Hoy, tal y como está el mercado, el precio de los combustibles y las futuras normas de emisiones, pensar en coches deportivos parece algo políticamente incorrecto. Incluso el señor Pere Navarro ha llegado a decir que comprar un automóvil que va a más de 200 km/h porque solo te puede llevar a la cárcel. Una situación que parece sacada de un futuro distópico, donde cualquier vehículo es una simple herramienta para ir del punto A al punto B, de la forma más ecológica, económica e insípida posible. No hay lugar para la pasión de los aficionados ni de los ingenieros.
Eso nos hace mirar hacia atrás en el tiempo, hacia una época en la que un coche de altas prestaciones no era un objeto terrorífico, una herramienta que como dice el director de nuestra Dirección General de Tráfico, solo te llevará a la cárcel. Miramos hacia atrás en la historia del automóvil buscando un tiempo en el que un coche, fuera cual fuera, no te equiparaba a un ladrón o a un asesino. Y esa mirada nos ha llevado a encontrarnos con el Maserati Boomerang, un prototipo presentado el 9 de marzo de 1972, que acaba de cumplir 50 años y que nos muestra que, a veces, tiempos pasados fueron mejores.
Por un lado, ¿os imagináis actualmente un coche con un frontal tan afilado? Ese diseño no superaría nunca las normativas anti-atropellos. ¿Y qué decir de los sensuales faros retráctiles? Como se echan de menos, que estilo y que diseños se conseguían con ellos… el diseñador del Boomerang, el genial y polifacético Giorgetto Giugiaro, supo implementar esa solución en algunos de los mejores diseños que se han creado en el mundo de las cuatro ruedas.
La visión del Wedge Desing por Giugiaro
A finales de los años 60 y comienzos de los 70, Gandini, haciendo uso de su enorme imaginación y su sensacional capacidad para diseñar algunos de los coches más llamativos de todos los tiempos, creó lo que acabó siendo toda una tendencia en el mundo del automóvil: el lenguaje de diseño conocido como “Wedge Design”, una forma de ver el automóvil sumamente espectacular y que tuvo, como unos de los principales representantes al Lamborghini Countach. Es más, la firma italiana todavía emplea el Wedge Design como su mayor seña de identidad.
El Maserati Boomerang contaba con un bloque V8 4.7 litros capaz de rendir 310 CV y de catapultar al concept car hasta los 310 km/h
El Wedge Design, como muchos ya sabréis, se caracterizaba por una marcada forma de cuña, que convertía a los coches diseñados para esa tendencia en auténticas flechas con un frontal muy afilado y una vista lateral muy espectacular. Precisamente, todas las características que giugiaro experimentó con el Maserati Boomerang, un coche que se presentó, como hemos comentado, en 1972, aunque primero se dejó ver en el Salón de Turín de 1971 pintado de color naranja y, además, en formato show car, es decir, como una “simple” maqueta no funcional. En 1972 se presentó en el Salón de Ginebra como un coche totalmente funcional.
No obstante, la maqueta de 1971 y el coche funcional de 1972 no tienen relación ninguna, más allá de su diseño y de su denominación, pues son unidades totalmente diferentes. Esto significa, básicamente, que la unidad vista en Ginebra no estaba basada en el show car de un año antes, un coche que, al parecer, se desconoce su paradero y se especula que acabó desmontado poco tiempo después. Algo que no deja de ser una anécdota curiosa, pues en aquellos años, los prototipos se terminaban vendiendo a coleccionistas muy acaudalados, sobre todo los prototipos creados por empresas como ItalDesign, quien dio forma al Maserati Boomerang. Sí, no es un coche obra de Maserati, sino del famoso carrocero italiano.
Un Maserati Bora muy especial
El Maserati Boomerang, como muchas de las creaciones de aquellos años (y también de ahora), no es un coche que partiera desde cero, sino que tomaba otro modelo con el tridente en el frontal como punto de partida. Concretamente, el coche elegido fue el Maserati bora, el primer deportivo de la firma del tridente con motor trasero central. El Bora también cedía su motor y la transmisión al completo, por tanto, el Boomerang contaba con un bloque V8 4.7 litros capaz de rendir 310 CV y de catapultar al concept car hasta los 310 km/h. Una velocidad máxima que contrasta con los 280 km/h que podía alcanzar el Bora, una diferencia basada en su aerodinámica. el cambio era manual de cinco relaciones y la potencia llegaba, como no, al eje trasero. Entonces, recordad, no había ningún tipo de asistente electrónico y conducir estos coches estaba considerado un arte, no como ahora, que, a pesar de ser más rápidos, no requieren tantas habilidades al volante (aunque eso no quiere decir que sea una actividad apta para todos los conductores, ojo).
Una de las principales características del Maserati Boomerang esa su convencional habitáculo, que llamó mucho la atención entonces y también lo hace ahora. Aquí, Giugiaro dejó volar su imaginación, creando un puesto de conducción un tanto estrafalario, donde el volante, de un diámetro poco adecuado para un coche como este, concentraba todos los mandos del coche. O, mejor dicho, el núcleo del volante concentraba todo.
Un enorme módulo circular acogía toda la instrumentación, con numerosos indicadores, mientras que su perímetro, daba soporte a un aro que hacía las veces de volante. En el mismo núcleo también se concentraban algunos de los botones para diferentes funciones, una solución que parece, a simple vista, un serio problema a la hora de accionarlos. Este centro de mando se acompañaba de unos asientos más propios de un salón de spa, muy tendidos, casi tumbados, que daban lugar a una posición de conducción bastante particular.
¿Qué fue del Maserati boomerang?
El Boomerang llamó mucho la atención durante los dos años que estuvo viajando de salón en salón y de exhibición en exhibición, era la carta de presentación de ItalDesign en aquellos años. Sin embargo, en 1974, con motivo del Salón de Barcelona, el coche fue comprado por un hombre de negocios procedente de Benidorm del que se desconoce su nombre. Sí, el coche acabó en España, donde se usó como cualquier otro automóvil pues estaba homologado para circular por vías públicas.
Según parece, el Maserati Boomerang acabó sus días en un cobertizo ubicado en una parcela de l’Alfas del Pi, en la Comunidad Valenciana, hasta 1980, cuando lo adquirió otra persona anónima que se encargó de devolverle su esplendor para después, venderlo a un coleccionista alemán llamado Bertold Ollmann. Con el paso del tiempo y de los propietarios, el coche también fue cambiando, recibiendo nuevos componentes más modernos y viendo como su “vieja” tapicería de tela se cambiaba por una más atractiva, de piel de color marrón.
En el año 2003 el coche acabó en manos del restaurador británico Paul Grist, quien reemplazó casi todos los elementos electrónicos y muchos mecánicos y finalmente, en 2005, sufrió otra restauración donde recibió nuevas suspensiones, una línea de escape completa e incluso un sistema de aire acondicionado, así como los emblemas originales en lugar del tridente de Maserati (eran las iniciales de Giorgetto Giugiaro). En 2013 fue subastado por 3,3 millones de euros y ahora se encuentra en la Casa Museo de Enzo Ferrari, en Módena.
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