Hoy día, las siglas AMG significan potencia bruta, prestaciones, imagen impactante y a veces, un poco de salvajismo aparentemente controlado. Pero no siempre fue así, AMG era una empresa externa a Mercedes, un especialista que se dedicaba a crear piezas para los modelos de la estrella y a potenciar algunos de sus modelos. Básicamente, era como puede ser Carlsson, que crea piezas y potencia modelos de Mercedes, pero llegando incluso a participar en competición.
No obstante, dada la fama que alcanzaron y las prestaciones que fueron capaces de extraer a los modelos alemanes, Mercedes finalmente adquirió la empresa y la incorporó a su grupo industrial, dando lugar a uno de los sellos más respetados del mercado. Un Mercedes-AMG es un aparato de cuidado, como se ha comentado anteriormente, un poco de salvajismo apenas controlado. Son, por así decirlo, los Muscle Car europeos, coches con motores repletos de par dispuestos a quemar neumáticos a la mínima solicitud del acelerador.
Entre los coches que cayeron en manos de AMG antes de entrar a formar parte de la empresa alemana, hay que destacar el caso del Mercedes 560 SEC
Que AMG naciera como una empresa externa a Mercedes, provoca que existan creaciones con esas tres letras mágicas anteriores a su absorción por el conglomerado alemán. Creaciones, por cierto, que alcanzan cifras especialmente altas en subastas, al contrario de lo que ocurre con otros especialistas como la mencionada Carlsson. Pero claro, la fama actual de AMG también influye mucho en la percepción que se tiene de sus coches, aunque sean anteriores a su incorporación a Mercedes.
Hay algunas cosas que han cambiado de los primeros AMG fuera de Mercedes, a los actuales, vendidos en los propios concesionarios de la marca, algo lógico por otra parte. Eran coches muy exclusivos y también muy rápidos, tal y como presumen hoy día, pero su imagen y su ejecución no estaba tan lograda como ahora. Obviamente, también es otra cosa lógica.
Mercedes 560 SEC 6.0 AMG, uno de los más exclusivos
Entre los coches que cayeron en manos de AMG antes de entrar a formar parte de la empresa alemana, hay que destacar el caso del Mercedes 560 SEC, el C126, que no era otra cosa que la versión con carrocería coupé del Mercedes Clase S W126, puesto en circulación en la década de los 80 (el Clase S se presentó en Frankfurt en 1979). El coupé se dio a conocer en 1981 y se colocó en el mercado como uno de los Gran Turismo más avanzados y exclusivos del mercado.
Los Mercedes de aquellos años estaban lejos de lo que hoy ofrece la marca, eran coches cómodos, lujosos y rápidos, pero no eran deportivos. Estaban muy lejos de la idea de deportividad que desprenden algunos de los coches actuales de la estrella e incluso sus versiones coupé, eran elegantes coches de dos puertas, confortables y tremendamente rápidos, diseñados para quemar kilómetros por las famosas autopistas alemanas. Coches que, por cierto, ahora están bastante apreciados por los fanáticos de la marca, aunque todavía se pueden encontrar a precios no muy altos.
AMG se fijó en este enorme coupé e hizo que fuera todavía más rápido, sin perder la exclusividad y ganando en comportamiento dinámico. Seguía sin ser un auténtico deportivo, pero nunca se pretendió que lo fuera y por tanto, no es su mayor inconveniente. Lo peor del Mercedes 560 SEC 6.0 AMG, nombre que recibe este proyecto, es su kit de carrocería. Hoy día resulta muy ochentero y no está tan bien integrado en el diseño general del coche, se nota que son piezas de tuning, aunque un tuning de una calidad que ya quisieran muchos.
Hasta 385 CV y 270 km/h, nada mal
No obstante, para muchos aficionados ese aura ochentero es lo bueno de este coche, junto con el hecho de ser una de las creaciones de AMG antes de ser parte de Mercedes. Son coches especiales, con algo que los actuales no tienen y se centra en la pasión por la técnica y por mejorar lo que ya de por sí es bueno. Los AMG actuales, aunque máquinas espectaculares, no son tan pasionales, son productos cuidadosamente calculados para ser rentables.
El Mercedes 560 SEC era el más “gordo” de la gama, equipado con un propulsor V8 de 5.6 litros (de ahí el 560 de su denominación) que rendía 296 CV que se gestionaban mediante un cambio automático de cuatro relaciones llamada 4G-Tronic. Mucho lujo, una imagen super señorial, pero nada de deportividad. AMG añadió eso que faltaba, aumentando la cilindrada hasta los 6.000 centímetros cúbicos, cambiando culatas, admisión y escape completos. También se cambiaron algunos componentes internos, pues la potencia tenía que ser muy alta, y lo fue, nada menos que 385 CV. Se montó un diferencial trasero de deslizamiento limitado.
Suspensiones y frenos también se adaptaron a las nuevas condiciones, endureciendo el tarado y rebajando la altura del coche respecto al suelo, mientras que los frenos eran más grandes y potentes. Las llantas parecerán muy pequeñas a dÍa de hoy, pues tienen 16 pulgadas de diámetro (la obsesión por las llantas super grandes llegaría 20 años después).
AMG tenía intención de fabricar 100 unidades, pero según se dice, apenas se logró alcanzar la mitad de esa cifra. Su coste de fabricación y por tanto, el precio de venta, era bastante alto. Tan algo como los precios que barajan las casas de subastas, que los valoran entre los 100.000 y los 150.000 dólares (más o menos, entre 86.600 y 130.000 euros).
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