Siempre se ha dicho que el Dodge Viper usaba el motor de un camión, más bien de un vehículo de transporte pesado, pero la realidad era bien diferente aunque el origen, efectivamente, era un bloque usado en vehículos industriales. Es algo que no le quita carisma a la Víbora, más bien le otorga un aura especial, es un deportivo con un motor de camión que batió muchos récords y dejó una huella en los aficionados que no se olvidará tan fácilmente.
El Dodge Viper (Chrysler Viper en algunos mercados) comenzó su andadura en 1988, cuando Bob Lutz, director del Grupo Chrysler por aquellos años y Tom Gale, el jefe del departamento de diseño, se propusieron dar vida a un deportivo que recuperase el espíritu del Shelby Cobra. Básicamente, querían hacer un biplaza de poca tara en báscula, animado por un enorme V8. Una mezcla entre el típico deportivo británico, pequeño y ligero, y un muscle car yankee, con potencia bruta procedente de un motor con mucho desplazamiento.
El Dodge Viper se presentó como concept car en el Salón de Detroit, resultando un auténtico éxito
Con motivo del Salón del Automóvil de Detroit celebrado en 1989, se mostró al público un prototipo que daba forma a su idea, era el Dodge Viper Concept, cuyo aspecto era espectacular, con un enorme capó y una cintura muy cerca del suelo, que transportaba la idea del “low & long” típico de los “cruiser” americanos al mundo de los deportivos. Una silueta larga y baja que se veía potenciada por el parabrisas muy corto y un arco trasero que delimitaban perfectamente el habitáculo.
El concept car fue un auténtico éxito y el Grupo Chrysler se puso manos a la obra para ponerlo en producción. Lo mejor de todo es que apenas tocaron nada del diseño, llegando a la calle con el mismo aspecto de “coche bruto” que lucía el concept que se presentó en Detroit. El proyecto empezó en marzo de 1989 y contaba con 85 ingenieros que se centrarían en exclusiva en la nueva bestia neoyorquina.
Cuando se comenzó con el desarrollo, los ingenieros hicieron uso de un bloque V8 que sí, procedía de vehículos industriales y sirvió para poner a punto el chasis, pero cuando llegó a producción, poco quedaba de este motor. Por aquel entonces, Chrysler era propietaria de Lamborghini, a quien le encargaron evolucionar el motor, fabricado en fundición. Los italianos acabaron creando un V10 de aluminio (pesaba cerca de 300 kilos) capaz de entregar 405 CV a 4.600 rpm, casi como si fuera un motor diésel. El propulsor estaba muy modificado y apenas tenía relación con el motor original. No obstante, bendita locura la de esta gente, que usaron un motor de vehículos pesados como base para un deportivo.
En febrero de 1990 ya estaba listo el primer prototipo rodante con el nuevo V10 de aluminio, el cual se había montado en un nuevo chasis tubular vestido con paneles de fibra de carbono. Al año siguiente, en 1991, una unidad preserie hizo de “Pacecar” o coche de seguridad en las 500 millas de Indianapolis, pilotado por el mismísimo Carroll Shelby y en 1992 llegó a los concesionarios.
Cuando el hipotético cliente llegaba al concesionario y se fijaba en la bestia que tenía delante, muy seguramente quedaría sorprendido y no sólo por su espectacular imagen. Cuando el Dodge Viper comenzó a venderse en 1992, era casi como un coche de competición, con unas puertas que no tenían cerraduras y que para abrirlas obligaban a retirar las ventanillas, que eran de vinilo y estaban “cerradas” con cremalleras. De esta forma, se podía acceder al tirador interno. Los únicos lujos eran una tapicería de piel y un radiocasette. El aire acondicionado no estuvo disponible hasta 1994.