La colaboración entre empresas dentro del mundo del automóvil es muy común. Ahí están Ferrari y Pininfarina como uno de los ejemplos más famosos. No obstante, también tenemos otros tantos ejemplos como Lotus y Toyota –los japoneses suministraban motores a los ingleses– o Morgan y BMW –en este caso son los alemanes quienes suministran motores–. Sin embargo, hay otro acuerdo de colaboración similar al de Ferrari y Pininfarina, pero mucho menos “estrecho” y si más especial y exclusivo: Aston Martin y Zagato. Ambas compañías comenzaron a trabajar juntas allá por 1960 y han seguido trabajando en diferentes ocasiones hasta nuestros días, con algunos de los Aston Martin más bellos de todos los tiempos como resultado, aunque también, siendo justos, dando lugar a los Aston Martin más feos, o por lo menos, de estética más discutida.
Este es el caso del Aston Martin V8 Zagato y su versión decapotable, el Aston Martin V8 Volante Zagato, dos creaciones que, cuanto menos, provocan toda clase de opiniones, tanto a favor como en contra. No en balde, la personalidad de ambos coches es muy fuerte, con algunos detalles de diseño peculiares y formas muy rotundas, pocos vistas en un modelo de Aston Martin, una firma que siempre ha destacado por crear automóviles cuyo diseño es completamente atemporal. No obstante, tanto el V8 Zagato como el V9 Volante Zagato son de esas creaciones sumamente exclusivas y al alcance de muy pocos compradores, pues del V8 Zagato se fabricaron tan solo 50 unidades y del V8 Volante Zagato se fabricaron la mitad, 25 ejemplares.
Para conocer la historia de estos coches, en especial del V8 Volante Zagato, el más exclusivo, nos vamos a retrotraer hasta la década de los 80, cuando se comenzó a desarrollar ambos modelos. Pero antes de esto, tenemos que tener claro que las ediciones especiales de este tipo, son una gran fuente de ingresos para los fabricantes de lujo como Aston Martin, una de las formas más interesantes de negocio que tienen estas marcas y algo intrínseco al segmento de lujo, donde hay que llamar la atención constantemente con toda clase de productos exclusivos para poder generar interés y con ello beneficios. Con esta idea clara, ahora sí, nos vamos a la década de los 80, concretamente a la celebración del salón del automóvil de Ginebra de 1984. En aquella feria, Ferrari daba a conocer el sensacional Ferrari 288 GTO, un coche que se había desarrollado para su participación en el Grupo B de rallies, pero, aunque nunca llegó a competir, el coche “de calle” fue un auténtico éxito y todas las unidades previstas se vendieron tremendamente rápido.
Aquel 288 GTO era el coche más espectacular y caro que jamás había ofrecido Ferrari, pero aun así, las ventas superaron todas las expectativas. Algunos lo consideraron como una señal, la puerta de entrada a un nuevo nicho donde los coches de ediciones muy limitadas y exclusivas eran la principal atracción. Así lo vio Aston Martin y decidieron aprovechar la situación, además, tenían un antecedente en la propia marca: el Aston Martin DB4 GT Zagato, uno de los coches más buscados del catálogo de carretera de la marca. Antecedente, por supuesto, que sirvió para que los directivos de Aston Martin tuvierar claro como iban a actuar: con el Aston Martin V8 como punto de partida, se tenía que desarrollar un automóvil más liviano, con un talante más deportivo y sería vestido por Zagato. Con esta fórmula, el atractivo del modelo se elevaría al nivel del Ferrari 288 GTO. Y sí, así ocurrió.
¡Los británicos compraron el 50% de Zagato!
En colaboraciones con Zagato, se establecieron una serie de directrices que debían cumplirse sí o sí. Había que reducir el 10% del peso total del coche, mientras que el motor debería rondar, mínimo, los 400 CV. Además, la carrocería tenía que ser más aerodinámica, siguiendo las modas imperantes en aquellos años. El resultado de estas premisas se presentó en el mismo salón de Ginebra, pero en su edición de 1985 y como cabría esperar, fue un éxito rotundo y las 50 unidades que se tenían previstas se vendieron rápidamente. La producción comenzó en 1986, pero poco después de que diera comienzo la fabricación, el presidente de Aston Martin, Victor Gauntlett, descubrió que Zagato estaba en una situación especialmente delicada, tanto, que de no actuar acabaría en concurso de acreedores y Aston Martin se quedaría sin sus 50 unidades. Así que, para asegurarse de que se completaran todas las unidades, Aston Martin adquirió el 50% de Zagato.
