España, aunque actualmente sea uno de los principales fabricantes de automóviles de Europa, siempre ha ido a la cola en lo referente al automovilismo. Es más, España es, hoy día, el segundo fabricante a nivel europeo y el noveno a nivel global, pero no fabricamos nada realmente propio, todo es para empresas foráneas –la enorme mayoría–. Es decir, España sigue a la cola en esto del automovilismo, aunque la historia de nuestro país y los coches viene de muy atrás. Siempre ha habido alguien interesando en sacar adelante la industria del motor en nuestra piel de toro, pero por unas o por otras, nunca ha terminado de despegar.
Bueno, decir nunca es faltar un poco a la verdad, porque nos estaríamos olvidando de nombres como Pedro Serra, de Damian Mateu Bisa y Francisco Seix Zaya –cofundadores de Hispano Suiza–, Emilio de la Cuadra y Albiol –Automóviles La Cuadra– o, por supuesto, al señor Eduardo Barreiros. De todos ellos, el más conocido para el común de las personas es el genial Barreiros, no en balde, puso a mucha población española sobre ruedas a pesar de los impedimentos que le pusieron desde el INI. Porque ´si, el Instituto Nacional de Industria no le puso las cosas fáciles a Barreiros, pues no debemos olvidar que además del régimen de Franco, en aquellos años, el gobierno buscaba controlarlo todo, sobre todo temas tan importantes y con tantos beneficios como el sector de la automoción y el transporte.
Aun así, Barreiros era un tipo inteligente y logró que los escollos fueran menores, aunque para ello recurrió a una táctica que hoy se tildaría de “enchufismo”: integró en la empresa a familiares de los mandatarios. Eso le permitió crecer hasta el punto de construir unas enormes instalaciones en Villaverde, en lo que hoy es Stellantis y donde se fabrica el Citroën C4 y su versión eléctrica, cuya calle recibe su nombre en homenaje. De allí salieron algunos de los coches más carismáticos de su época, como el Simca 1000 o el enorme Dodge Dart, o ya en manos de Chrysler, el Dodge 3700 GT.
Esos coches fueron lo más grande y lujoso que se vendió en aquellos años y también, por desgracia, fue el final del gran imperio que había fundado Eduardo Barreiros. Concretamente, el Dodge Dart fue el coche que acabó por arruinar las aspiraciones del gallego. El problema fue la cantidad de unidades a fabricar, que según los estudios, España no era capaz de absorber más de 5.000 unidades anuales, una cifra que hacía inviable fabricar el Dart en nuestro país, pues habría que traer maquinaria especializada y mucho utillaje específico. No obstante, el propio Eduardo consideró esa cifra un tanto pesimista, al tiempo que la dirección comercial afirmaba poder colocar unas 20.000 unidades al año. De esta forma, el proyecto era viable y, por tanto, comenzaron con los pasos necesarios para comenzar con la producción.
Hay una anécdota con respecto al número de unidades a vender, tal y como Pablo Gimeno –uno de los historiadores sobre automoción en España más importantes– sostiene, que involucra a Valeriano Barreiros y al director comercial. Valeriano insistió en que no se podrían vender más de 5.000 unidades anuales, una cifra que debería ser el techo máximo al que aspirar, pero el director comercial, en una demostración de prepotencia y poco conocimiento del asunto, afirmó que “5.000 Dodge los vendo yo únicamente entre mis amigos”. Unas declaraciones que finalmente sirvieron para que Eduardo siguiera adelante con el proyecto.
Hay que tener en cuenta que cuando se puso a la venta el Dodge Dart, no había nada similar en España, no por prestaciones, ni por tamaño y, claro está, tampoco por precio. Los coches de alta gama que se veían en nuestras carreteras eran casi todos de importación y tremendamente caros. Hoy un Dart de finales de los 60 es un coche pequeño, pero entonces, con sus 4.988 milímetros de largo, era descomunal. Sí, es cierto no hay muchos coches actuales que superen esa cifra, o siguiera la alcancen, tan solo modelos como los Mercedes Clase S o los Lexus LS500h rondan esa longitud, pero son mucho más anchos y sobre todo, más potentes y pesados. Además, el Dodge 3700 GT estaba equipado con un motor igualmente enorme, un seis cilindros en línea de 3.687 centímetros cúbicos –por eso se denominó 3700 GT– que rendía 165 CV. Por supuesto, alimentado por carburadores.
Como bien le avisaron a Eduardo, no hubo manera de alcanzar, siquiera, las 10.000 unidades anuales. El primer año de ventas del Dodge Dart se vendieron 742 unidades, aunque también es cierto que no fue un año completo de comercialización. El segundo año se vendieron 1.200 coches y el tercero, 1966, se llegaron a vender 6.399 unidades de los 8.000 ejemplares que se fabricaron. Fue el mejor año de producción y a partir de ahí, todo fue cuesta abajo, pues en 1967 solo se matricularon un total de 2.745 unidades. Mientras tanto, las piezas se acumulaban en los almacenes, porque se trajeron de Estados Unidos componentes suficientes para fabricar cerca de 20.000 coches… y eso sumado a que cada coche vendido se hacía con pérdidas; todos los Dodge que fabricó Barreiros le hicieron perder dinero.
Al final, las pérdidas obligaron a Barreiros a una ampliación de capital, que provocó la llegada de Chrysler que casi se frotaba las manos con la idea. La firma norteamericana quería desembarca en Europa y la oportunidad de entrar a través de Barreiros fue la oportunidad perfecta. Muchos dicen que en lugar de hacer que Eduardo cambiara de idea, aprovecharon la ocasión porque sabían que sería un fracaso y podrían, cuando la empresa empezara con los problemas, hacerse con todas las instalaciones y así empezar desde ahí su expansión por Europa.
Durante 1969 se llegó a la conclusión que podían aprovechar las piezas existentes y crear un nuevo modelo, naciendo así el Dodge Dart “versión 69”, que lucían un frontal único, solo aparecido en España y en el caso del GT, también contaba con muchos otros detalles. Para muchos, uno de los Dodge fabricados en Villaverde más bonitos y apreciados de todos al ser una versión exclusiva de nuestro país. El coche funcionó lo suficiente para acabar con las piezas de stock, pero los resultados de Barreiros no mejoraron y finalmente, la familia Barreiros dejó la empresa en 1969 y los americanos se quedaron con toda la empresa y pasó a denominarse Chrysler España S.A.
Fue entonces cuando apareció el Dodge 3700 GT, un coche casi nuevo, porque así podían aprovecharse de las regulaciones y traer todos los elementos para su fabración desde Estados Unidos. Mecánicamente era igual al Dart, pero contaba con dirección asistida y un diseño totalmente propio, sin réplica en Estados Unidos, como si ocurría con el Dart que fabricó Barreiros. El más popular fue el Dodge 3700 GT, que contaba con un cambio manual de cuatro relaciones y un acabado interior más elegante y lujoso. Tuvo más éxito que el Dart y Chrysler fue muy cuidadosa, con unas previsiones mucho menores en cuanto a ventas. Incluso llegó a ser “Coche del año 1971”.
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