Laponia. Norte de Finlandia. Nieve y frío cuasi perpetuos. Inviernos en los que las auroras boreales se pueden ver todas las noches prácticamente a diario. Pistas y caminos rurales prácticamente despejados, dada la escasa población existente en la zona, Sus caminos de macadam en verano y cubiertos de nieve y hielo en invierno son uno de los territorios favoritos de los fabricantes de automóviles para efectuar test y pruebas de todo tipo a sus vehículos, especialmente a los que están en desarrollo.
Mini organizó un atractivo recorrido saliendo desde Tampere hacia el norte, cruzando Laponia y a lo largo de la costa occidental de Finlandia
Unas pistas y carreteras que, tradicionalmente, han sido “aprovechadas” por muchos de los grandes pilotos finlandeses del automovilismo mundial para aprender el manejo y control de sus vehículos en condiciones extremas. Un aprendizaje que en algunos casos ha resultado ser tan excepcional que hizo que a la gran escuela finesa de conductores (Rauno Altonen, Pauli Toivonen, Timo Makinen, Simo Lampinen, Markky Allen, Ari Vatanen, Hannu Milkkola, Timo Salonen, Hannu Mikkola, Henri Toivonen, Juha Kankkunen, Tommi Makinen, Marcus Gronholm, Mikko Hirvonen, Jan.Matti Latvala, Juho Hanninen, Kimi Raikkonen,…) los aficionados siempre les hayan reconocido como los “Finlandeses Voladores”.
Y es que para poder circular practicando una conducción deportiva en zonas como Laponia o el Círculo Polar Ártico, sea preciso disponer de un conjunto de habilidades especiales, ya sea para practicar esa conducción deportiva ya sea para poder realizar un viaje invernal por carretera como el que han realizado en estas fechas en MINI con el Mini Clubman John Cooper Works de 306 CV (225 kW), un modelo exigente que precisa de una conducción bastante delicada en estas condiciones ambientales, en las que se precisa dosificar el uso del acelerador de manera especialmente sensible para evitar sustos dada la elevada potencia que su motor proporciona.
Disponer de un motor con la potencia adecuada nos puede permitir solventar situaciones problemáticas, pues de esa manera podremos contar con la fuerza de tracción adecuada en los momentos precisos para evitar deslizamientos del coche manejando adecuadamente el pedal del acelerador. Pero para llevar esa mayor potencia disponible al suelo y lograr que el coche tracciones adecuadamente, lo mejor es contar con un buen sistema de tracción total que envíe la potencia adecuada a cada rueda en cada momento y sea capaz de repartir la capacidad de tracción necesaria en cada una de ellas cuando alguna desliza o pierde capacidad de tracción.
En el caso de nuestros viajeros de MINI contaban en su Clubman John Cooper Works con el sistema de tracción ALL4 que, en combinación con el Control Dinámico de Estabilidad (DSC) les ayudaba a superar todas esas situaciones de dificultad. Para muchos de los “fineses voladores” ambos elementos eran completamente inexistentes cuando ellos estaban en activo y, literalmente “volaban” por las pistas heladas de Laponia. Dotados simplemente con tracción delantera o trasera y sin ningún tipo de ayudas electrónicas o asistentes de conducción, su capacidad de avance a altas velocidades con los coches controlados se debía básicamente a su pericia y experiencia al volante, adquirida a base de perfeccionar su estilo de conducción sobre este tipo de superficies. De ahí que no sea ninguna rareza que en Tempere, una de las localidades que atraviesa el recorrido realizado por los técnicos de Mini con el Clubman John Cooper Works, los primeros conductores homenajeados en el Salón de la Fama de los Rallyes, establecido en 2010 en el Museo Mobilia de la localidad finesa, muchos de ellos hayan sido los primeros pilotos de rallyes en estar presentes en sus instalaciones, junto a Carlos Sainz, que entró por méritos propios en 2012. Once de los 26 miembros del “Club de la Fama” son Finlandeses,… por algo será.
