Lamborghini, hay que reconocerlo, rompió todos los moldes cuando puso en circulación, allá por los años 60, el Miura. No había nada como aquel coche, con un motor V12 colocado en posición trasera central y un diseño arrebatador, obra de Bertone (concretamente, Marcello Gandini). Obra maestra de Paolo Stanziani y Giampaolo Dallara, quienes diseñaron el coche a escondidas, sin que Ferruccio se enterara hasta que ya no podía decir que no. Y como curiosidad, tomaron como referencia al imbatible Ford GT40…
Cuando dieron a conocer el coche, en 1966, abrió la puerta a una nueva era. Era el primer Superdeportivo, o eso dicen los expertos. Y se esperaba una fuerte réplica de marcas como Ferrari, que además, tenía que renovar uno de sus modelos insignia: el Ferrari 275 GTB/4. La espera duró un par de años, hasta el salón de París de 1968, cuando la firma de Maranello dio a conocer el que, en teoría, sería el rival del revolucionario Lamborghini Miura. El caso es que Ferrari rechazó de plano hacer un vehículo con motor en posición central y optó por el clasicismo del motor delantero.
Así se presentó el Ferrari 365 GTB/4, apodado “Daytona” por la prensa, ya que la marca había ganado, con triplete incluido, las 24 Horas de Daytona en 1967 y se dio por sentado que Ferrari estaba celebrando su victoria. Pero en realidad, ni se llamó Daytona ni celebraba el triplete, el 365 GTB/4 era el sustituto del 275 GTB/4 y fue el último Ferrari con motor V12, antes de que FIAT se hiciera con el control de la compañía en 1969. Sin olvidar el rechazo de Enzo a Henry Ford, que provocó la aparición de los sensacionales Ford GT40, un coche cuya historia merece ser contada y que dejaremos para otra ocasión.
El nuevo Ferrari 365 GTB4 contrastaba, enormemente, frente al Lamborghini Miura. Eran dos coches contrarios, dos formas de ver el automóvil casi contrarias. Por un lado, un clásico motor delantero y propulsión, con diferencia y caja de cambios en el eje trasero, articulado en torno a un chasis tubular de acero. Por otro lado, un innovador deportivo con el motor colocado tras los asientos, un V12 nada menos, pero de forma transversal. El chasis de tipo bañera de acero, con sendos subchasis agujereados para reducir el peso (sin perder rigidez), mientras que cambio y diferencial hacían bloque con el cárter.
Sin faros retráctiles y con carrocería de aluminio
No fueron pocos los que criticaron al “Daytona” por no haber recurrido al motor en posición central, pero Enzo comandaba el barco por aquel entonces y ni era ingeniero, ni tenía los suficientes conocimientos como para saber que ese era el futuro del automóvil, además de ser un tipo bastante intransigente. A él se le atribuyó la famosa frase: “los caballos tiran del carro, no lo empujan”. Una frase poco afortunada, pues los caballos de sus coches siempre empujaron y no tiraron (la potencia llegaba a las ruedas traseras y, por tanto, empujaban), aunque esto es un tema de debate para otro momento.
Aun así, el diseño que presentaba el Ferrari 365 GTB/4 fue, sin lugar a dudas, aplaudido por todos. Obra, como no podía ser de otra manera, de Pininfarina, explotaba hasta las últimas consecuencias, las características del clásico deportivo de motor delantero. El frontal era largo, con un frontal afilado y agresivo. El habitáculo se describía con una curva que desembocaba, sin interrupción, al final de la tapa del maletero, que se cortaba en vertical. Sus líneas eran fluidas, limpias y hasta cierto punto muy sencillas, pero tenía un equilibrio envidiable y una elegancia que solo Pininfarina era capaz de lograr. No era tan innovador como el Miura, pero era un coche sensacionalmente atractivo. Y eso que el Miura no era precisamente feo.
