Ayrton Senna. Con tan solo mencionar este nombre, muchos aficionados al automovilismo sienten como se les pone los pelos de punta. Ayrton Senna da Silva, nacido en São Paulo (Brasil) el 21 de marzo de 1960, está considerado como uno de los mejores pilotos Fórmula 1 de la historia, y decimos “uno de los mejores”, porque es muy complicado compararlo con cualquier otro piloto anterior o posterior. Lo que sí está claro, es que fue el mejor de su generación y que siempre estará en el recuerdo de todos los aficionados y los amantes del automovilismo.
Este brasileño, querido por muchos y añorado por todos, participó en un total de 161 grandes premios, logró 41 victorias en su carrera, ganó tres mundiales y dejó un recuerdo imborrable. Cada año, con motivo de su aniversario, el mundo del motor mira hacia Italia, hacia el circuito de Imola y su, tristemente famosa, curva Tamburello. Allí se apagó la llama de un piloto que estaba llamado a marcar una era y que gracias a él, los pilotos actuales disfrutan de grandes medidas de seguridad.
Fue Senna quien comenzó una cruzada casi personal por mejorar, al máximo posible, la seguridad de los circuitos. Era la voz cantante en las reuniones de pilotos, era la sombra que perseguía a la FIA allí donde hiciera falta para que todo fuera mejor. Por desgracia, tuvo que marcharse para que los responsables se pusieran realmente en marcha para aumentar las medidas de protección para pilotos y responsables de pista. Aunque no será por eso por lo que todo el mundo recuerda a Senna, si no por su magia al volante, por su enorme creencia en Dios y por su humildad.
Adrian Newey: siempre me sentiré responsable de la muerte de Ayrton Senna
Hablar de Senna no es nada sencillo, se ha contado tanto a lo largo de los años que muchas veces no se sabe por dónde empezar. Su historia, desde bien niño, es ampliamente conocida, incluso se rodó un documental sobre el piloto brasileño (que desde aquí, recomendamos encarecidamente). ¿Qué podemos contar que no se haya contado de alguien tan querido y añorado?
Una de las cosas más llamativas de aquel triste suceso, acaecido el 1 de mayo de 1994, es la reacción de muchos de los actores implicados en aquel momento, sobre todo de Adrian Newey, considerado como el diseñador más eficaz de la Fórmula 1 y responsable del Red Bull que llevó a Vettel en volandas hasta sus cuatro títulos mundiales y sí, diseñador del Williams-Renault que pilotaba Ayrton Senna.
Newey, en su autobiografía titulada “How to build a car” (cómo hacer un coche), desvela muchas inquietudes que le embargan desde aquel fatídico día de mayo. En aquellos años, Newey contaba con 36 años y era diseñador jefe de Williams y suya fue la creación del Williams FW16, junto a Patrick Head, quien era el director técnico y se considera responsable de la muerte de Senna. Un peso muy grande que ha sabido llevar totalmente oculto hasta la publicación de su libro.
El accidente que sufrió Senna se ha atribuido a numerosos factores. Unos dicen que fue cosa de los neumáticos, los cuales perdieron presión al bajar de temperatura circulando tras el coche de seguridad, que estuvo en pista seis vueltas (en las imágenes de la carrera, se puede ver a Senna haciendo aspavientos para que el coche de seguridad subiera el ritmo) y otros apuntan a la columna de dirección, que se cambió en ese gran premio a petición del propio Senna, para poder pilotar más cómodamente. Sin embargo, Newey se atribuye la culpa a sí mismo.
Newey afirma que: “De lo que me siento más culpable no es de que un posible fallo de la columna de dirección fuera la causa del accidente, porque ese no es el caso, sino porque fallé en la aerodinámica del coche. Metí la pata en la transición entre la suspensión activa y la vuelta a la pasiva, y diseñé un coche que era aerodinámicamente inestable, en el que Ayrton intentaba hacer cosas que no se podían hacer. Y de hecho no fue capaz”
De hecho, la justicia italiana realizó una investigación y presentó una demanda contra Frank Williams, Patrick Head y Adrian Newey. Años más tarde, porque la justicia es muy lenta, fueron absueltos de los cargos.
Senna siempre fue un obsesionado con la seguridad de los circuitos y pilotos
Por todos es sabido que Senna era muy creyente e incluso se le podía ver rezando en el circuito. Cuando se le preguntaba si tenía miedo a la muerte, siempre respondía lo mismo: “el día que ha de llegar, llega. Puede ser hoy o de aquí a 50 años. La única cosa verdadera es que va a llegar”.
También es sabido por todos su obsesión por la seguridad en las carreras. Se pueden ver reuniones de los pilotos en las que Senna se pone al mando de dicha reunión para hablar de la seguridad de los circuitos, del peligro que corren los pilotos y llegó a formar un estrecho vínculo con el delegado médico y de seguridad de la Fórmula 1, el Prof. Sid Watkins y estaba activamente involucrado en todo lo concerniente a la seguridad.