La compra de la mitad de Zagato les permitió montar las 50 unidades previstas, pero también barajar la posibilidad de seguir con las ediciones especiales, sobre todo porque muchos clientes se habían quedado con las ganas de adquirir uno de los pocos V8 Zagato fabricados. Era una oportunidad única para seguir con las ediciones especiales y la gerencia de la compañía británica dio luz al lanzamiento de un V8 Volante Zagato. Sin embargo, había que tener cuidado, porque aquellos que habían comprado la versión coupé, podrían sentirse engañados al haber comprado un coche menos exclusivo y menos interesante, así que había que ofrecer algo que no supusiera una “ofensa” para los primeros clientes –no es fácil esto de las ediciones especiales, como se puede apreciar–.
Así, los V8 Volante Zagato tomarían como base de partida los V8 Volante estándar, en lugar del Vantage, como ocurrió con el V8 Zagato Coupé. Esto significaba monta el V8 EFi V585 con inyección. Se fabricarían menos unidades, no más de 25 coches. La primera unidad que mostró la marca, contaba con el frontal que tenía el V8 Zagato coupé y se presentó, nuevamente, en el salón de Ginebra de 1987. No obstante, las unidades de producción acabaron montando un frontal rediseñado, específico para la carrocería Volante y además, se vendieron igual de rápido que la carrocería coupé.
Chasis reforzado, más de 300 CV y personalidad a raudales
El Aston Martin V8 Volante Zagato no era exactamente igual al V8 Zagato coupé, contaba con algunos detalles exclusivos y otra serie de cambios técnicos provocados por la falta de techo. Por ejemplo, el chasis estaba reforzado para contrarrestar la falta de techo, lo que provoca, como seguramente ya sabréis, una falta de rigidez general que conduciendo a alta velocidad y haciendo uso de toda la potencia disponible, acaba por restar eficacia y agrado de conducción –si es mucha la flexión del chasis, podría ser incluso peligroso–. Los refuerzos dieron como resultado una estructura más rígida que en el V8 Zagato coupé, aunque también elevaron el peso.
Las suspensiones era las mismas que en el coupé, pero con un tarado diferente. Es decir, contaba con un eje delantero con brazos transversales desiguales y una nueva barra estabilizadora, mientras que atrás había un eje trasero de Dion, con brazos de arrastre paralelos y paralelogramo de Watt –también se conoce como “timonería de Watt”–. Los frenos eran, nuevamente, iguales, con discos ventilados en todas las ruedas –267 milímetros delante y 264 milímetros detrás, como en el resto de la gama V8–, manteniendo los frenos traseros “in board” –a la salida del diferencial–.
El motor, como se ha comentado anteriormente, era distinto, el EFi V585. Este motor derivaba del V580, un bloque que había supuesto una nueva era para Aston Martin en cuantos diseño y prestaciones, empleando unas nuevas culatas con válvulas más grandes, árboles de levas específicos, conductos rediseñados y unos pistones revisados que favorecían una relación de compresión más elevada. A este motor, se le añadió un sistema de inyección Weber/Marelli de control electrónico y favorecía una potencia de 315 CV a 5.000 revoluciones y un par de 467 Nm, recibiendo el código interno de EFi V585. A todo esto, en las versiones de Zagato, se añadió una bomba de aire accionada por correa y se acopló a un cambio manual de cinco relaciones fabricado por ZF, con embrague Borg & Deck y un diferencial de deslizamiento limitado Powr-Lok.
Respecto a su diseño exterior, las diferencias era sutiles, pero existían. Por ejemplo, el capó era más bajo, pues el empleo de la inyección en lugar de la carburación permitió que los diseñadores perfilaran todavía más este apartado. La parte trasera tuvo que adaptarse, como es lógico, a la presencia y necesidades de un techo de lona plegable y se añadió una segunda ventanilla trasera.
Curiosamente, tras su presentación en 1987, se fabricaron más de 25 unidades, concretamente, 37 ejemplares. De estos, 23 tenían el volante a la derecha y 14 tenían el volante a la izquierda. Además, se afirma que 10 unidades fueron modificadas, recibiendo el frontal y el motor del coupé –nueve con volante a la derecha y uno con volante a la izquierda–.
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