El motor diésel ha sido el dominador del mercado europeo durante algunas décadas, hasta que fue descubierto el “truco” que Volkswagen usaba en determinados motores TDI y todo se fue al carajo. La marca que aupó esta tecnología a lo más alto con aquel Audi 100 2.5 TDI, la enterró en lo más profundo haciendo que en apenas cinco años, se haya ido al traste todo lo conseguido en 20 años. Ha sido como un castillo de naipes.
A día de hoy, la tecnología de motores diésel está en plena decadencia, con muchos fabricantes eliminando esta opción de su oferta y con los usuarios dando la espalda al motor que todo el mundo quería tener, incluso si no hacía falta para el uso que se le iba a dar al vehículo. Una situación muy llamativa, cuando esta tecnología logró vencer en competición, en campeonatos como las 24 Horas de Le Mans (con Audi y Peugeot) y en el Campeonato del Mundo de Turismos (SEAT).
El Mercedes 260D de 1936 anunciaba 45 CV y un consumo de 9 l/100 Km.
El motor diésel llegó a copar el 85% de las ventas en España durante muchos años, cayendo hasta poco más del 35% actual, justo cuando el primer automóvil en usar un motor diésel cumple 85 años. Sí, el primer coche con motor diésel apareció hace 85 años, el Mercedes 260D, aunque cabe destacar que el motor diésel, patentado por Rudolf Diesel (cuya historia incluye una sospechosa muerte, considerada un suicido…), data de 1895.
La tecnología patentada por el señor Rudolf fue empleada, en primera instancia, para máquinas estáticas como bombas de agua o incluso para embarcaciones. No se usaba en automóviles por su tosco funcionamiento y sus limitadas prestaciones, provocadas por su forma de quemar el combustible y por el peso general de sus componentes. Fue Mercedes, quien después de varios estudios y evoluciones, puso en circulación un modelo con un bloque de ciclo diésel.
Se trataba de un cuatro cilindros de 2.6 litros de aspiración natural (tardó bastante en usarse la sobrealimentación), que contaba con precámara de combustión e inyección mecánica Bosch. Es decir, la mezcla combustible-aire era inyectada en la precámara y comenzaba a quemarse antes de llegar a la cámara de combustión, una solución que aceleraba un poco la combustión de la mezcla pero no permitía grandes prestaciones. La inyección directa, desarrollada 50 años después, sería de gran ayuda para el motor diésel.
El Mercedes 260D anunciaba 45 CV a 3.200 rpm y un consumo de 9 litros cada 100 kilómetros. Comparado con cualquier diésel actual, el rendimiento de este bloque es mísero, pero tampoco debemos pasar por alto el combustible de la época y los materiales empleados, que no permitían mejores resultados. De todas formas, en su momento fue un buen motor que gracias al precio de gasóleo, la mitad del precio de la gasolina, hizo que el Mercedes 260D fuera bastante interesante para determinados usuarios.
Durante el tiempo que estuvo a la venta, entre 1936 y 1940, el Mercedes 260D fue recibiendo algunas mejoras. La primera se centró en un depósito de mayor capacidad, que prometía 600 kilómetros de autonomía gracias a sus 50 litros. En 1938 comenzó a montar calentadores eléctricos y posteriormente dispuso de un cambio de marchas totalmente sincronizado. En 1940 la Segunda Guerra Mundial obligó, como a todos, a centrar esfuerzos en material bélico y obviamente, se paró la producción del primer coche diésel del mundo.
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