Si hablamos de FIAT y lo rallies, tenemos que hablar de una historia repleta de éxitos. La FIAT actual está muy lejos de aquella que, hace varias décadas, era uno de los referentes en competición. Muchos actualmente ven a FIAT como una firma menor, una marca de coches pequeños y baratos, que no ofrece coches que destaquen por nada en especial, pero en el recuerdo de muchos, los SEAT 124, 850 o, por poner otro ejemplo, los Supermirafiori, son objetos casi de culto y en el fondo, no son más que FIAT fabricados en España.
Continuando con el mismo camino, muchos recordarán otras máquinas firmadas por FIAT, como el Uno Turbo, el FIAT X1/9 o más cercano en el tiempo, el FIAT Barchetta, que no era un deportivo espectacular, pero es un roadster de lo más interesante y con un gran número de seguidores en todo el mundo; incluso tiene numerosos club de fans. Resumiendo, que FIAT cuenta con una historia realmente interesante, con automóviles dignos de mención y respeto, coches como el FIAT 131 Abarth, un modelo que quizá pase desapercibido para muchos fanáticos de los coches, pero su rareza, sus éxitos en competición y por supuesto, su diseño y prestaciones, hacen que sea un coche de colección que puede superar los 100.000 euros en el mercado.
El FIAT 131 Abarth, además, fue el modelo con el que la firma italiana reemplazo en el Mundial de Rallies a un mito como es el Lancia Stratos. Se trata de un logro importante, ya que, concretamente, hablamos de un deportivo nacido para ganar en competición, que dejó su lugar a un sedán de dos puertas basado en un modelo “de masas” como el era el FIAT 131. Y si queremos rizar el rizo, el FIAT 131 reemplazó en el mercado a otro mito de la marca, el FIAT 124, “nuestro” SEAT 124, tan querido por los aficionados (de hecho, este coche presume de tener el club más grande de España y uno de los más activos).
Gana el domingo, vende el lunes
Corría el año 1974 cuando FIAT presentó el que sería uno de sus coches más importante, el FIAT 131, que remplazaría, como hemos comentado, al 124, aunque en España ambos modelos convivieron en el mercado, dejando al 131 como el máximo exponente de la marca española en aquel momento. Pero no era importante solo por ocupar el lugar del FIAT 124, con el 131 la marca italiana estrenaba varias cosas, como un nuevo procedimiento para la protección contra la corrosión de la carrocería, mejoras en la elección de los materiales o un diseño más moderno, más amplio y más elegante.
En España, SEAT presumía de su paso a producción en enero de 1975, durante el Salón del Automóvil de Barcelona, convirtiéndose en “Coche del año 1975”. También presumía de potencia, al montar el cuatro cilindros del SEAT 1430 con 75 CV un 1.600 biárbol con 95 CV. Este último motor, por cierto, se consideraba en su momento como todo un lujo por sus prestaciones. Menudo cambio respecto a los coches actuales, ¿verdad? Pero también es cierto que un modelo como el SEAT 131, pesaba, de media, 200 o 30 kilos menos. No tardó en convertirse en un éxito de ventas, incluso con la crisis del 73 todavía latente, tanto en España como en su país natal, donde llegó a copar el 50% de las ventas de FIAT. Hoy, con auge de los SUV, habría sido un fracaso pues los sedanes tradicionales hoy día no tienen hueco en el mercado.
Sin embargo, cuando el SEAT 131 se ponía a la venta en España, también aparecía una versión que nunca vimos con el sello patrio de la Sociedad Española de Automóviles de Turismo: el FAT 131 Abarth. Una versión que nació para competir, para ganar pruebas en rallies y para aumentar el atractivo de las versiones más normales del sedan italiano. Por aquellos años, el Lancia Stratos era el coche que representaba al Grupo FIAT en competición, pero era un coche tan especial, tan radical y caro, que era un sueño para cualquier usuario normal. FIAT quería hermanar las versiones de competición con las de producción, intentando explotar el dicho de “gana el domingo y vende el lunes”, así que hizo lo más lógico: convertir su más moderno automóvil en un coche de competición, así cualquier usuario podría presumir de conducir el mismo coche que competía al máximo nivel.
FIAT, Bertone y Abarth… el éxito estaba asegurado
El caso es que un sedán del tamaño del FIAT 131 y con sus características no era la mejor opción para competir, sobre todo en tramos de rallye, donde el espacio no es precisamente holgado. ¿Te imaginas ir totalmente cruzado entre árboles, piedras y montículos de nieve con un cuatro puertas como el 131? Ellos tampoco y eso que la longitud del modelo la alcanza cualquier compacto actual. Así que recurrieron, como cabría esperar, a los conocimientos de Abarth y a Bertone, que se encargó de darle una fisionomía más indicada para competir.
Se tomó como base de partida la carrocería de dos puertas, una versión que nunca tuvo SEAT y que Bertone convirtió en todo un espectáculo: aletas ensanchadas para dar cabida a ruedas más grandes, nuevo paragolpes más aerodinámico delante (atrás ni siquiera tenía), spoiler trasero… parecía que se había “hinchado” a esteroides y luego se había machado en el gimnasio sin parar, se veía y se ve muy “gordo”, como se suele decir.
De la parte técnica se encargó FIAT, modificando las suspensiones con nuevos brazos y una barra estabilizadora, mientras que detrás se retiraba el eje rígido colocando en su lugar, para mejorar el comportamiento, un esquema McPherson inspirado en el que usaba el FIAT 124 Spider (delante también montaba McPherson). Con este esquema de suspensión trasera, se obtenía mayor capacidad de regulación. Las ruedas, por su parte, tenían unas medidas de 195/50 VR 15, unas ruedas grandes y deportivas para la época y que hoy, ya apenas se usan (lo que no quiere decir que no sean aptas, sino que ahora, los fabricantes se han vuelto locos con las medidas. ¿225 de ancho para un coche de 140 CV? ¿En serio?).
Un motor de cuatro cilindros, 2.0 litros… ¡y 140 CV!
Las versiones de homologación, pues el FIAT 131 Abarth era un coche de homologación, siempre han contado con motores relativamente potentes, pues en competición, las mejoras permitidas por el reglamento lograban aumentar las prestaciones partiendo de ese motor de producción. En el caso del 131 Abarth, el motor era un cuatro cilindros 2.0 litros atmosférico (es decir, sin turbo), que rendía 140 CV gracias a Abarth. Sí, seguramente te parezca una cifra de lo más normal, incluso insulsa para un coche con el aspecto del FIAT 131 Abarth, pero en su momento era una potencia muy buena. Se combinaba con un cambio manual de cinco relaciones, que le permitía presumir de una aceleración de 0 a 100 km/h en 8,8 segundos, así como de una velocidad máxima de 190 km/h. Nuevamente, cifras de lo más normales hoy día, pero en aquellos años, un FIAT 131 rara vez superaba los 175 km/h.
En competición, ese motor 2.0 rendía 200 CV, pasando posteriormente a 215 y más adelante, en su última versión, a 230 CV al montar un sistema de inyección Kugelfisher. Y gracias a eso y a otra serie de cambios, las victorias comenzaron a llegar casi desde el primer momento: Mil Lagos en 1976, el Campeonato del Mundo de Rallies constructores en 1977, 1978 y 1979 (estos dos últimos también de pilotos).
Solo se fabricaron 400 unidades, las exigidas por la FIA para su homologación, que, a modo de curiosidad, se vendieron en solo tres días.
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