En la historia de la Fórmula 1 han existido varios coches revolucionarios que significaron un antes y un después en la categoría. Habitualmente se habla del Lotus 49B de 1968, el primero con alerones, el Renault turboalimentado, el Lotus 78 de efecto suelo de finales de los 70, el McLaren MP4/1 de 1981 y su monocasco íntegro de fibra de carbono o el Williams FW15C de 1993, que provocó la prohibición de las ayudas electrónicas. En mucha menor medida es conocido el Cooper T43-Climax, un monoplaza que inició una revolución en la Fórmula 1 en el año 1958 y que hizo contradecir a Enzo Ferrari sus propias palabras.
El campeonato mundial de la década del 50 fue patrimonio italiano en sus primeros años. Alfa Romeo, Ferrari y Maserati casi no dejaron trofeos ni títulos a sus rivales. Pero esto llegó a su fin en 1958, cuando los constructores británicos tomaron el control, venciendo en ocho de las diez carreras de Fórmula 1 de esa temporada. Con jóvenes personalidades como Colin Chapman, Jack Brabham o Graham Hill y diseños que buscaban romper con lo tradicional de la época, los británicos y otros países de la Commonwealth anticiparon una década del 60 repleta de éxitos.
El Cooper T43, con su motor central detrás del piloto, revolucionó la arquitectura de los coches de Fórmula 1
Todo se inició precisamente en el primer Gran Premio de la temporada 1958, cuando uno de esos coches británicos llevó a la victoria a un coche con motor central; la primera vez que esto ocurría en una carrera de Fórmula 1. Hasta ese momento, nadie en la F1 se había atrevido a cuestionar los motores delanteros. “Los caballos tiran del carruaje, no lo empujan”, llegó a decir Enzo Ferrari.
Fue en el Gran Premio de Argentina disputado en el autódromo de Buenos Aires. La lista de participantes era reducida pero contaba con las importantes figuras de la época. Los inscritos fueron el campeón de esa temporada Mike Hawthorn, Peter Collins y Luigi Musso con Ferrari, Jean Behra, Francisco Godia y Horace Gould, junto a los locales Carlos Menditeguy y Juan Manuel Fangio con Maserati y un solitario Cooper-Climax conducido por Stirling Moss, quien era piloto de Vanwall pero que fue cedido a Cooper ya que su equipo decidió no participar en esa carrera.
El T43 era un coche muy ligero que debutó en 1957 y que llamaba la atención entre sus rivales de imponente robustez. El motor en la parte trasera fue un concepto que Cooper ya conocía hace años e implementaba en sus coches de categorías inferiores. Este concepto mejoraba no solo el peso del monoplaza sino también su aerodinámica y bajaba el centro de masa del coche, lo que le daba más estabilidad. Otra característica que lo diferenciaba del resto era el bastidor curvo, que, a diferencia de lo que se podía llegar a pensar, no afectaba su rigidez. Además, contaba con un motor de cuatro cilindros Climax 2.0, que tenía una asombrosa relación peso-potencia pero que estaba un paso detrás de los motores de seis cilindros 2.5 de sus rivales; cerca de 80 caballos menos. Coventry Climax era una empresa que no muchos años antes se dedicaba a la construcción de motores de carretillas elevadoras y bombas móviles contra incendios, que decidió aventurarse al mundo de las carreras de coches tras la Segunda Guerra Mundial.
El motor central no fue una invención de Cooper. En la competición, los Auto Union de los años 30 lograron grandes éxitos en la (primera) era dorada de las Flechas de plata, aunque estando un paso detrás de los Mercedes convencionales. Eran coches diseñados por Ferdinand Porsche y la idea de colocar el motor detrás fue tomada de un coche que él mismo hizo en 1923, llamado Benz Tropfenwagen, que no tuvo grandes éxitos.
Volviendo al Gran Premio de Argentina, un Juan Manuel Fangio cercano ya a su retiro logró la pole delante de Hawthorn, pero en la salida perdió posiciones con este piloto y con Behra. Moss lpartió séptimo pero rápidamente comenzó a avanzar sobre sus rivales. El Chueco ingresó a boxes a cambiar neumáticos hacia el ecuador de la carrera, cuando se encontraba primero nuevamente, cediendo el puesto sobre Moss.
Todos esperaban que Moss ingresara a boxes en algún momento, pero esto nunca pasó. El desgaste de neumáticos del Cooper era mucho menor que el de sus rivales, y cuando se dieron cuenta, ya era demasiado tarde. Moss contaba con un margen de 30 segundos que pudo gestionar cuidando el coche en la última parte de la carrera y venciendo con tres segundos de ventaja a su primer seguidor, Luigi Musso.
Stirling Moss sorprendió tanto a mecánicos, pilotos, como espectadores, al ganar el Gran Premio de Argentina sin parar una sola vez en boxes. Fue un ejemplo de que el ingenio vence a la fuerza bruta; y no solo demostró las ventajas del motor central, sino también de la ligereza y la estabilidad. Dicho de otro modo, el Cooper T43 le demostró a los fabricantes de la época que la potencia no es lo que más importa en la Fórmula 1 (y en el mundo de la competición en general)
Tras la carrera, Fangio declaró lo siguiente: “Había superado al Ferrari de Hawthorn en la vuelta 9 y estaba en cabeza. Vi llegar a Moss desde atrás con aquella especie de cosa (refiriéndose al Cooper) y comencé a pisar cada vez más el acelerador, todavía más rápido que en las pruebas, tratando de desilusionarlo. Esperaba que él aflojara y que eso me permitiese relajarme y conservar el coche; pero él continuó marchando igual y mis neumáticos no resintieron. […] Moss se había puesto en cabeza y Hawthorn lo seguía de cerca convencido de que tendría que entrar a cambiar sus neumáticos; pero con un hábil comportamiento consiguió preservarlos hasta la meta aún entrando prácticamente sobre las lonas. Así venció mientras yo solo fui cuarto.»
El legado
En 1959, Cooper ganó su primer campeonato de constructores y el de pilotos junto a Jack Brabham y el coche T51 (ya con motores Climax 2.5), y repitió éxitos en 1960 con el T53. Desde entonces, todos los campeones del mundo se sentaron delante del motor.
Ferrari fue una vez más la escudería que se resistió al cambio. Enzo Ferrari menospreció los coches con motor central y los pilotos de su equipo condujeron el Dino 246 de motor delantero hasta 1960. Pero los resultados en pista demostraron que estaba equivocado y para la temporada 1961, en Maranello se estrenó el monoplaza 156 con los caballos empujando a la máquina.
El camino hacia el futuro ya estaba señalado, y una vez los fabricantes como Ferrari, Lotus o BEM comenzaron a construir monoplazas con motor central, el ingenio de Cooper fue superado por la tecnología más sofisticada y presupuestos más abultados. Cooper Car Company nunca volvió a luchar por campeonatos y entró en declive hasta su cierre en 1968. En la actualidad, muchos monoplazas de este fabricante se mantienen en buen estado e incluso se les suele ver participar en carreras de clásicos.
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