El gigante italiano FIAT creó en el año 1923 una de sus máquinas más famosas. Un coche que fue concebido para competir, pero para el tipo de competiciones al que estamos acostumbrados a ver en el mundo del motor. Crearon un bólido para lograr el récord de velocidad en tierra, una misión que cumplieron al año siguiente, en julio de 1924. Con motivo del centenario de este récord de velocidad terrestre, vamos a recordar la historia de este modelo conocido como el Mefistofele. Hablaremos del origen del coche, de la inspiración de su nombre, del récord que consiguió y de su paradero actual.
UN BÓLIDO “DIABÓLICO”
Para conocer el origen de este coche tenemos que remontarnos al año 1922. En ese año, John Duff participó en una carrera en el Circuito de Brooklands, Inglaterra, a los mandos de un FIAT SB4 de 1908, un coche de carreras ya obsoleto para la época. El motor de explosión utilizado por Duff en ese FIAT, fue comprado y reutilizado por el piloto británico Ernest Eldridge, que soñaba con crear un coche de carreras para batir récords de velocidad.
Con esta intención, Eldridge desarrolló un motor de aviación de seis cilindros en línea para equiparlo en el FIAT SB4, pero existía un problema, el motor de avión era extremadamente largo y voluminoso para caber bajo el capó de dicho FIAT. Por lo tanto, alargó el chasis a partir de los restos de un autobús antiguo londinense y así fue como nació nuestro protagonista.
Se dice que el ruido del motor del coche era tan ensordecedor que decidieron bautizarlo con el nombre de un demonio, en este caso con el nombre de Mefistófeles, o Mefistofele en italiano, un demonio del folclore alemán que era considerado como un subordinado de Satanás que se encargaba de capturar almas.
EL COCHE MÁS VELOZ DE SU ÉPOCA
Julio de 1924 fue el mes y el año en el que tuvo lugar el acontecimiento que hizo inmortal a esta máquina. Para conseguir su propósito, se utilizó como escenario el circuito de Arpajon en Francia. Ese día también intentaba batir el récord el equipo de René Thomas, que estaba utilizando un Delage V12 de 350 CV. Eldridge consiguió alcanzar los 230,55 km/h, batiendo el récord de velocidad punta vigente. Sin embargo, no fue admitido oficialmente por una reclamación del equipo contrario. La reclamación fue que el Mefistofele carecía en su caja de cambios de la marcha atrás, así que no hubo ningún reconocimiento oficial.
Sin embargo, esto no intimidaría ni a Eldridge ni a su “demonio”. Seis días después, tras haber realizado algunos ajustes en el coche y haber añadido la marcha atrás en la transmisión, el británico recorrió la recta de la “Ruta de Orleans” y rompió el récord de velocidad en tierra con una punta de 234,97 km/h que, esta vez sí, sería reconocido oficialmente a nivel mundial.
HISTORIA DEL COCHE TRAS EL RÉCORD
Una vez cumplido el propósito para el que fue concebido, la existencia del Mefistofele dejó de tener sentido. Pero, afortunadamente, 100 años después de su récord de velocidad, el vehículo ha llegado muy bien conservado hasta nuestros días. Aunque hay que decir que ha estado en diversos lugares, e incluso “desaparecido” de la vida pública durante décadas.
Cuando batió el récord, el automóvil italiano pasó años en la campiña inglesa en manos privadas, conservado por un entusiasta británico del modelo llamado Charles E. Naylor. Consiguió sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial y, ya en la década de los sesenta, la propia FIAT adquirió el coche. Tal era el cariño y la delicadeza con el que Charles E. Naylor conservó el vehículo, que cuando FIAT lo compró, no solo estaba estéticamente bien conservado, sino que también era plenamente funcional. En el año 1970, con motivo del Salón del Automóvil de Turín, FIAT decidió exponer la máquina en su propio stand.
Bajo la custodia de FIAT, el Mefistofele puede contemplarse a día de hoy en el Centro Storico FIAT, un museo de la marca que se encuentra en su ciudad de origen, Turín. Hay que decir, que este museo se encuentra en un edificio modernista de FIAT Corso Dante, que en su momento fue la primera fábrica que tuvo FIAT en toda su historia. Otro detalle que no debe pasar desapercibido sobre este modelo y sobre su ubicación actual, es que lo tienen expuesto en el salón central, que era anteriormente el taller donde se ponían a punto todos los automóviles de carreras de FIAT, incluyendo el propio Mefistofele.
En definitiva, este modelo centenario es muy diferente a lo que estamos acostumbrados a ver dentro del mundo del motor. Casi todos los coches se construyen o para su uso diario en las calles y carreteras o para competir en circuitos, pero en este caso, el Mefistofele es uno de esos bólidos que se encuentran en el selecto club de modelos que fueron concebidos para un uso muy específico, el de convertirse en el coche más veloz de la tierra. Un récord que pudo conseguir y que, por fortuna, ha conseguido sobrevivir para que muchas generaciones posteriores de aficionados a la historia del automóvil puedan todavía disfrutar de él en museos y eventos de exhibición de históricos.
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