Los descapotables son, muy posiblemente, los coches más deseados del mercado o al menos lo estaban hace unos años, antes de que los SUV lo inundaran todo con sus enormes ruedas y su sensación de falsa seguridad al conducirlos. No vamos a ponernos a hablar ahora de los SUV, pero no cabe duda que su auge y su proyección comercial han afectado a otros segmentos como el de los monovolumen, los sedanes y, curiosamente, también a los segmentos de nicho como son los descapotables.
Antes, hace no muchos años, quien quería un coche de estética impactante y llamar la atención, se compraba un descapotable. Eso hizo que la oferta en descapotables se multiplicara, aunque ahora las posibilidades se han reducido al mínimo. El segmento de los descapotables han vuelto a su origen, al nicho, al coche para entusiastas que no alcanza grandes tiradas de ventas volviéndose más exclusivo y pasional. Sólo quedan en el mercado los modelos más deportivos y de mayores sensaciones y han desaparecido los Renault Mégane, Peugeot 308 y demás compañía generalista.
El Mercedes SLK cambió el concepto de los descapotables con su techo duro escamoteable
De hecho, hubo un tiempo en el cual, el descapotable deportivo perdió parte de su esencia con un detalle que lo hacía muy especial y deseado, aunque también provoca que sea coche de minorías: el techo de lona. Durante mucho tiempo, la única forma de hacer desaparecer el techo de un coche, era haciéndolo de material textil, para poder plegarlo y esconderlo cuando se deseara. Pero en el año 1996 se puso a la venta un coche que lo cambió todo, al menos durante unos años, montando un techo duro retráctil: el Mercedes SLK.
Hace ya 25 años de esto, pero el momento todavía perdura en el recuerdo y así seguirá para siempre en la mente de los aficionados al automóvil. El Mercedes SLK presentó un nuevo concepto de descapotable deportivo, uno que combinaba la practicidad del techo fijo de un coupé con la pasión y las sensaciones de un descapotable. La idea cuajó tan bien, que muchos se lanzaron a copiarlo y el mercado se llenó de roadster y descapotables con techo metálico retráctil. Una idea sensacional, no vayamos a engañarnos, por todas las ventajas que ofrecía (seguridad en caso de accidente, complicaciones para los amigos de lo ajeno, mejor protección frente a inclemencias del tiempo…), pero también hizo que se perdiera parte del encanto de un descapotable.
La idea de hacer un techo plegable metálico no era nueva, aunque sólo Mercedes se había atrevido a ponerlo en producción a gran escala. Lo mejor de todo es que lo más antiguos siguen funcionando como el primer día y eso es todo un logro que hace de este modelo un coche muy interesante para quienes buscan un descapotable clásico o cerca de convertirse en clásico, para disfrutar de algunas escapadas de vez en cuando.
Hay versiones para todos los bolsillos, siendo de cuatro cilindros los más populares y los primeros que se pusieron en circulación. Es posible encontrar unidades con 136 CV, 163 CV, 193 y 197 CV, un V6 de 218 CV y el más bestia y, obviamente, más deseado de todos: el AMG con 354 CV. El más vendido durante la producción del primer Mercedes SLK fue el Mercedes SLK 230 Kompressor (de 193 a 197 CV), del que se fabricaron 113.520 unidades de un total de 311.222 coches.
Uno de los mayores problemas, por así decirlo, del Mercedes SLK, es que a pesar de tener 25 años parece demasiado moderno. Su diseño ha capeado muy bien el paso del tiempo y apenas se le puede criticar nada. Habrá quien piense que es un coche soso y sin gracia, mientras otros verán un coche bonito y bien proporcionado, pero nadie pensaría que se trata de un youngtimer cerca de convertirse en clásico.
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