Hace unos meses, el MC20 abría las puertas de Maserati a una nueva era dentro de su historia en el mundo de la automoción. La marca del tridente iniciaba una completa reformulación de su gama y de sus productos de cara al futuro y lo hacía con la presentación de su primer súperdeportivo con motor dispuesto en posición central trasera y con la vista puesta en la futura electrificación de todos sus modelos de alta gama.
Hoy, porque no hay futuro si no se es capaz de reconocer el pasado, Maserati conmemora la presentación de otro vehículo que, al igual que acaba de hacer el MC20, también fue capaz en su día de impulsar el lanzamiento del Tridente en la industria del automóvil. Hablamos del Bora, el primer modelo de calle con motor central trasera fabricado por Maserati. Entre uno y otro, han pasado nada menos que 50 años y el mundo y la industria de la automoción han cambiado por completo.
El Maserati Bora es obra del ingeniero Giulio Alfieri y el diseñador Giorgetto Giugiaro
El 11 de marzo de 1971, el añorado Salón de Ginebra fue el escenario elegido por los dirigentes de Maserati para dar a conocer el Bora, el primer vehículo “de calle” de la marca del Tridente en disponer de un motor dispuesto en posición central trasera. No era la primera vez que Maserati recurría a esta configuración mecánica, pues ya lo hizo en 1961 con el Tipo 63, una berlinetta de competición de techo abierto, pero si la primera vez que lo introducía en un modelo de producción en serie para su comercialización en el mercado.
Cuando se lanzó a inicios de los años 70 del pasado siglo, el Bora era un súperdeportivo biplaza cuya función era la de competir directamente con los Lamborghini Miura o De Tomaso Mangusta , el primero de los cuales gozó de un gran éxito y prestigio. Como principal característica, además de la peculiar disposición de su mecánica, el Bora también se recuerda en la marca del Tridente por ser el primer modelo de la misma en incorporar el concepto de suspensión independiente a las cuatro ruedas en su configuración.
Maserati encargó su realización a dos de las grandes figuras del sector de automoción del pasado siglo: el ingeniero Giulio Alfieri y el diseñador Giorgetto Giugiaro. El resultado fue un coupé biplaza de líneas simples pero muy elegantes todo ello dentro de un enfoque muy futurista, tanto en lo referente a su estilo y aerodinámica como en lo relacionado con sus aspectos mecánicos.
Exteriormente, el Bora presentaba un frontal con un morro muy bajo y delgado, una tendencia imperante en la época, hoy actualmente descartada por la mayoría de los diseñadores. La idea era que el coche debía “perforar” la cortina de aire existente frente a él, para favorecer lo cual la muy reducida parrilla delantera (lo justo para disponer sobre ella el logotipo del Tridente) estaba acompañada por dos grandes bocas de entrada de aire dispuestas horizontalmente.
De ahí para atrás, el coche era prácticamente una superficie lisa, con el alargado capó delantero dispuesto entre las elevadas aletas que arrancaban en el extremo del frontal para encadenar a las ópticas retráctiles (por entonces decían que para evitar la resistencia aerodinámica) y los abultados pasos de rueda. La inclinación, tanto del parabrisas delantero como de la muy tumbada luneta trasera apenas facilitaba cota en altura en el interior del coche, por lo que los asientos iban fijados por cuestiones de seguridad en una misma posición. Cuando menos resulta curioso que en un coche de apenas 1,13 m de alto, su única regulación posible fuera precisamente ¡en altura!
El techo, elaborado en acero inoxidable cepillado, se disponía en una constante caída desde el borde del parabrisas delantero hasta la ya mencionada luneta trasera, a cuyos lados los laterales también eran acristalados para favorecer la visión del conductor a la hora de efectuar maniobras. Por lo demás, únicamente mencionar la banda de goma que recorría lateralmente el coche de principio a fín y que si bien entonces se consideraba como una línea de estilo más del vehículo, hoy no pasa de ser una mera protección frente a los pequeños impactos laterales que pudiera sufrir el coche en los aparcamientos.
La arquitectura del Bora consistía en un chasis monocasco de acero con un subbastidor auxiliar dispuesto en el tren trasero para ayudar a sostener el elevado peso del conjunto del motor que se apoyaba sobre cuatro puntos con soportes elásticos en el monocasco, donde compartía espacio con una transmisión manual de cinco relaciones de marcha de origen ZF. Las suspensiones, independientes en las cuatro ruedas, se configuraban mediante el uso de muelles helicoidales y amortiguadores telescópicos en todas ellas, en combinación con barras estabilizadoras en ambos ejes. Como ya hemos mencionado, el motor iba montado longitudinalmente sobre el bastidor auxiliar.
Por entonces, Maserati estaba en la órbita de Citroën , lo que le reportaba importantes ventajas a la hora de contar con transferencias tecnológicas procedentes de la marca del doble chevrón. Esto permitió a los ingenieros de la marca el poder contar con los avanzados sistemas desarrollados por Citroën en distintas materias. Así, en Módena pudieron disponer de los complejos y avanzados sistemas hidráulicos de alta presión que Citroën había desarrollado para accionar elementos mecánicos como los frenos de disco autoventilados, la dirección asistida, el embrague monodisco en seco, los faros escamoteables, la columna de dirección orientable, o el pedalier regulable.
Bajo el capó, el Bora incorporaba el motor V8 de 4.700 cm³ de capacidad cuyo uso Maserati tenía más que contrastado en otros modelos de la marca, aunque para esta ocasión había sido específicamente mejorado en el funcionamiento de su doble árbol de levas y dotándole de una nueva relación de compresión de 8,5:1. El motor contaba con cuatro carburadores Weber 42 DFCN y encendido electrónico Bosch. Todo el conjunto entregaba una potencia máxima de 310 CV a 6.000 rpm, y con él el Bora alcanzaba los 270 km/h, acelerando de 0 a 100 km/h en 6,2 segundos. Dos años más tarde, el motor elevaría su capacidad hasta los 4.900 cm³
El Bora se mantuvo en producción desde 1971 hasta 1978, tiempo durante el cual Maserati produjo 564 unidades, 289 con el propulsor 4.700 y las 275 restantes con el motor de 4900 cm³.
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