AMG, tres letras que hoy día representan lo más bestia y deportivo de la gama de Mercedes, aunque actualmente se denomina Mercedes-AMG. Un cambio, en el fondo, sin importancia, pues su objetivo es el mismo: crear versiones lo más deportivas posibles de los modelos de la firma alemana. En los últimos años están siendo presa de algunas críticas, pues los dirigentes anunciaron que muchos de sus modelos, más allá de la Clase A, montarán propulsores de cuatro cilindros. Un hecho que tampoco debería ser un problema serio, pues ahí está familia adornada con el número 45 de la Clase A, con un brutal motor 2.0 turbo de cuatro cilindros con más de 400 CV.
El caso es que AMG, en sus inicios, era una empresa de tuning, una compañía especializada en crear piezas de alto rendimiento para los modelos de Mercedes, fundada por dos ex empleados de la propia marca, un hecho que para muchos ha terminado en el olvido pero que deja claro que ya, desde el comienzo, AMG era algo especial. Mítico es el conocido como “Red Pig”, el “cerdo rojo”, un Mercedes 300 SEL de los años 70, que fue capaz de ganar las 24 Horas de Spa-Francorchamps en su categoría y lograr el segundo lugar de la general. Quizá no te diga nada ese logro, pero el 300 SEL no era precisamente un coche rápido, era un sedán de representación desarrollado para ser muy cómodo y lujoso.
Fue aquel coche el que hizo famosas las tres letras, pero solo fue una de tantas, porque AMG era mucho mejor que la propia Mercedes en competición. Incluso se permitían el lujo de lanzar al mercado innovaciones y desarrollos sobre los que Mercedes todavía estaba trabajando. Que la marca acabara absorbiendo a la empresa era cuestión de tiempo, cosa que ocurrió en 1999, es decir, hay realmente poco tiempo. El primer Mercedes AMG “auténtico”, realizado por las dos marcas en colaboración, fue el C36 AMG de 1993.
No obstante, hay muchos coches antes del primer Clase C que recibieron las atenciones de la gente de AMG, destacando especialmente el Mercedes 300E 6.0 AMG, un coche con el que el especialista en tuning hizo algo más que demostrar sus habilidades. El 300E 6.0 AMG fue uno de los últimos coches salidos de los talleres de AMG, antes de la firma del acuerdo de colaboración entre ambas marcas.
Se presenta el Mercedes W124
En el Salón de Ginebra de 1987, Mercedes dio a conocer el famoso W124, el Mercedes Clase E, un coche sobre el que tiempo después, se llegó a reconocer que era un proyecto de “sobre ingeniería”, es decir, era demasiado bueno en todos los sentidos, más de lo necesario. Y el mejor ejemplo son la cantidad de unidades que todavía siguen circulando actualmente sin mayores problemas. Es, sin lugar a dudas, uno de los mejores automóviles que ha creado Mercedes y el último de los coches desarrollados sin tener en cuenta los gastos. Algo que nunca más se volverá a ver.
AMG, en sus inicios, era una empresa de tuning, una compañía especializada en crear piezas de alto rendimiento para los modelos de Mercedes
La nueva Clase E era un coche señorial, cómodo y lujoso, pero no era un coche rápido. La versión más potente tenía un bloque de seis cilindros y tres litros con 188 CV. La firma alemana no pretendía hacer ningún coche prestacional, sino uno que fuera fiable, cómodo y cargado de avances técnicos que lo colocaran entre los mejores de su segmento. Con el tiempo, Mercedes acabó por lanzar al mercado el deseado Mercedes 500E, un automóvil que fue desarrollado en colaboración con Porsche (quienes también lo fabricaron), pero hasta ese momento, no había nada realmente rápido.
Fue AMG quien se dedicó, como venía haciendo anteriormente, a darle algo más de “contundencia”. La primera acción que llevaron a cabo sobre el W124 fue aumentar la cilindrada del motor y a realizar algunas modificaciones adicionales, hasta llegar a un bloque de 3.4 litros con algo más de 270 CV. Ya estamos hablando de una cifra más que respetable, pero apareció un coche que les llevó a ir un poco más allá: el BMW M5 E28. El lanzamiento de este modelo cambió el panorama mundial de los sedanes de forma notable, ya que se trataba de un coche con un marcado talante deportivo y un motor de nada menos que 286 CV. Había que hacer algo para competir contra él.
