Nueva carrera en la Fórmula 1, nuevo circuito. Esta vez en Italia, en una de las pistas automovilísticas más famosas de la historia, en el Gran Premio de la Emilia Romagna (Imola). Desgraciadamente y a pesar de que es un trazado precioso, es mas conocido por haberle arrebatado la vida a varios pilotos, uno de ellos considerado como uno de los mejores de la historia, Ayrton Senna.
Pero hoy no estamos aquí para recordar ese trágico accidente, si no para rememorar una de las experiencias más raras y alucinantes vividas por “Magic”.
Senna llega a Mónaco con McLaren
Hay que volver a 1988. Ayrton Senna acababa de llegar a McLaren para compartir equipo con Alain Prost, relación que no salió como lo esperado. El brasileño aterrizaba en el Gran Premio de Mónaco, que era la tercera prueba del campeonato, seis puntos por debajo de su compañero. El objetivo estaba claro, ganar la carrera e invertir la balanza de los puntos. Lo que no sabía Senna es que iba a vivir un fin de semana que le cambiaría la vida.
Una de las mejores vueltas de clasificación de la historia
Todo el mundo era conocedor de las habilidades de “O rei” sobre el volante, pero lo que se presenció en la clasificación fue inédito. Senna no corría, volaba por las calles del Principado. Consiguió la pole con un tiempo de 1:23:998, 1,4 segundos mas rápido que Prost. Aún hoy en día es la máxima diferencia entre el primero y el segundo en clasificación en Mónaco.
Así explicaba Senna dicha hazaña: “Recuerdo que corría más y más deprisa cada vuelta. Ya había conseguido la pole por una décimas, luego por medio segundo, después por casi un segundo y, al final, por más de un segundo. En aquel momento me di cuenta, de repente, que estaba pasando los límites de la consciencia.”
«Tuve la sensación de estar en un túnel… El circuito, para mí, era sólo un túnel. En ese momento me sentí vulnerable. Había establecido mis propios límites y los del coche, límites que jamás había alcanzado. Aún mantenía el control, pero no estaba seguro de lo que estaba sucediendo exactamente: yo corría.…y corría.”
«Fue una experiencia espantosa. De repente me di cuenta que aquello era demasiado. Fui despacio hacia los boxes y me dije a mí mismo que aquel día no regresaría a la pista. Fue una experiencia que nunca más se repitió con tanta intensidad, y deliberadamente, no volví a permitirme llegar tan lejos.”
La carrera de Senna y la aparición de Dios
Senna siempre fue un piloto creyente y le daba mucha importancia a la religión y a Dios, pero ese fin de semana tuvo una experiencia divina. Cuando todo parecía haber terminado tras la clasificación, llegó la carrera y Senna volvió a volar. No bajaba el pie del acelerador y cogía las curvas mucho más rápido que el resto de pilotos. En la vuelta 54, Prost, que era segundo, estaba a un minuto del brasileño.
Desde el muro avisaron a Senna para que bajase el ritmo, iba demasiado rápido y no paraba de aumentar la ventaja. El piloto no respondía, solo corría. El muro fue el único que pudo detenerle. Un error impropio de alguien como él, que le dejaba sin carrera y sin puntos.
«Aquello no fue sólo un error de pilotaje. Era el resultado de una lucha interna que me paralizaba y me convertía en invulnerable. Tenía un camino hacia Dios y otro hacia el diablo. El accidente sólo fue una señal de que Dios estaba allí esperándome para darme la mano”, afirmaba Ayrton.
Una experiencia que no muchos creen pero que para Senna significó un punto de inflexión en su carrera. “Vi a Dios. Él fue quien me guió. Tuve señales que me indicaron sus deseos y su poder. Por encima de todo. Su poder para controlar lo que fuera, todo. Algunas personas nunca vivirán la experiencia que yo viví, y no creerán lo que digo, pero yo me limito a relatar la experiencia que viví, como un hecho. Rezaba, agradeciendo a Dios que iba a ser campeón mundial. Cuando, concentrado al máximo, abordaba una curva a 180 grados, vi su imagen, grande, allí, suspendida, elevándose hacia el cielo. Todo al mismo tiempo en que me concentraba, conduciendo el coche. Este contacto con Dios fue una experiencia maravillosa”, comentaba el piloto brasileño.
Ese año, 1988, sería campeón y no volvería a vivir una experiencia divina el resto de su carrera, que finalizó en 1994, tras fallecer contra los muros de la curva de Tamburello, en Imola.
Si quieres saber saber más sobre la vida de Senna te dejamos el enlace a este otro artículo.
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