McLaren no necesita presentación alguna, es un fabricante sobradamente conocido entre los más fanáticos y los expertos del mundo del automóvil. Es un sello británico que nació en la década de los 60 para competir al más alto nivel y hoy día, es uno de los equipos más famosos del Campeonato del Mundo de Fórmula 1. Muchos de vosotros también estaréis pensando en sus deportivos de calle, pero eso vino después y no fue hasta la aparición del McLaren MP4-12C, cuando la firma dio importancia real a los coches de producción.
Hasta la puesta en escena del McLaren MP4-12C, un coche que destacó por su velocidad, pero no por diseño, bastante anodino si lo comparabas con sus rivales directos o con los bólidos que la marca pone en circulación actualmente, el único coche “de calle” que tuvo McLaren fue el F1. Considerado como el mejor deportivo que se ha fabricado hasta el momento, también está considerado como el primer coche destinado a las vías públicas de la firma británica.
El McLaren M6GT era un auténtico coche de carreras con matrícula
Sin embargo, el McLaren F1 no fue realmente el primer coche de calle de la firma, resulta que el McLaren F1 es el segundo coche “de producción” que la compañía británica fabricó. También es cierto que del primer modelo no se hicieron muchas unidades, más bien fueron muy escasas, pero sigue siendo el primer coche de producción de McLaren. Además, su historia es bastante llamativa, porque como muchos grandes coches de la década de los 60, su vida tiene los primeros compases en las pistas de carreras.
El McLaren M6GT apareció en 1969, en una década que siempre será recordada por la guerra que se habían declarado Ford y Ferrari, o mejor dicho, la guerra que declaró Ford con los italianos y que derivó en el inolvidable Ford GT40. En aquellos años, los norteamericanos contactaron con Bruce McLaren para que fuera parte activa de esa guerra fratricida, pero el neozelandés ya tenía sus propios planes, unos que incluían su propio equipo de carreras con coches desarrollados por ellos mismos.
A McLaren se la conoce actualmente por sus victorias en Fórmula 1, donde ha sido una de las escuderías más grandes e importantes de la historia de la competición. Pero McLaren comenzó a destacar muy lejos de la Fórmula 1, concretamente en la Can-Am norteamericana. Allí, en tierras yankees, su dominio fue notable y después de muchas victorias, a Bruce le entraron ganas de probar suerte en otros campeonatos, centrando su atención en las 24 Horas de Le Mans.
La prueba francesa es una de las más importantes y complicadas del mundo, es una carrera mítica, rodeada de un halo especial que provoca que todo el mundo quiera estar presente en alguna ocasión. Con la ambición de Bruce en pleno apogeo, no es de extrañar que tuviera intención de correr en La Sarthe. Allí se han forjado grandes leyendas y se han escrito capítulos de la historia del automóvil que serán recordados por siempre.
Para correr, Bruce decidió adaptar uno de sus coches de la Can-Am, el McLaren M6B, que corría en el Grupo 7 de la prueba americana. Lo primero que se tuvo que hacer es desarrollar una carrocería cerrada tipo coupé, porque en la Can-Am todos son barquetas. El principal escollo que tenía Bruce en aquellos años, era la exigencia de la FIA para poder participar: había que fabricar, al menos, 50 unidades para su empleo en vías públicas para obtener la homologación.
Aquello suponía una enorme gesta para su pequeña empresa, no tenía la posibilidad, ni de lejos, de fabricar 50 unidades de producción para cumplir con los requisitos de la FIA, así que abandonó la idea y continuó centrado en la Can-Am. Al menos eso es lo que, en primera instancia, ocurrió, porque el desarrollo del coupé sobre la base del M6B siguió adelante hasta la creación del McLaren M6GT. Y el resultado fue espectacular, no solo por diseño, que también, sino por prestaciones.
Con un diseño que destacaba por su baja altura y por unos peculiares faros retráctiles (había que bajarse del coche y levantarlos con la mano), el McLaren M6GT era un coche muy rápido, un auténtico coche de carreras con matrícula. Tenía una carrocería fabricada con fibra de vidrio y una cubierta de aleación de aluminio, que vestía un chasis de acero. En posición central trasera, un V8 Chevrolet con 5,7 litros daba vida al bólido con una potencia de 370 CV y poco más de 500 Nm de par, que lanzaba los 800 kilos de todo el conjunto hasta los 265 km/h.
Finalmente, el coche no pudo completar su objetivo. El día 2 de junio de 1970, Bruce tenía su fatídico accidente con un McLaren M8D y el proyecto del M6GT se marchaba con él. No obstante, antes de su fallecimiento, Bruce estuvo usando como vehículo personal una unidad del McLaren M6GT. Ésta todavía sigue circulando y la podrás reconocer por su placa de matrícula: OBH 500H.
Si te interesa saber algo más sobre la vida de Bruce McLaren, seguramente te gustará este artículo que publicamos sobre él
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