Algo deben tener los SUV para que las gente sólo quiera ese tipo de coches. Su ventas son tan elevadas, que hay fabricantes que han apostado todo, o casi todo, a este segmento de mercado mientras que otros, ajenos a modas y tendencias, se han dejado tentar y se han adentrado en la parcela de los SUV. Que Bentley y Rolls-Royce tengan sus propias propuestas puede llamar la atención, aunque no es tan sorprendente. Es más llamativo que marcas como Porsche o Aston Martin tengan un SUV en catálogo.
Todavía es más sorprendente que incluso Ferrari, una firma que siempre se ha centrado en los deportivos, única y exclusivamente en deportivos, haya anunciado un SUV. Dicen que no será un SUV al uso, pero el caso es que las modas han llegado a Maranello. El Lamborghini Urus tiene mucho que ver en esa decisión, otro modelo que deja ver claramente el poder de seducción que tienen los “Sport Utility Vehicle”.
El Lamborghini LM002 nació como un proyecto frustrado para el ejército
De todas formas, Lamborghini puede presumir de haber tenido no un SUV, por muy potente que sea, sino un auténtico todoterreno en toda regla. Obviamente, hablamos del Lamborghini LM002, un monstruo que, presentado en el Salón de Ginebra de 1982, procedía originalmente de un proyecto para el ejército. Las cosas no salieron como se esperaba y la marca tenía que hacer algo con el dinero invertido, así que lo reconvirtió en el todoterreno más salvaje y sin sentido que se ha fabricado.
Y como era de esperar, siendo un enorme sin sentido, fue un enorme centro de atención logrando una repercusión espectacular. Se fabricaron menos de 350 unidades, no en balde, era caro de adquirir, pero todavía más caro de mantener. Los neumáticos, por ejemplo, son un desarrollo específico de Pirelli, diseñados para poder soportar la paliza de digerir los más de 2.500 kilos que pesaba, a más de 200 km/h que alcanzaba (las malas lenguas dicen que cada unidad puede alcanzar los 1.200 euros). Al mismo tiempo, según revistas como Auto motor und Sport, en pruebas de la época, el LM002 podía “tragar” hasta 45 litros de gasolina cada 100 kilómetros. No importa con un depósito de 290 litros, aunque para llenarlo haga falta medio sueldo, o casi.
Bajo el capó habitaba el V12 5.1 del Lamborghini Countach, con sus 450 CV dispuestos a mover esta mole de formas irregulares y angulosas, alimentados por carburadores (en los 90 montó inyección). El monstruo italiano, un verdadero toro con ruedas, se fabricaba con aluminio y fibra de vidrio, pieles de la mayor calidad y todos los gadgets que se pueda imaginar en la década de los 80.
No es extraño que su mejor mercado fuera Oriente Medio, donde cualquier vehículo que sea grande, potente, caro y gaste gasolina como si fuera gratis, es bienvenido. Keke Rosberg, Sylvester Stallone e incluso Tina Turner tuvieron un Lamborghini LM002 y actualmente, las unidades que salen a la venta alcanzan cotizaciones superiores a los 300.000 euros.
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