En el Gran Premio de Long Beach de 1982, Ferrari presentó su 126 C2 con un particular alerón trasero con una disposición doble de aspecto extraño para eludir el límite reglamentario, o más bien, para enviar un mensaje a la FIA.
La Fórmula 1 siempre se ha caracterizado por la batalla entre los equipos por encontrar el rendimiento óptimo en cada coche, y eso muchas veces implica correr los límites tanto como puedan. Revisar cada coma en el reglamento técnico en busca de cualquier laguna o zona gris se ha vuelto una tarea muy importante, que puede marcar la diferencia entre la derrota y la victoria.
A principios de los 80, la categoría reina atravesaba la recordada era del efecto suelo y los primeros motores turbo, con coches que alcanzaban velocidades muy superiores a las de temporadas anteriores. Por otro lado, se vivía una tensa situación entre los dos organismos más importantes: la Asociación de Constructores liderada por Bernie Ecclestone y la Federación Internacional con Jean-Marie Balestre como presidente.
En este contexto, la Fórmula 1 llegaba a la tercera cita de la temporada 1982, en Long Beach, Estados Unidos. Fue allí, en una pista de alta exigencia aerodinámica, que Ferrari montó en su 126C2 un alerón trasero modificado, o más bien dos alerones traseros.
Cuando las autoridades se acercaron pidiendo explicaciones, el equipo mostró que el reglamento técnico nunca especificaba cuántos alerones traseros podía tener un coche de Fórmula 1 ni la ubicación sino solamente el ancho máximo de un alerón trasero (110 cm) y que no debía excederse por fuera del chasis. De esta manera, Ferrari creó dos alas traseras separadas y colocadas una a la par de la otra, aunque una de ellas un poco delante. En esencia, se trataba de un alerón igual de ancho que todo el chasis, el doble de lo que, en teoría, decía el reglamento.
Entonces, uno pensaría que esto se trataba de una obra de ingenio y astucia por parte de Harvey Posthelwaite, Mauro Forghieri y el resto de ingenieros de Ferrari, que buscaban un mejor rendimiento en la carrera. Pero, más bien, se trató de una maniobra o una provocación para poner en evidencia la falta de rigor en el reglamento técnico. La escudería italiana, que jugaba del bando de la entidad oficial, quiso demostrar lo ridículos que serían los coches si no se aplicaban reglamentos más precisos y detallados, en un momento en que equipos como Williams y Brabham, aliados de Ecclestone, utilizaban frenos enfriados por agua haciendo uso de lagunas en las normas.
Dejando de lado la parte política del asunto, la carrera vio algunas batallas intensas, como la de Niki Lauda con Andrea de Cesaris por el liderato o, más importante en esta historia, la de Gilles Villeneuve con Keke Rosberg. La carrera se inició con Andrea de Cesaris en la pole y Gilles Villeneuve séptimo, como el mejor Ferrari. En las primeras vueltas hubo varias bajas por accidentes, entre ellas la del otro piloto de Ferrari, Didier Pironi. En la vuelta 18, comenzó la intensa batalla entre Villeneuve y Rosberg (Williams) por el cuarto lugar, con cambios constantes de posiciones hasta que el canadiense cometió un error y perdió varios segundos. Los abandonos de De Cesaris y John Watson permitieron a Rosberg y Villeneuve avanzar al podio, detrás de Lauda.
Finalmente, Villeneuve cruzó tercero la bandera a cuadros con aquel Ferrari 126 C2 de doble alerón trasero. Pero lo que habría sido su primer podio de la temporada terminó en una descalificación. Uno de los equipos de la Asociación de Constructores, Tyrrell, realizó una denuncia por ilegalidades en el coche del canadiense, y fue aceptada por las autoridades.
Si bien el reglamento no especificaba el número de alerones, se consideró que el doble alerón de Ferrari era ilegal porque no respetaba la filosofía del reglamento. La escudería no apeló porque su juego ya había terminado, y con el resultado deseado: hacer que uno de los equipos de la Asociación de Constructores se opusiera a una zona gris del reglamento, similar a la de los frenos enfriados por agua de Brabham y Williams.
Los conflictos en la Fórmula 1 continuaron después de Long Beach. Precisamente en San Marino, la siguiente carrera, la Asociación de Constructores llamó a un boicot y solamente 14 pilotos participaron en la prueba.
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