un espectáculo que, por primera vez en la saga de los Audi RS, también se ofreció con carrocería sedán. Y seamos justos, porque era carrocería era especialmente atractiva y deportiva y aunque los Audi RS tenían que ser familiares (así lo dictaban las primeras versiones y los fanáticos de la marca), tampoco se rompía realmente ninguna tradición, pues era la tercera entrega de la saga RS y había llegado casi al mismo tiempo que la segunda, el Audi RS4.
No obstante, en el Audi RS6 se notaba mucho más su condición de “bestia parda”, con unos pasos de rueda claramente ensanchados, unas llantas enormes, un paragolpes delantero con entradas de aire más grandes y una trasera donde los escapes ovales y el pequeño spoiler en la tapa del maletero en el sedán, remataban un conjunto sutil, pero claramente agresivo. Un equilibrio que no tiene la actual generación del Audi RS6, todo postureo (aunque sea mucho más potente y bestial que este RS6 C5).
Bajo esta carrocería, fabricada en su mayor parte con acero prensado, estaba el mismo chasis del Audi A6 C5 convenientemente reforzado y con unas suspensiones que, según parece, el paso del tiempo no les ha sentado bien. Ambos ejes eran de tipo independiente, con doble horquilla el trasero y barras estabilizadoras, pero el Audi RS6 estrenó la primera generación del sistema Dynamic Ride Control, que según informes de la revista británica Autocar, sufren de pérdidas de fluido y de propiedades que ha llevado a muchos propietarios a sustituir el sistema por uno más convencional, pero de mayor calidad.
No era un coche ligero, pues pesaba 1.865 kilos, pero aun así era rápido, logrando el 0 a 100 km/h en 4,9 segundos. Se fabricaron un total 8.800 coches entre 2002 y 2004, incluyendo la edición de despedida, el Audi RS6 Plus del que hablaremos en otra ocasión. Un total de 1.200 unidades fueron a parar a Estados Unidos y algo menos de 900 unidades fueron para Reino Unido.
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Un artículo realmente interesante, gracias por compartirlo. Me gusta mucho este coche, tanto en diseño como en equipamiento. Creo que es un coche más que adecuado para utilizarlo en el día a día y disfrutar de la experiencia Audi.
Nos alegra que te hay gustado. Gracias a ti por seguirnos 🙂
Hay otro coche olvidado de Audi y es el magnífico Audi A6 S6 C4 con una calidad de acabado por encima de la media y un 4.2 V8 con 290cv. También su versión plus con 320cv y mucho más escasa fue un portento de vehículo.
Efectivamente, un gran coche. Seguro que más adelante le dedicaremos un reportaje. Gracias