Pero claro, actualmente no podemos disfrutar de una normativa por parte de la FIA como la que se mantuvo hasta el año 2000 aproximadamente. Para muchos, la FIA siempre ha sido un escollo para la evolución de la competición y se ha cargado muchos campeonatos, pero si es verdad que fueron los culpables de la desaparición de un tipo de automóvil que ha dado lugar a auténticos mitos dentro de este mundillo: los coches de homologación.
Antes, para competir en según qué categorías había que homologar una versión de producción. Algunos requerían tiradas largas de más de 2.000 unidades y en otras ocasiones, apenas se solicitaba una o dos unidades matriculadas. De esta normativa nacieron coches como el Porsche 911 GT1, el BMW M3, el Renault 5 Turbo ‘culo gordo’ o el Porsche 911 GT2. Coches que tenían unas características especiales muy marcadas y destinadas, casi en exclusiva, a competición. Si hay que basarse en una versión de calle, hagamos una versión ‘especial’ que nos dé la posibilidad de hacer un coche de carreras competitivo.
Muchos de estos coches siguen todavía en activo, aunque su idiosincrasia no es ni de lejos la que era. Lo mismo ocurre con las homologaciones, siguen siendo necesarias, pero no dan lugar a coches como los de antes. Ahí están los actuales M3, por ejemplo, que nada tienen de coche se competición, aunque el 911 GT2 sí que parece un coche de competición aunque luego no corra. Es un coche que se parece bastante a su antecesor.
El Porche 911 GT2 era un coche radical, de carreras apenas camuflado, cuyo motor de 430 CV era lo máximo de la gama 911 por aquel entonces, a mediados de la década de los 90
El Porsche 911 GT2 nació precisamente para competición exclusivamente. Se trata de un coche extremadamente racing, aunque no como su sucesor, el cual cuenta con toda clase de sistemas electrónicos, aire acondicionado, equipo de sonido y toda clase de comodidades para que los acaudalados propietarios, puedan usar su nuevo GT2 para pasear. Pues, en definitiva, es lo que acaban sufriendo estos coches casi siempre. Paseos cortos y no excesivamente intensos, con un continuo cambio de propietarios.
Los deportivos ya no son lo que eran, no se puede negar y aquí está la prueba. Una comparativa que en prestaciones deja en entredicho al primer 911 GT2, pero que en realidad pone de relieve el cambio que han ido dando este tipo de coches. De ser extremadamente radical y racing, a ser un deportivo de prestaciones descabelladas pero equipado hasta las trancas, aunque muchos menos racing y apasionante. Y eso teniendo en cuenta que el GT2 RS, con sus 700 CV y sus características, es un automóvil realmente radical y deportivo.
Sin embargo, aquel primer Porsche 911 GT2 era un coche de carreras con matrícula. Partiendo de un 911 Turbo, se lograba un coche que actualmente es uno de los más deseados de la saga llegando a ser subastadas algunas unidades por más de dos millones de euros. Se retiraba la tracción total que estrenaba aquella generación del turbo, se colocaban asientos tipo baquet, los paneles de las puertas pasaban a ser una simple plancha con un tirador de tipo correa, se perdía aislamiento acústico y sonoro (menos peso), no tenía radio… aunque en opción se podía instalar todas estas cosas y hasta unos asientos más cómodos. En contrapartida a esta posibilidad, existía el paquete llamado «Club Sport» que lo hacía todavía más radical e incluía extintor y una semi jaula trasera.
Un coche radical, de carreras apenas camuflado, cuyo motor de 430 CV era lo máximo de la gama 911 por aquel entonces, por mediados de la década de los 90. Un coche que tuvo una evolución en 1998 que recibía el apelativo de «EVO», siendo 20 CV más potente, montando un alerón todavía más radical y fabricándose únicamente bajo pedido. Era la última evolución del motor de seis cilindros boxer refrigerado por aire. La siguiente generación pasó a ser refrigerado por líquido.
No hace falta ser un coche extremadamente potente ni realizar grandes tiempos en Nürburgring, como parece ser obligatorio hoy día, para ser un auténtico deportivo. Que se lo digan a Lotus y a sus Elise y Exige, coches que no son los más potentes y no tienen tiempazos en Nürburgring, pero son tremendamente racing, garantizando unas sensaciones lejos del alcance de muchos otros modelos. Justo como el Porsche 911 GT2 993, el primer Porsche 911 GT2, nacido de la competición y para la competición.
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