Mini organizó un atractivo recorrido saliendo desde Tampere hacia el norte, cruzando Laponia y a lo largo de la costa occidental de Finlandia para ir aclimatándose de manera gradual a las climatología ártica y sus bajas temperaturas. Frío glacial y mucha nieve. Abrigarse y equiparse bien es el primer requisito y el Clubman ofrece el espacio necesario para ello. Son muchos los conductores que se “olvidan” cuando van a viajar en condiciones invernales de llevar siempre un mínimo equipo básico en su coche. Mantas, agua y bebidas azucaradas, frutos secos, algo de comida, ropa de abrigo, cadenas, una mantilla donde apoyarse para ponerlas (valen las alfombrillas del coche) un mínimo juego de herramientas y repuestos básicos,…. Los 360 litros del maletero del Clubman dan para eso y para mucho más; hasta 1.265 si abatimos los respaldos de los asientos traseros. Y eso sin aplicar el espacio adicional disponible en la caja del techo del Mini, con capacidad suficiente para trasladar chaquetas cortavientos, ropa interior de esquí, calcetines de lana,… 320 litros adicionales que se fijan de manera completamente segura a los raíles del techo que la marca británica ofrece opcionalmente en su coche.
Laponia comprende la zona norte de Suecia, Noruega, Finlandia y Rusia, abarcando el asentamiento de los Sami, el pueblo indígena que vive en tan hostil territorio, cuya cultura e historia se puede conocer visitando el museo de Inari, a unos 400 km del Cabo Norte, punto de destino anual para miles de viajeros, especialmente aventureros a lomo de sus motocicletas que quieren disfrutar de los hermosos paisajes, los viajes en trineos tirados por perros o la atractiva fauna de la zona: zorros árticos, búhos, renos… Pero, sobre todo y de manera muy especial, de la belleza sin igual de poder contemplar una hermosa aurora boreal durante las largas noches del invierno ártico. Momentos inolvidables para los cuales el Mini John Cooper Works Clubman ofrece unos faros LED adaptables opcionales para complementar sus potentes luces de carretera al iluminar la ruta en búsqueda del mejor punto de observación en el momento adecuado para poder contemplar tan bellos espectáculos celestes.
A través del parque natural de Ranua no sólo podemos contemplar la vida salvaje , sino descubrir pistas y puentes de madera que nos abren paso a una nueva aventura, pues no se puede expresar de otra manera el poder dormir en un iglú en medio del parque natural, junto al lago Ranuanjärvi.
Pero para llegar hasta allí es preciso afrontar el viaje como afrontaríamos cualquier desplazamiento por territorios más conocidos y cercanos a nuestra casa en situaciones climatológicas semejantes. Lo sucedido estos días en España nos puede dar idea de cuan necesario es disponer de un coche a punto y debidamente preparado para poder afrontar grandes nevadas o carreteras cubiertas de hielo. De las dificultades que supone parar el coche en mitad de la noche en un páramo desconocido y despertarse con él cubierto de nieve sin casi poder abrir las puertas para contemplar dónde y cómo estamos.
Es por ello que para afrontar un viaje en estas condiciones debemos antes de salir de comprobar el estado del vehículo, de sus neumáticos. Prestar mucha atención al nivel de los diferentes líquidos de a bordo (anticongelante, aceite, limpiaparabrisas,…) y embarcar aquellas cosas que, si bien no son necesarias habitualmente, si pueden ser precisas en situaciones de emergencia durante el trayecto. Por elo conviene no olvidar cargar con al menos una linterna, chalecos reflectantes, rascador para hielo, sistemas de información sobre el estado de las carreteras durante el trayecto, unas mantas, ropas de abrigo, agua o refrescos azucarados, algo de comer o de picar (frutos secos,…), cadenas y una pequeña pala con la que poder desatascar el coche de la nieve o el hielo.
Otro de los importantes factores a tener en cuenta durante nuestro viaje ha de ser la manera de afrontar la conducción. Lo primero, llevar siempre el cinturón de seguridad bien puesto; ceñido al cuerpo y perfectamente abrochado. Cualquier despiste al circular sobre nieve o hielo puede provocar una pérdida de control del coche y en esos casos el cinturón siempre resulta vital para lograr menores consecuencias en caso de impacto.
Durante el trayecto, además de prestar una mayor atención, es preciso circular siempre a la velocidad adecuada al estado de las carreteras, manteniendo una mayor distancia de seguridad a la habitual cuando las pistas están cubiertas de nieve o hielo, conducir con mucha suavidad, sin efectuar maniobras bruscas o cambios de dirección imprevistos. No hay que dar volantazos, sino realizar movimientos armónicos de volante, suaves giros a izquierda o derecha dosificando bien las frenadas y aceleraciones del coche presionando suavemente el acelerador el freno, circulando en marchas largas a bajas velocidades.