De hecho, hay dos situaciones que ilustran a la perfección lo implicado que estaba Senna con la seguridad. Una de ellas fue en 1992, en el circuito belga de Spa Francorchamps, cuando Erik Comas se estrelló durante las prácticas. El brasileño paró su coche, se bajó y acudió rápidamente a socorrer a Comas, quien aseguró posteriormente que sin Senna no habría sobrevivido. Otra de las imágenes que ilustran esta persecución de la seguridad es su reacción cuando Roland Ratzenberger tuvo el accidente, en el mismo circuito de Imola (durante los entrenamientos del sábado), un día antes de que Senna se fuera contra el muro en Tamburello. Cuando vio lo que ocurría, Senna pidió un coche y salió hacia el lugar del impacto, por lo que fue sancionado por la FIA.
Es más, durante el fin de semana de la carrera en la pista Enzo e Dino Ferrari de Imola, los problemas se fueron sucediendo y el propio Senna estaba distante, raro, la carrera no debería haberse llevado a cabo y muchos así lo decían. El primer incidente grave sucedió en los entrenamientos del viernes, con Rubens Barrichello como protagonista. Durante sus prácticas llegó muy rápido a la Variante Bassa a más de 200 km/h y levantó el vuelo al pasar por el piano, acabando contra la barrera de forma brutal. Por suerte, sólo se fracturó la nariz y se lesionó uno de los brazos. Senna lo visitó en el hospital del circuito.
Según comentó Damon Hill, compañero de Senna en Williams, «le restamos importancia y seguimos con la calificación, seguros de que nuestros coches eran fuertes como tanques y que podíamos llevarnos un susto pero no hacernos daño».
Posteriormente, Ronald Ratzenberger, durante los entrenamientos del sábado, vio como su Simtek perdía el alerón delantero a más de 300 km/h en plena recta, para después perder el control del monoplaza y llegar a la curva de Gilles Villeneuve “en pérdida” impactando contra el muro. El piloto perdió la vida de forma instantánea. Senna llegó a llorar por la muerte del piloto, de quien era amigo. Varios pilotos pidieron la suspensión de la carrera.
La noche anterior a la carrera, Adriane Galisteu, la novia de Senna, comentó que el piloto brasileño y otros pilotos se sentían desprotegidos por parte de la FIA y dijo que Senna le confesó que tenía un mal presentimiento y que preferiría no correr.
“Si alguna vez ocurre que tengo un accidente que me cueste la vida, espero que sea definitivo. No me gustaría estar en una silla de ruedas. No me gustaría estar en un hospital sufriendo de cualquier lesión”. – Ayrton Senna
El día de la carrera, algunos allegados de Ayrton Senna llegaron a comentar que: “Por lo general, tenía una forma particular de ponerse la capucha ignífuga y el casco. Decidido y fuerte. Esperando la carrera. Ese día, por la forma en que hacía esos procedimientos, se notaba que no quería correr. No estaba pensando que iba a morir, realmente pensaba que iba a ganar, pero solo quería acabar de una vez y volver a casa. Él no estaba allí”.
Senna tuvo que morir para que la FIA se tomara en serio la seguridad que tanto había demandado el piloto durante mucho tiempo.
Ayrton Senna vs Alain Prost, sin medias tintas
El misticismo rodea al piloto brasileño en casi todos los apartados de su vida, pero no había nada de mítico, tampoco había nada de mágico. Era un hombre con una ambición máxima por ganar, quien atribuía sus capacidades y sus victorias a la acción de Dios. Incluso llegó a decir, el día de su primera victoria, que: “Rezaba, agradeciendo a Dios que iba a ser campeón mundial. Cuando, concentrado al máximo, abordaba una curva de 180 grados, vi la imagen de Jesús, grande, allí, suspendida, elevándose hacia el cielo. Este contacto con Dios fue una experiencia maravillosa”.
Como persona, como alguien que sangraba como todos si le pinchabas, tenía sus manías y sus cosas malas. Ahí está la reacción en el Gran Premio de Suzuka contra Alain Prost, que supuso la descalificación se Senna y el entorchado para Prost. Tiempo después el brasileño reconoció la intencionalidad, no fue un simple error, algo que nadie dudaba; había que ganar a toda costa.
