El Dakar de 2022 está siendo cuanto menos, polémico. Están ocurriendo cosas que no están gustando a los participantes, aunque al menos tenemos un argumento interesante como es la puesta en escena de un buggy con motor eléctrico por parte de Audi. Es un alarde de valentía y de capacidades, porque desarrollar un vehículo eléctrico para una prueba tan complicada como el Dakar tiene su mérito.
Pero en realidad ha sido así siempre. El Dakar está lleno de polémicas, de aventuras y de locuras por parte de algunos participantes. Te puedes encontrar historias de pilotos de moto con tobillos rotos soportando el dolor, de pilotos de coches con la vista borrosa después de un accidente y cosas similares. Se junta la pasión con el negocio y el marketing, con las marcas de coches más potentes del mundo invirtiendo grandes cantidades de dinero para lograr la victoria y con ello, la mejor publicidad que se puede conseguir.
Eso, por ejemplo, se le da muy bien al antiguo Grupo PSA, ahora Stellantis tras su fusión con Fiat-Chrysler Automobiles. Primero, ganaron en el París-Dakar con el Peugeot 205 T16, que tras dejar el Grupo B se adaptó para el Dakar. Luego, se desarrolló el Peugeot 405 T16 Rally Raid, un coche que partía del mencionado 205 T16 y que también ganó el Dakar. Pero no contentos con ello, explotaron todavía más las capacidades del 205 T16 y lo convirtieron en el Citroën ZX Rallye-Raid. Y en todas las ocasiones se logró que coches recién lanzados al mercado, lograran una inmejorable publicidad.
Nace Citroën Sport y su primera aventura es el París-Dakar
Para conocer la historia del Citroën ZX Rallye-Raid hay que viajar hasta 1989, cuando se crea la división Citroën Sport que tantos éxitos le ha dado a la marca. El primer proyecto que emprendió esta nueva división fue, precisamente, crear un vehículo para participar en el Dakar y, a ser posible, ganar. Para ello se tomó como base de partida el proyecto N2.
El proyecto N2 de Citroën comenzó a finales de 1985 con la intención de crear un nuevo automóvil para cubrir un hueco que la marca tenía abandonado: el segmento C o compacto. Un coche que tendría que colocarse entre el Citroën AX y el Citroën BX, dos best seller que hoy cuentan con infinidad de seguidores en toda Europa y que destacaron por sus versiones deportivas, conocidas por las siglas GTi.
En el Citroën ZX Rallye-Raid se aumentó la cilindrada hasta los 2,5 litros y la potencia se quedó en unos 330 CV para preservar la fiabilidad
De ese proyecto nació el Citroën ZX, un modelo que arrasó en ventas y sentó las bases para el que vendría después, el Citroën Xsara, que resultó ser otro best seller con miles de unidades vendidas. Pero Citroën no siguió el camino acostumbrado en la presentación del modelo y al igual que ocurrió mucho más tarde con la primera generación del Citroën C4, se dio a conocer primero la versión de competición y no la de producción. Y esa versión de carreras era el Citroën ZX Rallye-Raid.
Evidentemente, las similitudes entre el Rallye-Raid y el que se podía comprar en las tiendas, eran más bien escasas. Se ceñían básicamente a ciertos rasgos de diseño, como el frontal, algunos elementos de la zona trasera y la forma de las ventanillas. El resto era específico para competición y con algunos años y muchos éxitos a sus espaldas.
Un coche casi imparable durante siete años
Bajo su llamativo aspecto, fabricado con kevlar y otros materiales ligeros, había un chasis tubular con suspensiones de dobles triángulos con muelles y amortiguadores dobles. Era un conjunto que comenzó su andadura, como se ha mencionado, con el Peugeot 205 T16 y que fue evolucionando en las diferentes ocasiones que PSA lo usó en competición. El Citroën ZX Rally-Raid, por ejemplo, necesitó un año de desarrollo antes de presentarse a su primera prueba.
El motor también era un derivado del bloque que montó por primera vez el 205 T16, pero en este caso era una evolución del usado en el Peugeot 405 16 Rallye-Raid. Se aumentó la cilindrada hasta los 2,5 litros y la potencia se quedó en unos 330 CV para preservar la fiabilidad. Es más, no solo se adoptaban soluciones de modelos anteriores, se heredó todo el equipo al completo, desde los pilotos hasta el jefe de equipo y los mecánicos.
No extraña, por tanto, que fuera un coche casi imparable desde sus inicios. Su primera aparición, en la Baja Aragón de 1990, donde se llevó las dos primeras posiciones. Seis meses después se presentaron en el París-Dakar ganando en su primera participación, con el finlandés Vatanen al volante y Bruno Berglund como copiloto. A partir de aquí, no dejaron de llegar los éxitos. En 1993 logró quedar segundo y tercero, pero en 1994, 1995 y 1996 se hizo con la victoria en el rally-raid más duro del mundo. Ganó la única edición del París-Pekín de 1992 y al final de su vida en activo, sumaba 36 victorias en 42 participaciones.
Recibe cada semana una selección de nuestros mejores artículos suscribiéndote a nuestra newsletter aquí.