Primero aparece el Mercedes 300E AMG 5.6
El Mercedes Clase E lanzado en el 87 recibió poco después una versión coupé, un coche verdaderamente atemporal que incluso hoy, todavía sigue siendo un objeto de deseo. Sin embargo, como el sedán, el coupé no era un coche deportivo, era más bien un Gran Turismo de mucha calidad y muy confortable. Pero en AMG vieron mucho potencial en ese coche, así que tomaron un Mercedes 300E y se pusieron manos a la obra.
Lo primero que hicieron, sin muchos remilgos, fue sacar el seis cilindros en línea del capó y buscar un motor que ofreciera lo que ellos estaban buscando. Lo encontraron en el vano motor del Mercedes Clase S, un V8 5.0. Un motor que, como tantos otros de Mercedes, no era muy potente, pero era robusto y muy fiable. Por aquellos años, la firma alemana buscaba ofrecer lo mejor de lo mejor y por eso, ciertas cosas como apretar los motores en exceso no era algo a lo que se recurriera. Cuando más prestaciones extraes de un motor, más estrés soporta y más fácil resulta que aparezcan averías y problemas.
El primer prototipo de su nueva creación recibió un motor V8 5.0 M117, que equipaba unas culatas de 16 válvulas (32 válvulas en total) que había desarrollado Erhard Melcher (uno de los fundadores de AMG) dos años antes. Junto con algunas modificaciones adicionales, se logró alcanzar los 340 CV. Sin embargo, como cabe esperar, el motor V8 es más pesado que el motor de seis cilindros original, concretamente 55 kilos más pesado. Para mejorar el reparto de peso, que ahora se centraba principalmente en el eje delantero, se reforzó el chasis y se desplazó la batería al maletero.
Sin embargo, era el primer paso, porque más adelante, continuando con la evolución y el desarrollo, se pasó a montar el motor del 560 SE y 560 SEC, un V8 de 5.6 litros que, con los cambios adecuados, llegó a entregar 360 CV. En ese momento había nacido el Mercedes 300E 5.6 AMG, un coche que ya comenzó a dar mucho sobre lo que hablar y que, gracias a sus más de 350 CV, podía vender al BMW M5 E28 con relativa facilidad. De hecho, se convirtió en el sedán más rápido del mercado.
The Hammer
El caso es que AMG, viendo el potencial del Clase E, siguió trabajando para lograr algo todavía más rápido y potente. Así, por tanto, se tomó el V8 6.0 del Mercedes S600 y SL600 y se modificó, como venía siendo normal, logrando extraer 380 CV y 556 Nm de par. Era una auténtica bestia, que permitiría al Mercedes Clase E completar el 0 a 100 km/h en 5,3 segundos, pudiendo llegar a los 300 km/h. No había nada similar en el mercado en aquellos años.
Para la ocasión, decidieron vestir a su nueva criatura con un traje adecuado. Se desarrolló un kit de carrocería con aletas más anchas, nuevos paragolpes, taloneras, un spoiler en la tapa del maletero y unas llantas de 17 pulgadas. No era simple imagen, también era un kit de carrocería funcional, que además le daba un aspecto tremendamente llamativo. Bajo esta apariencia, se montaron nuevas suspensiones capaces de gestionar toda la potencia, se montó un diferencial de deslizamiento limitado y unos neumáticos semi slick Michelin MXX, unas gomas desarrolladas específicamente.
Todo el kit de AMG estaba disponible tanto para el coupé como para el sedán y fue la creación que convirtió a AMG en un fabricante, dejando de ser considerado un especialista en tuning. También sirvió para que Mercedes se diera cuenta que era mejor tener a AMG en la empresa, que como un especialista externo y abrió la puerta para el acuerdo de colaboración que se firmó en 1990, cuyo primer proyecto fue el Mercedes C36 AMG.
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