Ese fue el culmen de la particular guerra que se traían el francés y el brasileño. Un tira y afloja, un toma y daca que comenzó en 1984. El primer acercamiento “no amistoso” fue en la inauguración de Hockenheim, que se realizó mediante una carrera de pilotos retirados y otros activos a los mandos de un modelo de Mercedes (el 190E 2.3 16v). Senna y Prost fueron juntos al circuito y así lo recordó Prost una vez: “Durante el camino hablamos, y estuvo muy amable. Entonces llegamos al circuito, y empezamos los entrenamientos. Yo estaba en la pole y Ayrton segundo. Ya no me volvió a hablar. En la carrera, tomé el liderato pero él me sacó de la pista cuando llevábamos sólo media vuelta. Fue un ‘buen’ principio”.
Para Senna no había amigos en los circuitos, la Fórmula 1 era una competición tremendamente dura y exigente, era complicado hacer amigos cuando la rivalidad era máxima, aunque una vez se acabó la rivalidad, Prost y Senna pasaron a ser buenos amigos. Algo que no parecía que fuera posible durante la trayectoría en la que ambos coincieron.
El mismo año de 1984, bajo el diluvio de Mónaco, Senna dio el primer recital de pilotaje en agua remontando muchas posiciones y poniéndose casi a rebufo de Prost con un humilde Toleman. Cuando Senna estaba a punto de superar al francés, este levantó los brazos para que se detuviera la carrera por la fuerte lluvia. La carrera se detuvo, se estableció que la clasificación estaría formada por las posiciones de la última vuelta completa y Senna, finalmente, terminó segundo.
La guerra se desató totalmente cuando Senna llegó a McLaren. Todos los pilotos tienen su máximo rival, ese con el que siempre hay roce en pista y con el que las carreras no son tranquilas y sí muy emocionantes. En el caso de Senna fue Prost, que por otro lado, era un grandísimo piloto y además, también una persona que gustaba de “jugar” con Senna.
Así lo recordaba el propio Prost: “En el primer test de pretemporada, en Río, estábamos probando neumáticos sólo con un coche. Yo hice las primeras vueltas y luego era su turno. Entré en boxes y los mecánicos empezaron a cambiar las ruedas. Decidí quedarme dentro del coche un poco más. Se puso furioso, diciéndole a todo el mundo ‘¡No es justo, no es justo!’ Entonces salí del coche riendo, pero él no se reía…”
La temporada de 1988 fue, digámoslo así, tranquila. Hubo respeto entre ambos pilotos, pero todo se acabó en 1989. La rivalidad llegó a su máximo apogeo y ambos pilotos apenas se podían mirar a la cara, porque según se dice, Senna rompió un pacto que ambos tenían para establecer quién ganaba la carrera y así no correr riesgos innecesarios: sería el primero que llegara a la primera curva. En el Gran Premio de San Marino de ese año, Ayrton llegó el primero a la curva, pero la carrera se detuvo por un accidente de Berger, y hubo de relanzarse, siendo Prost, en esta ocasión, quien llegó primero. Senna no respetó el pacto porque entendió que era la primera salida la que contaba y no la segunda.
El ambiente, tras esto, fue de mal en peor, incluso fuera de los circuitos. Senna y Prost eran más enemigos que rivales, llegando a una rivalidad nunca vista. La tensión era casi insoportable y finalmente, Prost se marchó a Ferrari, aunque la tensión sólo se redujo un poco. Hubo que esperar a la retirada de Prost para que todo acabara y se viera una amistad y un respeto entre ambos. En el podio de Australia ambos se abrazaron, algo que nadie se hubiera imaginado, ni siquiera Prost: «Sí, me sorprendió. Y también me decepcionó un poco, francamente. En nuestro camino hacia el podio me dijo: ‘¿A qué te vas a dedicar ahora?’ Me quedé muy sorprendido. Le dije: ‘Aún no lo sé’. ‘Vas a engordar’ me dijo. Y sonrió».
Prost fue uno de los porteadores del féretro de Ayrton y es miembro de su fundación, el Instituto Ayrton Senna.
Mucho más que Fórmula 1
Ayrton Senna dejó una huella imborrable en la Fórmula 1, sin él, sin su trágica muerte, hoy no existirían ni la mitad de las medidas de seguridad que forman la Fórmula 1. Fue Senna, durante toda su trayectoria y también, una vez se había marchado, quien puso las primeras piedras para que la FIA comenzará a tener en cuenta de forma radical la seguridad.
Pero Senna no sólo fue un piloto de Fórmula 1, fue mucho más. Quienes le conocieron hablan de una personalidad arrolladora y de un sentido de la justicia que le hicieron contribuir de forma muy notoria a favor de los más desfavorecidos. El Instituto Ayrton Senna se fundó con esa intención, ayudar a los más necesitados y asegurar la educación de los niños.
Ayrton Senna fue mucho más que un piloto de Fórmula 1.
Para despedir este artículo os dejamos un vídeo de una vuelta de clasificación al circuito de Mónaco en 1990 abordo del McLaren Honda con Ayrton Senna al volante. Imperdible su visualización:
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