Actualmente poco nos sorprende, hemos visto casi de todo y en lo referente a automoción, ni siquiera la llegada de un eléctrico que se recargue en cinco minutos y tenga al menos 600 kilómetros de autonomía nos pillará desprevenidos. Ahí están, sin ir más lejos, los SUV de marcas como Lamborghini y coches “pequeños” de marcas como Audi. ¿Acaso el Audi A1 es un coche que no salió de lo normal cuando se puso en circulación? Tanto como el Audi A3 y tanto, como el Mercedes 190E.
Sí, Mercedes rompió los moldes con el 190E, el cual, se llegó a denominar como “baby Benz”. En aquellos años la marca de la estrella no fabricaba coches por debajo del que hoy conocemos como Clase E, un sedán ejecutivo que en la época del Mercedes E190 era algo extraordinario y está considerado el último Mercedes creado sin tener en cuenta los costes. Un ejemplo de sobre ingeniería que puedes ver todavía, como si no pasaran los años, circulando por las vías públicas.
Poner en circulación un coche como el Mercedes 190E en aquellos años no era sencillo, pero no lo era para Mercedes, no para el resto. Los clientes de la marca alemana no buscaban este tipo de coches, mientras que BMW y Audi colocaban sus Serie 3 y Audi 80 en los garajes de aquellos conductores que no tenían la posibilidad de llegar a comprar un Mercedes porque la marca no les ofrecía el producto que ellos querían. Es decir, no había un pequeño sedán compacto que se colocara en un segmento donde las ventas podrían llegar a ser muy interesantes.
Así llegó el mes de diciembre de 1982 y cuando se presentó el Mercedes 190E, el antecesor de la Clase C. Es más, cuando el 190 se renovó, a finales de los 80 y comienzos de los 90, cambió su nombre por Mercedes Clase C y desde entonces, hasta hoy, ha sido uno de los modelos de la estrella más vendidos. En sus inicios se le conocía por el código interno de “W201” y fue uno de los coches de su segmento que mayor calidad de fabricación llegó a ofrecer. Al igual que su hermano mayor, el W124, todavía es posible ver unidades en perfecto estado circulando por las carreteras.
Bruno Sacco, un visionario
Uno de los principales culpables de la aparición del Mercedes 190E, fue Bruno Sacco, un visionario diseñador que recaló en la firma alemana en 1980 y comenzó a cambiar muchas cosas. Es posible que no se pueda llegar a aceptar que un diseñador cambie la forma de trabajar e incluso de pensar de una multinacional como Mercedes, pero si es alguien con carisma y personalidad, es muy posible. Y Sacco logró poner en marcha muchas ideas que hasta el momento parecían estar fuera de lugar.
Primero, cambió la forma de diseñar coches. Por lo general, la mayoría de los diseñadores trabajaban en los coches pensando en unos 10 años vista, es decir, debería ser un coche actual y funcionalmente válido durante los próximos 10 años. Pero Sacco desechó esa idea y aumentó ese tiempo en 30 años. Y su explicación fue muy sencilla: El tiempo de desarrollo de un coche es, en general, de tres o cinco años. Le sigue un período de ocho años en el que el coche se fabrica en serie. El último coche que sale de la línea de montaje puede tener una esperanza de vida de 20 años. Entre una cosa y otra, el modelo habrá vivido 30 años”. Con un lapso de tiempo tan grande, un diseño atemporal era una premisa fundamental y es ahí donde comenzó a cambiar la marca para acabar siendo lo que tenemos actualmente.
Su principal pilar de trabajo era que “un Mercedes siempre tenía que parecer un Mercedes, sin importancia de su época”. Además, era un obseso del equilibrio estético, es una persona que hoy día, con los coches “sobrediseñados” y cargados de líneas que se cruzan o de formas cóncavas y convexas, debe estar tirándose de los pelos. Pero no fue todo un camino de rosas para Bruno Sacco, un italiano nacido en 1933, tuvo que comprender que Mercedes era una empresa diferente al resto, que su forma de trabajar y sus clientes tenían su propio camino. Y uno era la longevidad de sus productos, que obligaba a una cierta continuidad estética para que el modelo sustituido no envejeciera rápidamente.
No obstante, como italiano que era, la estética era importante y además de calidad y fiabilidad, había que ofrecer un toque diferenciador sin que se perdiera el estilo de la marca. Y el resultado de todo esto fue el Mercedes 190E, el coche más pequeño (por categoría) que había fabricado la marca hasta aquel momento. Después, bastante tiempo después, llegaron los Mercedes Clase A y Mercedes Clase B, aunque esto es harina de otro costal.
