Si no hubiera sido por la saga de películas de Regreso al Futuro (el título original es “Back to the future”), el DMC-12 sería uno de esos coches olvidados, uno de esos intentos de crear algo diferente y especial que acabaron con un final triste, aunque sus inicios ya presagiaban complicaciones. Inicios que se llevaron a cabo hace nada menos que 40 años, en 1981.
No obstante hay que hacer algunas aclaraciones, porque el proyecto en realidad comenzó mucho antes, a mediados de la década de los 70, cuando John DeLorean, creador del DMC-12, se colocaba como vicepresidente de General Motors y rompía el mercado con coche como el Pontiac GTO, considerado el primer Muscle Car de la historia. Es entonces cuando DeLorean ve otro hueco donde poder colocar un nuevo producto, un coche que fuera deportivo y potente, con un diseño que fuera atractivo pero innovador, pero con un precio de venta asequible y accesible a muchos usuarios.
John DeLorean, apostó todo lo que tenía a «caballo ganador» con el DMC-12
General Motor no vio argumentos suficientes para poner el proyecto en marcha, ya tenían modelos como el mencionado Pontiac GTO que funcionaba muy bien y no hacía falta otro que, posiblemente, le robara clientes. De Lorean, convencido de su idea, dejó General Motors y fundó su propia firma para lanzar ese deportivo que estaba en su cabeza. La compañía se llamó DeLorean Motor Company o DMC.
Junto a DeLorean estaba Williams T. Collins, ingeniero jefe de la compañía, quien había diseñado junto a John un chasis que empleaba lo que llamaron “Elastic Reservoir Moulding”, una patente que había conseguido DeLorean y que en teoría ayudaría a reducir el peso del coche y también los costes de fabricación (y por ende, los de venta al público). Fue el primer fallo que cometieron, porque esta tecnología resultó no ser apta para la producción en masa y por tanto, el precio de venta se resentiría.
Este fue uno de los imprevistos que provocó el retraso en su entrada en producción. Se tenía intención de comenzar la fabricación en 1979, pero no pudieron iniciar el montaje hasta 1981. Además, la línea de montaje estaba en Irlanda del Norte, donde DeLorean tuvo una mayor inyección de capital por parte del gobierno. La Agencia de Investigación y Desarrollo de Irlanda del Norte ofreció a John DeLorean 100 millones de libras por instalar allí la fábrica de DeLorean Motor Company y por supuesto, se aceptó.
También hubo otros problemas, como la obligación de cambiar el motor. Se tenía intención de usar un propulsor de lóbulos rotativos, un Wankel, pero emisiones y fiabilidad finalmente inclinaron la balanza hacia el V6 PRV de 130 CV (PRV es por Peugeot, Renault y Volvo, que se unieron durante una época para compartir gastos de desarrollo en motores). Debido a diferentes motivos, como los costes de producción, se emplearon algunas piezas procedentes de Lotus, aunque no se logró que los gastos bajaran lo suficiente.
Así, el sueño de crear un deportivo barato se fue al traste. DMC-12 era por “DeLorean Motor Company 12.000 dólares”, pero se quedó por el camino ya que el coche acabó comercializándose por 25.000 dólares. Por un lado, además de lo ya contado, el Gobierno de Irlanda del Norte no cumplió con lo prometido y dejó a DMC en la estacada, por otro lado, la carrocería de acero inoxidable resultaba complicadísima de pintar y también muy cara (por eso todos los DMC-12 tienen la carrocería vista).
Hubo también otros traspiés por el camino, como el diseño. Obra de Giorgeto Giugiaro, en realidad fue una propuesta de Italdesign para el Porsche 928 que los alemanes rechazaron. Sin embargo, como el proyecto tardó más de lo esperado en ponerse en marcha, Giugiaro pidió modificarlo para adaptarlo a sus línea de lenguaje actuales. John DeLorean se acercó a Porsche, para concretar el desarrollo del bastidor (conjunto de chasis, motor-transmisión, suspensiones, frenos y dirección), pero en Alemania rechazaron el trabajo porque DeLorean lo quería en dos años y Porsche veía trabajo para al menos cinco años.
Finalmente, fue Lotus quien se encargó del bastidor, que realizó casi un coche nuevo con un chasis y algunos componentes derivados del Lotus Esprit. En ese momento, el ingeniero jefe de DMC, Collins, abandona el proyecto y todo comenzó a caer mucho más rápido. Los DMC-12 no eran rápidos y tenían defectos de fabricación (la mano de obra irlandesa no tenía experiencia en estas lides) y los prestamistas, ahora acreedores, no paraban de presionar para que se devolviera el dinero.
Todo iba de mal en peor y DeLorean, desesperado, cayó en la trampa de un inspector de la DEA. Supuestamente, DeLorean intentó vender cocaína en grandes cantidades (por valor de 25 millones de dólares), aunque años más tarde se le declaró inocente. También fue acusado por malversación de fondos de los inversores de Reino Unido y DeLorean Motor Company tuvo que declararse en quiebra en 1982. Se habían fabricado 9.000 unidades del DeLorean, más otro puñado más con restos de producción.
La saga de Regreso al Futuro no llegó hasta 1985, con la empresa ya extinta (no del todo, el empresario estadounidense Stephen Wynne se hizo con los derechos y, con sede en Texas, DeLorean Motor Company todavía existe). Sin embargo, DeLorean disfrutó mucho viendo su creación en la pantalla del cine y siendo testigo como el DMC-12 se volvía un objeto de culto.
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