Se fabricaron, entre 1969 y 1973, se fabricaron algo más de 1.400 unidades del Ferrari 365 GTB/4, de las cuales, 15 fueron destinadas a competición, 122 contaba con carrocería descatapoble (el Ferrari 365 GTS/4) y hoy día, superan el millón de euros en subastas, sobre todo si son de las primeras unidades. Y no es por el motivo de siempre, ya que en ocasiones, las unidades más raras y apreciadas, aparecen al final de la vida comercial del modelo. Sin embargo, en esta ocasión, las primeras unidades del 365 GTB/4 son las más especiales, puesto que tienen algunos detalles que no tuvieron las demás.
El Ferrari 365 GTB/4 “Daytona”, se presentó con un frontal muy diferente al que adoptó tiempo después. Los faros no era retráctiles, sino que estaban tras una cubierta de plexiglás, que hacía más aerodinámico el frontal. También tenían una gruesa banda negra que los separaba, donde se coloca el escudo de Ferrari con el Cavallino Rampante sobre fondo amarillo. A esto, debemos sumar que se fabricaron cinco unidades con carrocería de aluminio, aunque todas ellas fueron a parar a las pistas de carreras. Al menos eso era lo que se creía, porque había rumores sobre una unidad con carrocería de aluminio homologada para vías públicas, que finalmente apareció, confirmando los rumores.
Como se puede esperar, ese Daytona con carrocería de aluminio es como un unicornio, el Santo Grial de los 365 GTB/4 de calle, el cual, ha pasado más de 40 años en Japón, en el garaje de Makoto Takai, quien lo vendió en 2017 a través de RM Sotheby’s. Se vendió, por cierto, por un precio espectacular de 1.807.000 euros.
Expuesto en el Museo Enzo Ferrari, en Módena
Curiosamente, ese Ferrari 365 GTB/4 con carrocería de aluminio, está expuesto en el Museo Enzo Ferrari, en Módena, pero está expuesto cubierto una enorme cantidad de porquería. Es el único ejemplar de todo el museo que está sucio; increíblemente sucio.
Este coche tiene el chasis número 12653 y fue comprado por Luciano Conti en 1969. Luciano, fundador y editor de la revisa Autosprint, era un gran amigo de Enzo y tenía ciertas ventajas a la hora de adquirir cualquier coche de la firma italiana. Sin embargo, en 1971 el coche fue a parar a Japón, donde cambió tres veces de propietario, hasta acabar en manos del ya mencionado Makoto Takai, quien lo tuvo en un garaje durante casi 40 años. No estuvo siempre ahí, lo uso de vez en cuando, pero cuando lo subastó RM Sotheby’s, solo había recorrido 36.390 kilómetros. Vamos, que no se había usado mucho y tras guardarlo, casi quedó abandonado.
Por suerte, después de que varias personas se interesaran por él, la famosa casa de subastas lo presentó en uno de sus lotes, cambiando de dueño por la elevadísima suma antes mencionada. Lo más llamativo es que el actual dueño, porque sigue en posesión de la misma persona que lo compró en 2017, accedió a presta el coche al Museo Enzo Ferrari. Desde que se compró el coche hasta que se trasladó al museo, nadie tocó el coche para nada y se mantuvo tal cual salió del garaje de Takai. El museo lo expone tal cual se encontró, sin restaurar, lleno de porquería y de óxido, con la tapicería, teóricamente de cuero negro, en un estado calamitoso.
No sabemos por qué lo conservan así, ni tampoco sabemos si se está planeando una restauración, pero es la única unidad del “Daytona” de calle, con carrocería de aluminio. Muchos estarán pensando que es obligatorio restaurar esta unidad y dejarla tal y como salió de la fábrica en 1969. Sin embargo, que sea una de las cinco unidades con carrocería de aluminio, no quiere decir que sea uno de los primeros “Daytona”. En realidad, según el número de chasis, es el trigésimo segundo Ferrari 365 GTB/4 que fabricó Scaglietti.
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