La primera intención del Mercedes 190E era correr rallyes, pero el proyecto se canceló y los desarrollos se redirigieron a producción
El Mercedes 190E causó sensación, pocos se esperaban que Mercedes hiciera algo así y se convirtió en uno de los modelos más vendidos de la marca, aunque los “mercedistas” lo encontraron poco burgués, no era un auténtico Mercedes. En paralelo, las versiones del modelo fueron creciendo y ampliando el abanico de opciones hasta llegar uno de los más deseados de todos, que contó en su desarrollo con la colaboración de los británicos de Cosworth. Esta asociación ya se conocía desde tiempo antes, ya en verano de 1983 se comenzó a comentar la posibilidad.
¿Por qué se unieron Mercedes y Cosworth en los años 80? Ahora, con la perspectiva que da el tiempo, no hay que ser muy listo para saber que hablamos del Mercedes 190E 2.3 16V, pero entonces todo eran especulaciones. Mercedes había estado corriendo en rallyes con un 450 SLC 5.0 en el Grupo 4, aunque no fueron a todas las pruebas, solo las africanas. El trabajo de Cosworth, una culata de 16 válvulas para el motor M102, iría a parar a los rallyes. Los primeros prototipos llegaron a rendir 267 CV, muy cerca de los 270 CV previstos para tierra (se tenía intención de llegar a los 300 CV en asfalto). Se llegó a firmar con Ari Vatanen y Walter Röhl para la temporada de 1981, pero el proyecto se canceló de un día para otro.
Esa culata que había desarrollado Cosworth no se quedó en una balda de un armario en el almacén, esa culata acabó en un coche de calle, aunque ligeramente modificada para que fuera más sencillo fabricarla en serie (el pedido inicial de 200 piezas subió, por arte de magia, a las 5.000 piezas anuales). Lo más curioso que nunca deberíamos habernos enterado que Cosworth trabajó en esta culata, pues se firmó un acuerdo de confidencialidad.
Así se presentó el Mercedes 190E 2.3 16V, algo así como la versión GTI del 190, una versión deportiva, rápida y desenfadada, que llegó antes de ver como AMG era absorbida por Mercedes y comenzaba a hacerse cargo de este tipo de coches. Pero era un sedán deportivo al estilo de Mercedes, no era tan ágil como el M3 e30 ni tan rápido como el salvaje Ford Sierra Cosworth, pero pocos coches de su estilo con la estrella en el frontal habían sido tan dinámicos. Era un coche para Autobahn.
El motor era unos cuatro cilindros de 2.299 centímetros cúbicos, alimentación por inyección, culata de aleación con dos árboles de levas y 185 CV a 6.200 revoluciones. El cambio era manual de cinco relaciones, la suspensión independiente, montaba diferencial de deslizamiento limitado y un sistema de regulación electrohidráulica para el eje trasero, entre otras cosas.
Homologación para el DTM
Pero todavía quedaba algo más, un paso al frente que se convertiría en una leyenda y en un objeto de deseo entre los fanáticos de la marca. En 1988 aparecía el Mercedes 190E 2.5-16 EVO, una versión todavía más radical y deportiva, creada específicamente para homologar el coche en el DTM, el campeonato de turismos alemán, que exigía que el coche participara en el campeonato debía fabricarse en serie, aunque fuera limitada. La misma necesidad del BMW M3 e30, cuya creación fue, como en el caso del 2.5-16, con objetivo de homologar la versión de competición.
Los 195 CV del 2.5-16 EVO rápidamente se quedaron cortos. Solo dos años después llegó el Mercedes 190E 2.5-16 EVO II, ya luciendo el enorme alerón trasero y el notable labio delantero en la parte baja del paragolpes. Solo se fabricaron 500 unidades de cada una de las versiones, las justas para homologar la versión de competición y de ellas, se dice que solo 5 unidades llegaron a España.
Partiendo del mismo motor, pero ampliamente modificado, se lograban 235 CV y podía flirtear con los 250 km/h. Ahora sí, el Mercedes 190E era un auténtico deportivo que, por fin, logró el título del DTM para Mercedes. Era la primera vez que la firma de la estrella lograba este título desde la creación del campeonato. En febrero de 1993 cesó la producción del “baby Benz”, tras 1.879.629 unidades. Meses después, en mayo del mismo año, se presentó la primera generación del Mercedes Clase C (W202).
Recibe cada semana una selección de nuestros mejores artículos suscribiéndote a nuestra newsletter.
Estéticamente, me encanta la primera línea del 2.316, obviamente, sin ignorar lo que evolucionó dinámicamente. Aún en las versiones no deportivas, destilaba el saber hacer de mercedes, sin perder su estética y elegancia