El Porsche 911 es, hoy día, intocable. Porsche está condenada, por así decirlo, a mantener vivo el modelo y su configuración, la cual, parece haber perdido en este coche todos sus inconvenientes. Es evidente que los ingenieros de Porsche saben algo que nosotros no. El caso es que no siempre ha sido así, el Porsche 911 no siempre fue un coche sagrado e intocable, al menos dentro de la compañía pues hubo un momento, en el cual, se llegó a crear un coche que tenía como objetivo reemplazar al 911 en el mercado.
Corría los años 70 y al mando de la compañía estaba Ernst Fuhrmann, quien no veía con buenos ojos que el único sustento de Porsche fuera el 911. De hecho tenía razón y ya vimos el resultado a finales de los 90, cuando solamente tenían en catálogo dos coches y, para salvar la empresa, tuvo que ponerse en circulación un SUV. Pero esto es harina de otro costal, así que de regreso a los años 70, nos encontramos con Fuhrmann queriendo diversificar la gama de Porsche, destacando entre los objetivos, el lanzar un coche que fuera el reemplazo del 911 en lo más alto del catálogo y, a ser posible, de forma espiritual.
El Porsche 928 estuvo en el mercado desde 1977 hasta 1995, casi dos décadas, durante las cuales, sufrió varios cambios y evoluciones
Es decir, el señor Ernst Fuhrmann quería un modelo moderno, rápido y potente, que sirviera como buque insignia y permitiera cimentar la firma en base a ello. Quería que el Porsche 911 no tuviera tanto peso en la gama, porque su configuración tan arcaica y los motores refrigerados por aire tenían sus limitaciones que, tarde o temprano, llegarían. Obviamente, no pensaba en la evolución que tendría la electrónica, el diseño computerizado, el desarrollo de materiales y muy seguramente, el pacto con el diablo que hicieron en Porsche para que un coche con una configuración antediluviana sea tan condenadamente rápido.
Se estaba fraguando la llegada de un coche que resultó ser una auténtica ruptura, aunque la historia y los puristas, no le han hecho ningún bien. Sobre todo los últimos, pues si por ellos fuera, Porsche sólo tendría a la venta versiones del 911 refrigerado por aire. De hecho, a Fuhrmann se le acusó de intentar acabar con el Porsche 911, aunque en realidad no había intención de quitar el modelo de la gama, más bien, restarle protagonismo. Además, fue Fuhrmann el responsable de lanzar el Porsche 911 Carrera 2.7 RS y el Porsche 930 Turbo.
Motor delantero y, además, V8
Los trabajos de desarrollo del Porsche 928, comenzaron en 1971. Por entonces, Fuhrmann era responsable técnico y no presidente, puesto que ocupó entre 1972 y 1980. Fue un desarrollo llevado en un completo secreto, algo que por entonces todavía era posible, ya que la expansión de Internet y el acceso al mismo se esté donde se esté, es un gran escollo a la hora de guardar secretos. Sobre todo si eres una empresa del peso de Porsche.
Para mantener ese secreto, desde Porsche se pusieron en circulación algunas de las unidades de pruebas más variopintas, empleando carrocerías de otros fabricantes como un Audi 100, un Opel Admiral e incluso un Mercedes SL350. ¿Qué podría pensar alguien al ver salir un coche de esos de las instalaciones de Porsche? Actualmente, si vieran salir un Audi A6 camuflado (el Audi 100 pasó a ser Audi A6 a mediados de los 90) de las instalaciones de Porsche, activaría la rumorología sobre, posiblemente, un sedán del segmento E que ocupara el hueco que hay bajo el Panamera. Y a nadie le extrañaría, todo lo contrario que por aquellos años.
Esos prototipos recorrieron medio mundo, hicieron muchos más kilómetros de los que se hacen ahora pues la simulación por ordenador ahorra mucho trabajo en carretera. Había 12 o 13 prototipos recorriendo los lugares más inhóspitos del planeta, con temperaturas y condiciones de circulación extremas. Por supuesto, también rodaron en su centro de desarrollo de Weissach, de donde salió el famoso “eje Weissach”, un eje trasero direccional pasivo (por así decirlo, corregía la deformación geométrica que sufría la suspensión al dejar de acelerar en curva). El trabajo fue intenso y muy cuidadoso, había que crear un automóvil excepcional ya que contaría con una configuración y unos datos técnicos inéditos en la marca.
Cuando el Porsche 928 llegara a producción, sería uno de los primeros Porsche de producción con motor delantero y sería un ocho cilindros refrigerado por líquido, descartando la tan añorada refrigeración por aire y dando la espalda al boxer de seis cilindros. Concretamente, tendría un bloque V8 a 90 grados con 4,5 litros, inyección Bosch K Jetronic, 240 CV y 350 Nm de par. Suficientes para superar los 100 km/h desde parado en 6,8 segundos y para flirtear con los 230 km/h de velocidad máxima. Sí, son cifras que hoy las supera un compacto, pero estamos en la década de los 70, no eran moco de pavo precisamente.
