¿Quién no conoce el Ferrari Testarossa? Es uno de los modelos de la firma italiana más populares. Pregúntale a cualquiera por la calle el nombre de un modelo de Ferrari y analiza bien la respuesta, porque no hay dudas sobre cuál será el nombre más pronunciado: Testarossa.
Cuando Ferrari lanzó el modelo en 1984 el impacto fue sencillamente brutal. Su estampa era un espectáculo con su anchura que rozaba por décimas los dos metros, la trasera con los pilotos ocultos tras una rejilla o las entradas laterales que marcaban por completo la personalidad del coche. Fueron estas entradas laterales las que más impactaron en la gente y lo más llamativo de todo es que fueron impuestas por motivos de homologación.
El Testarossa deriva del Ferrari 512 BB, un modelo que fue criticado debido a las temperaturas que alcanzaba el habitáculo. Tenía el radiador en el frontal y los tubos que llevaban el refrigerante hacia el motor y nuevamente hacia el radiador, pasaban por los laterales del habitáculo haciendo que la temperatura en el mismo terminara siendo elevada. La solución con el Testarossa fue colocar los radiadores atrás y en los laterales, para poder recibir una buena cantidad de aire, pero requerían unas entradas de aire muy grandes que no podían ser homologadas (podían quedarse atrapados los miembros de una persona en caso de atropello). La solución al problema la conocemos todos.
Fue un éxito para Ferrari sin precedentes, se vendieron, entre 1984 y 1991, un total de 7.177 unidades del Testarossa, el Ferrari con motor de 12 cilindros más vendido de la historia de la marca y eso, que tenía que luchar en el mercado con un hueso como el Lamborghini Countach, al que le dio sopas con ondas siendo menos potente y menos rápido.
Un éxito tan tremendo para una casa como Ferrari había que mantenerlo como fuera, así que en 1991 se puso en la calle el Ferrari 512 TR. A simple vista era un Testarossa remodelado, con una carrocería más moderna, un motor más potente y unos interiores nuevos, y en el fondo era básicamente eso. Se trata de la segunda generación del Testarossa, llegada para pulir los fallos de aquel, aunque pierde por el camino la denominación de ‘Cabeza Roja’ que le daban sus culatas de color rojo.
Con el Testarossa, Pininfarina creó una línea espectacular, así que para el 512 TR solamente pulió algunos detalles, dejando las señas de identidad intactas, como son las entradas de aire laterales, los pilotos tras la rejilla o su anchura de casi dos metros, pero perfiló otras zonas que mejoraron mucho la imagen. Así, el frontal es completamente nuevo, con esquinas más suaves y faros secundarios más redondeados, al igual que la entrada de aire central. Los bajos de plástico negro pasaron a adoptar el mismo color de la carrocería y las llantas eran mucho más modernas y de 18 pulgadas.
El habitáculo era una de las partes peor valoradas del coche, ya que su diseño no era especialmente imaginativo ni tenía una calidad especialmente elevada, así que también se revisó. El volante era nuevo, los asientos más envolventes y cómodos y el salpicadero cambió sus formas y ganó en calidad, sobre todo de terminación.
La mecánica, un 12 cilindros en V a 180 grados (falso boxer) colocado en posición trasera central también fue revisada. Paso a cubicar 5 litros y la potencia se elevó a 428 CV, mientras que el par curiosamente bajaba a 488 Nm (antes 490 Nm). Esta mejora en las cifras se consiguió cambiando más cosas de las que uno se puede imaginar: la admisión pasó a estar rediseñada, los pistones eran nuevos, la gestión electrónica se otorgó a Bosch, se elevó la relación de compresión hasta los 10,1:1, las válvulas de admisión eran más grandes y el escape se revisó y rediseñó casi entero entre otras muchas cosas.
Así, el Ferrari 512 TR anunciaba un 0 a 100 en 4,8 segundos y una velocidad punta de 314 km/h, frente a los 290 del Testarossa. Se fabricaron un total de 2.280 unidades del 512 TR y actualmente se cotizan sobre los 200.000 euros.