Javi Martín | 25 febrero, 2021
Clásicos


Este mismo año 2021 el Pegaso Z-102, el deportivo fabricado en España capaz de medirse e incluso superar en alguna ocasión a lo más granado del automovilismo mundial, cumple 70 años. Tres décadas de una historia de pasión y de innovación, una historia de ingenio y de algo que puso a España en lo más alto de la industria del automóvil, pero que tuvo un final un tanto turbio y siniestro. 70 años de un coche que todavía emociona a los aficionados de la automoción españoles y que se ha convertido en un objeto de culto.

No obstante, aunque los Pegaso Z-102 podrían haber sido el preludio de una saga de automóviles espectaculares, en realidad tenían fecha de caducidad desde el mismo día que se comenzaron a proyectar. El propio Wifredo Ricart, artífice de tan mítico coche, lo confirmó en una entrevista en el año 1972.

 

El Pegaso Z-102 fue un automóvil adelantado a tiempo

 

“El coche Pegaso nunca fue visto como una proposición comercial. Tenía que llegar a serlo, pero la construcción del coche fue una solución para hacer menos costosa una escuela de mecánica fina de cara a una maestranza que, por aquellos años, estaba un poco acostumbrada a la chapuza. Yo tenía que formar mecánicos. El camión Pegaso tenía que ser construido muy bien, para que, a base de calidad, tuviese un mercado. Se trabajaba en el Z-102 como si fuera un laboratorio; era una escuela a fondo perdido, en la que nada era montado si no se había llevado un máximo de calidad, aunque hubiera que repetir piezas en muchas ocasiones”

Wifredo llegó a España desde Alfa Romeo, donde había tenido bastante libertad para crear todo aquello que se imaginara y su forma de trabajar siguió siendo la misma con los Pegaso Z-102. Sólo valía lo mejor, para formar a los mecánicos que darían vida a los camiones Pegaso que, por otro lado, pudieron motorizar a los transportistas de España durante décadas. De algo sirvió la creación de estos deportivos míticos y que actualmente, alcanzan cifras espectaculares en las subastas.

Una de las cosas más llamativas y que se suele obviar cuando se habla de los Pegaso Z-102, es la destrucción masiva de material una vez Ricart estuvo fuera de la compañía. Moldes, llantas, volantes, bloques de cilindros, estampados de chapa… se intentó borrar cualquier rastro de los coches creados por Wifredo en una España que, seamos sinceros, tampoco se podía permitir una empresa que fabricará vehículos tan exclusivos y caros.

Los Pegaso Z-102 fueron automóviles adelantados a su tiempo. La primera vez que aparecieron estos deportivos fue el 20 de septiembre de 1951, concretamente cinco unidades entre prototipos y preserie. Un mes después, el Pegaso Z-102 viajó a París ganándose una crítica excepcional. No en balde, Wifredo había proyectado coches realmente innovadores para aquellos años.

Basta con mencionar que los Pegaso Z-102 hacían gala de un reparto de pesos casi al 50% sobre cada eje, pues explotaban casi antes que nadie la disposición transaxle de la caja de cambios (motor y embrague delante, caja de cambios con diferencial de deslizamiento limitado detrás). Además, el motor, un V8 con diferentes configuraciones, tenía cámaras de combustión hemisféricas y doble árbol de levas en culata, que además eran intercambiables (admisión y escape y viceversa, pues usaba levas simétricas). Esto permitía regímenes de hasta 8.000 revoluciones, una cifra muy respetable por aquellos años.

Pero no terminaban aquí los detalles técnicos. El bloque, las culatas y el cárter se fabricaban con aleación ligera (aluminio gamma). La lubricación era por cárter seco con dos bombas, una de presión y otra de recuperación, mientras que la distribución era un engranaje que tenía como destino principal las competiciones de máximo nivel.

Y eso hablando sólo del motor, podríamos seguir hablando del chasis (a medio camino entre un bastidor independiente y un monocasco), de las suspensiones e incluso de los frenos, porque se dice que Wifredo ideó unos frenos de disco antes de que los usara Jaguar en los C-Type, pero que fueron descartados tras ser probados en el “Cangrejo”, un prototipo que fue desguazado tras diferentes pruebas.

Sirve este texto como homenaje a una historia que siempre será recordada como una odisea, un fantástico proyecto en un país que ni quería ni necesitaba algo así.

 

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