El motor fue una de las partes del coche que más dudas tuvo a su alrededor. Se estaba viviendo la crisis del petróleo, los fabricantes comenzaron a darse cuenta que había que ofrecer motores con buenas prestaciones, pero también con bajos consumos y entre otras cosas, se llegó a pensar en un propulsor de 3,3 litros para el 928. Junto a ese pequeño motor, había una locura salida de la mente de Ferdinand Pïech (nieto de Ferdinand Porsche y sobrino de Ferry Porsche), quien llegó a plantear un bloque V10.
Un diseño rompedor que no deja a nadie indiferente
Si la osadía de montar un motor delantero refrigerado por líquido (después del Porsche 924, todo sea dicho) no era suficiente, había que añadir el diseño. Obra de Wolfgang Möbius Ç(supervisado por Anatole Lapin), el Porsche 924 presenta una de las siluetas con más personalidad de aquellos años. De hecho, su personalidad es tan marcada, que hoy día es un coche de culto, un automóvil que cuenta con cientos de miles de seguidores en todo el mundo y que ha quedado para posteridad como uno de los coches más sorprendentes de la industria. O te encanta o lo odias, no hay medias tintas.
Este diseño, además de personalidad, también tenía un coeficiente aerodinámico sobresaliente y una practicidad nunca vista en un coche como este, gracias a su portón trasero y a sus cuatro plazas, usables todas ellas aunque no sin algo de apreturas en las traseras (que por cierto, tenían sus propios parasoles). Tampoco pasó desapercibido las formas de las puertas, sus paragolpes integrados en la carrocería o el uso de aluminio para determinados elementos, tales como puertas, aletas delanteras y el techo. Un material que se combinaba con acero galvanizado, poliuretano y plástico.
Una de las curiosidades de su habitáculo era que la instrumentación se movía con el volante, que contaba con regulación, cuando se cambiaba la altura del mismo, un detalle que casi ningún coche emplea actualmente.
Diferentes mejoras y evoluciones, aderezadas con el premio al Coche del Año en Europa
El Porsche 928 estuvo en el mercado desde 1977 hasta 1995, casi dos décadas, durante las cuales, sufrió varios cambios y evoluciones. Primero llegó el Porsche 928 S, con la potencia subida hasta los 300 CV y el par hasta los 385 Nm de par. El siguiente cambió que sufrió fue la llegada de la inyección Bosch LH-Jetronic, permitiendo una reducción de consumos y un nuevo aumento de potencia hasta los 310 CV y de par hasta los 400 Nm. En 1987 llegó el turno del Porsche 928 S4, equipado con un nuevo V8 5.0 con 320 CV y un restyling estético y tecnológico.
La evolución del coche siguió su curso, apareciendo el Porsche 928 Clubsport, el 928 GT y el 928 GTS entre 1988, 1989 y 1992. La potencia llegó a los 350 CV y la velocidad punta hasta los 275 km/h. Y mientras todo esto ocurría, el Porsche 928 fue nombrado “Coche del Año en Europa” en 1978, convirtiéndose en el primer Porsche en recibir tal galardón y, hasta el momento, en el único deportivo premiado como “Coche del Año en Europa”.
Se fabricaron un total de 61.056 unidades en 18 años de producción. Cuando la última unidad salió de la línea de montaje en 1995, dejó a la marca con un solo modelo en catálogo, el Porsche 911. Luego, es cierto, llegó el Boxster, que ayudó en parte a salir del atolladero y, más adelante, hizo lo propio el Cayenne, que fue la bomba y la gallina de los huevos de oro.
¿Y si Porsche recuperara el genial 928?
Actualmente, la gama de Porsche no es, ni por asomo, igual a la que tenía cuando salió el 928 al mercado. Hoy, Porsche es una de las marcas más rentables del mundo y sí, eso se lo debe, en parte, a los Cayenne y Macan, a los SUV. El caso es que gracias a esos SUV, hoy los fanáticos del 911 tiene un brutal GT2 RS de más de 700 CV y un sensacional GT3, para que los más puristas puedan disfrutar de la quintaesencia del “todo atrás” alemán.
Pero, ¿y si aprovechando la situación volvieran a reeditar el 928 o un coche similar? No es algo que se esté barajando en la marca, ni por asomo, pero hueco para un Gran Turismo como el Porsche 928 hay en la gama y es algo que ha visto el diseñador brasileño Guilherme Knop, que además afirma que es un enamorado del GT alemán tras verlo en la película Risky Business conducido por Tom Cruise.
Como amante del modelo que es, ha creado una posible versión actual que, todo sea dicho, cuadra muy bien con la gama que Porsche tiene hoy día a la venta. Ha sabido combinar las líneas del 928 con el lenguaje de diseño moderno de Porsche, ofreciendo un resultado más que satisfactorio. Incluso afirma que se ha basado en modelos actuales, pensando primero en el Panamera, pero optando mejor por el 911 de 2015, la generación 991, porque la distancia entre ejes cuadraba mejor con el concepto de coche.
La imágenes que puedes ver aquí, son obra de un amigo de Knop, su compatriota Joao Schendle, quien ha plasmado las ideas de Knop en unos renders muy acertados y bien realizados. Lástima que sólo sea una recreación digital por unos diseñadores externos a Porsche.
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