Qué peculiar es el mundo del automóvil, o mejor dicho, que peculiares somos los aficionados. Existen grupos a los cuales, les gustan todo tipo de vehículos. En cambio, hay otros que solo quieren superdeportivo de cientos de miles de euros y piensan que cualquier otra cosa no es un “coche de verdad”. Otros, son amantes de un coche en concreto, como el Volkswagen Golf, y sí, todo lo que no sea Golf, sí, está bien, pero no es un Golf. Y están los aficionados acérrimos a los vehículos clásicos, quienes piensan que los coches actuales son lavadoras con ruedas.
Todos tienen parte de razón, claro que sí, pero al mismo tiempo están equivocados. Sin embargo, en el caso de los amantes de los vehículos clásicos, a veces, no podemos evitar darles la razón. Cojamos a Renault y miremos su gama de modelos actual… de un total de once modelos, cinco son SUV, hay un utilitario recién renovado –el Clio– y un compacto muy envejecido cuyo reemplazo es totalmente eléctrico… y no hay ni un solo modelo pasional. Si echamos un ojo a las diferentes ofertas que ha tenido la firma, podemos ver modelos de toda índole, incluso modelos muy pasionales e incluso algunos sin mayor sentido que ser eso, un coche pasional, como el Renault Clio V6. De hecho, la firma francesa ha tenido coches como el Renault Floride, un roadster de imagen elegante y formas equilibradas, lanzado al mercado a finales de los años 50.
¿Qué ha pasado con la industria del automóvil? ¿Cómo hemos pasado del Renault Floride al actual Renault Espace? Cierto es que la tesitura actual nada tiene que ver con la de finales de los 50, pero en aquellos años, apenas 10 años después de la Segunda Guerra Mundial, las cosas tampoco eran mucho mejores. Y sin embargo, ahí estaba, el Renault Floride en el catálogo, tras ser presentado en el salón de Ginebra de 1958, aunque en aquel momento se le dio el nombre de Renault Dauphine GT, pues partía del mencionado Dauphine, modelo del que tomaba la plataforma y el motor.
Por tanto, el Renault Floride, cuyo nombre ya se dio a conocer en el salón de París de ese mismo 1958, era un “todo atrás”, es decir, motor trasero y propulsión, como el Dauphine. El propulsor, concretamente, era un cuatro cilindros de 956 centímetros cúbicos alientan por carburador monocuerpo, que rendía 45 CV a 5.500 revoluciones y se combinaba con n cambio manual de cuatro relaciones. Pesaba solo 805 kilos y según ficha técnica, podía alcanzar los 137 km/h. No era exactamente el motor del Dauphine, recibía, por ejemplo, unas válvulas específicas, un cigüeñal de nuevo diseño con tres apoyos, la compresión era de 8:! y el carburador era de tipo de invertido firmado por Solex.
No obstante, en realidad, el Renault Floride nació con un objetivo muy concreto y no por el simple hecho de ofrecer un coche bonito y lúdico. En realidad, el Floride nació porque la firma francesa quería entrar en el mercado norteamericano y allí, este tipo de coches tenían mucha demanda. Además, para su diseño se recurrió a Pietro Frua y para su fabricación, a Ghia. Por si fuera poco, se contrató a Brigitte Bardot como “madrina” del modelo.
En Francia se superaron las expectativas de ventas. Se tenía previsto una producción de unos 30 coches al día, pero pronto se vieron en la necesidad de sacar 200 unidades diarias –un aumento de casi el 700%–. En Estados Unidos se vendió como Renault Caravelle y montaba sistema eléctrico de 12 voltios. También se vendió con carrocería coupé, con un embrague electromagnético Ferlec y en 1959 se comenzó a ofrecer la suspensión Aerostable.
Se vendieron más de 45.000 unidades entre el Floride y el Caravelle, una cifra que hoy día puede parecer un poco ridícula, pero que en aquellos años y más en un coche como este, resultó todo un éxito.
Tiempos pasados, quizá, fueron mejores, pero siempre hubo un motivo para la aparición de diferentes modelos, nunca es por capricho.
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