América, tierra de oportunidades, de grandes rascacielos y de combustible a precio de saldo. Allí todo se hace a lo grande y en ocasiones, hay que ver que bien les sale. ¿A quien no le gustan las enormes hamburguesas que se hacen en tierras yankees? ¿A quien no le gustan las desproporcionadas pick-up que circulan por sus carreteras? ¿y qué decir de las películas de Hollywood? Menudo contraste de culturas entre la europea y la norteamericana…
De hecho, este enorme contraste ya se viene dando desde hace décadas, dejándose notar especialmente en la automoción. Es cierto que en los albores de la industria, todos los coches eran enormes, pero en U.S.A. aumentaron de tamaño exponencialmente, mientras que en el Viejo Continente algunos mantuvieron sus pequeñas dimensiones. Estados Unidos es el país del burro grande, ande o no ande y, seamos sinceros, nos encanta. Sobre todo en lo que a automovilismo de época se refiere.
El Duesenberg J fue considerado en su momento el mejor automóvil de la historia
Una de esas marcas automovilísticas donde todo era grande y además, espectacular, era Duesenberg. Durante mucho tiempo, Duesenberg fue considerada la mejor firma de automóviles de Estados Unidos gracias a modelos como el Duesenberg J, es más, este coche fue considerado el mejor coche de la historia en su momento dado su espectacular despliegue tecnológico, estilístico y prestacional.
Para entender lo que llegó a significar este automóvil, tenemos que viajar hacia atrás en el tiempo, hacia muy atrás. Concretamente, nuestro viaje tiene como destino el año 1926, cuando Erret Lobband Cord, adquiría Duesenberg en un estado calamitoso, al borde de la quiebra. Por entonces sólo fabricaban un modelo, el Duesenberg Straight 8, el primer coche de la marca nacida en 1920. Era una joya técnica y tecnológica para su momento, pero no tuvo buena acogida entre los usuarios. Conductores, por cierto, con grandes cuentas bancarias.
Cord decidió detener la producción del mencionado modelo y encargar al ingeniero jefe, por entonces, uno de los propios fundadores (Fred Duesenberg, su hermano August no participó en esta nueva etapa, centrando sus esfuerzos en la marca paralela llamada Duesenberg Brothers), el desarrollo de un nuevo modelo que debería dejar a la competencia anticuada, tenía que ser el mejor coche del mundo. Hicieron falta dos años de trabajo pero el 1 de diciembre de 1928, con motivo del Salón del Automóvil de Nueva York, se presentaba el Duesenberg J. Se presentó con varios tipos de carrocerías, destacando un descapotable realmente espectacular, uno de los Duesenberg J más cotizados.
Pero lo realmente impresionó fue su motor. Se optó por un motor de ocho cilindros en línea colocado de forma longitudinal. Tenía bloque y culata de fundición, cigüeñal de aleación de acero al cromo-níquel forjado (más un doble tratamiento térmico) y con cinco apoyos. La compresión era de 5,2:1 y contaba con bielas, pistones y colectores de admisión fabricados con aleación de aluminio, válvulas de acero al silicio y cromo, dejando la alimentación a un carburador Schebler vertical. La cilindrada era de 6,2 litros, montaba un sistema de mitigación de vibraciones formado por dos cápsulas rellenas de mercurio y acopladas al cigüeñal. Rendía 265 CV y gracias a un cambio manual de tres relaciones Warner, podía rozar los 200 km/h.
En el año 1932, Fred Duesenberg adaptó un compresor volumétrico al ocho cilindros, que pasó a rendir 320 CV pudiendo superar los 200 km/h. Había nacido el Duesenber SJ (Supercharged J) del que se fabricaron 40 unidades.
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