Todo ello nos permitirá disponer de adherencia y tracción, dos factores fundamentales para circular satisfactoriamente sobre superficies deslizantes. Para ello es necesario conocer bien el tipo de coche que disponemos y los neumáticos que este calza.
Para el conductor es importante conocer el tipo de coche que conduce. Si este es un tracción delantera, un trasera o si cuenta con tracción a las cuatro ruedas. También es importante estar al tanto de las tecnologías de asistencia y ayuda a la conducción de las que dispone el coche, asi como el tipo de tracción total —si la tuviera—que el vehículo dispone.
Y es importante saberlo porque, en función de los sistemas embarcados a bordo, el conductor deberá desempeñar sus funciones de una u otra manera. Así, en los vehículos dotados de tracción delantera (tan eficaces actualmente como los de tracción trasera gracias a las numerosas ayudas a la conducción y especialmente a los sistemas de asistencia a la frenada o al DSC —control de estabilidad—, pero también son los que resultan más fáciles de conducir, dado que facilitan mejor el control ante las pérdidas de adherencia del eje delantero (subviraje). En esos casos, el coche tiende a irse de morro en las curvas y basta un leve giro de volante para corregir su trayectoria y orientar de nuevo el coche. Siempre claro está que circulemos a velocidades adecuadas y dosifiquemos adecuadamente la presión sobre el acelerador y no pisemos el freno.
En el caso de los tracción trasera, el sistema preferido de quienes disfrutan de estilos de conducción avanzados y mayor experiencia al volante, gracias también a sistemas como los controles de estabilidad, ya no resultan tan peligrosos como antaño. Aún así su control por manos inexpertas suele ser más complicado, dado el susto que representa perder el control del eje trasero antes que el del delantero. Sin embargo, en este tipo de vehículos una simple insinuación con el volante hacen más fácil que el eje delantero reaccione y permita estabilizar y controlar la dirección en la que el coche avanza, gracias a una correcta modulación de la velocidad del mismo mediante el adecuado uso del acelerador. Cuando el tren trasero desliza y termina derrapando (sobreviraje), basta con girar el volante en el sentido contrario para evitar hacer un trompo (siempre que no haya ayudas a la conducción activadas) y controlar el coche.
En cuanto a los vehículos con tracción total, lo primero es diferenciar entre los 4×4 reales y aquellos que son tracción delantera y cuentan con un tren trasero conectable (la mayoría de los tracción total que se ofrecen en el mercado). Los tracción total permiten pasos por curva más rápidos y seguros y aportan mayor capacidad de tracción (no de adherencia, esto lo da el neumático) gracias a que en ellos cada rueda soporta un menor peso del coche y este está más repartido sobre cada una de ellas. Proporcionan mayor motricidad porque la tracción se reparte entre todas las ruedas. Eso hace que a cada rueda le llegue menor potencia que con las otras tracciones y, por tanto, es más difícil patinar al traccionar. Siempre tienen una velocidad de entrada en curva menor, porque su masa es mayor (la tracción integral pesa más), pero superado el punto de máxima aceleración lateral de giro, los tracción total pueden transferir más potencia al suelo y, por tanto, acelerar de manera algo más brusca, lo que permite salir del giro a mayor velocidad, aunque se haya entrado más despacio. Lo hacen porque proporcionan mayor motricidad dado que la tracción se reparte por igual entre todas las ruedas, aunque los modernos sistemas de ayudas a la conducción son capaces de transferir a cada rueda la necesaria velocidad de giro que cada una de ellas precisa en cada momento para evitar y/o corregir el deslizamiento del vehículo, facilitando su control.
En cuanto a la adherencia, es importante considerar la instalación de neumáticos de invierno, especialmente en aquellas zonas del territorio en las que las temperaturas suelen estar por debajo de los 7 grados durante al menos la mitad del año. Por bajo de esa temperatura los neumáticos de invierno son en todas las ocasiones más eficaces que los neumáticos convencionales, proporcionando mayor adherencia y agarre al terreno sobre el cual se circula, hasta el punto de que no precisan de la instalación de cadenas para superar los episodios de hielo o nieve que podamos encontrar en la carretera. El inconveniente es que por encima de esas temperaturas, su degradación es muy superior a la de un neumático normal, por lo que se aconseja su sustitución cuando las temperaturas superan los 7 grados.
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