Diablo fue un toro criado por el duque de Veragua, en el ya lejano Siglo XIX, quien tenía una ganadería de toros bravos españoles. Diablo se hizo famoso porque derrotó en la plaza de toros de Madrid al famoso torero José Lara Jiménez, “El Chicorro”, el 11 de julio de 1869. Un toro que, según las expresiones del mundillo de la tauromaquia, tenía mucho trapío, que se puede traducir como “buena planta y gallardía”. Atributos que podríamos emplear para describir, al menos en parte, al coche que adoptó su nombre a finales de los años 80: el Lamborghini Diablo.
El Diablo de cuatro ruedas fue un coche exagerado en todos los sentidos, un auténtico Lamborghini, que llegó al mercado para reemplazar al más que mítico Countach. Con una tarea semejante, es evidente que no se podía hacer cualquier cosa, había que poner en circulación un coche superlativo, pero en aquellos años, la firma italiana no estaba en su mejor momento. Chrysler se hizo con el control de Lamborghini en 1987 y esperaba poder reflotar la compañía, lanzando al mercado el reemplazo del mencionado Countach y del Lamborghini Jalpa.
Sin embargo, no sucedió nada de lo esperado y las ambiciones de la firma yankee se vieron negativamente afectadas. El problema que hubo, básicamente, fue una percepción errónea por parte de los directivos de Chrysler por un anormal auge de los coches deportivos y de altas prestaciones entre 1987 y 1990 provocada por la caída de la bolsa de valores en 1987. Esto provocó que los coches muy exóticos y exclusivos, se vieran como activos de alto rendimiento, es decir, como una inversión y las ventas de ese tipo de vehículos se dispararon. El resultado, como cabría esperar, es que todo se fue al garete y el mercado colapsó en 1990, dejando a Chrysler con un montón de unidades del Diablo sin comprador.
Con el agua al cuello, Chrysler vendió la compañía italiana a Megatech, una sociedad de cartera con sede en as Bermudas, para el grupo de inversión de Malasia, Mycom Setdco, y el grupo indonesio V Power Corporation. Una vez bajo el control de Megatech, no se tardó mucho en lanzar nuevas versiones y en el mismo año de su adquisición, en 1993, se lanza el Diablo VT con tracción total y se anuncia la edición limitada SE30 para conmemorar los 30 años de la compañía.
Aparece el Lamborghini Diablo SV
De nuevo, las ventas vuelven a caer y la compañía tiene que buscar una forma de reflotar el interés por la marca, escogiendo la vía que siempre se suele usar para esas cosas: nuevas versiones. En el Salón del Automóvil de Ginebra de 1995, se dio a conocer el Lamborghini Diablo SV, una variante del superdeportivo italiano que apostaba por la “pureza” y la emoción al volante: más potencia, detalles estéticos inspirados en el SE30. Con el SV (Sport Veloce, en referencia al mítico Miura SV), era una versión para los amantes de la conducción más pura y pasional, y para aquellos conductores que valoraban el rendimiento por encima de todo. El resultado fue un aumento de la demanda…
Los cambios en este Diablo SV eran importantes, afectando a su comportamiento y por supuesto, a su precio, que resultó ser un 10% inferior al Diablo más barato hasta el momento. El chasis, por un lado, era el mismo entramado de tubos de acero, reforzado en la zona de la cabina por paneles de fibra de carbono y aleaciones de alta resistencia. Se tomó como punto de partida la plataforma para el modelo de propulsión, eliminando por el camino los amortiguadores Koni de control electrónico como los montados en el Diablo VT y reduciendo el peso notablemente al prescindir del sistema de transmisión para el eje delantero.
El equipo de suspensiones, por tanto, era de tipo fijo, aunque mantenía el esquema de doble horquilla. El eje trasero contaba con dobles amortiguadores, había barras estabilizadoras en los dos ejes y en cuanto a los frenos, eran de origen Brembo con 330 milímetros de diámetro delante y pinzas de cuatro pistones, siendo los traseros de 310 milímetros con pinzas de doble pistón. No se ofrecía el ABS ni siquiera como opción, aunque si se instalaba dirección asistida, algo necesario para poder mover un eje delantero equipado con llantas de 17 pulgadas calzadas con gomas Pirelli P Zero. Atrás, las llantas eran de 18 pulgadas.
V12 atmosférico con 510 CV
Colocado en posición trasera central, como en cualquier otro Lamborghini Diablo, había un gran V12 atmosférico de elevado régimen, un motor diseñado por Giotto Bizzarrini con 60 grados entre bancadas y 5.709 centímetros cúbicos (87 milímetros de diámetro y 80 milímetros de carrera), capaz de girar a 7.100 revoluciones y fabricado totalmente con aleación. En ese régimen, el Diablo SV alcanzaba los 510 CV, habiendo alcanzado antes, a 5.900 revoluciones, los 580 Nm de par. Era un propulsor a medio camino entre el Lamborghini Diablo estándar y el SE30, pues el primero rendía 492 CV y el segundo 525 CV. Tenía, como el V12 del SE30, inyección multipunto digital LIE y un nuevo escape de mayor flujo.
La caja de cambios era manual de cinco relaciones, como en el resto de versiones, pero los desarrollos eran específicos, tenía embrague monodisco en seco, transmisión final ZF y diferencial trasero de deslizamiento limitado.
El peso, gracias a la ausencia de tracción total, se quedó en 1.576 kilos, la misma cifra que anunciaba el Diablo estándar, sin embargo, el aumento de potencia le permitía ser ligeramente más rápido, alcanzando los 328 km/h, al tiempo que reducía una décima en el sprint hasta los 100 km/h desde parado.
Con el paso del tiempo, el Lamborghini Diablo SV recibió algunas mejoras. Una de ellas fue la adopción del sistema variable de válvulas, que permitió otra serie de cambios en los árboles de levas y reducir las emisiones al tiempo que aumentaba la potencia, pasando de los 510 CV a 530 CV al mismo régimen y con un par que también aumentaba ligeramente. Este cambio también permitió que el Lamborghini Diablo SV se pudiera comercializar en Estados Unidos, donde no había podido venderse por no superar las normativas de emisiones.
También se añadió ABS, ruedas delanteras de 18 pulgadas y frenos de 355 milímetros delante y 335 milímetros detrás, así como los amortiguadores Koni regulables procedentes del Diablo VT.
Lamborghini pasó a manos de Volkswagen en 1998, realizando una inversión que permitió terminar el desarrollo del restyling del modelo, que apareció en 1999 y supuso el final de producción del Diablo SV, del que se estima, aproximadamente, unas 300 unidades fabricadas (40 de ellas con volante a la derecha).
Recibe cada semana una selección de nuestros mejores artículos suscribiéndote a nuestra newsletter.