Cualquier coche actual, sin importar su procedencia, tiene todos los mandos estandarizados, es decir, todos los coches se manejan igual: volante para dirigir el vehículo, pedales para su control de movimiento y siempre colocados en la misma posición, unas palancas para la gestión de luces e indicadores, la radio va colocada en el centro del salpicadero… todos, sin importar la marca, son iguales.
Sin embargo, en los albores del automóvil era un auténtico caos, cada marca tenía sus propias ideas, los mandos cambiaban de un coche a otro, obligando a aprender a conducir con cada modelo que había en el mercado. Podía cambiar desde el mando de dirección, que podía ser un volante o una palanca, hasta la posición de los pedales, la función de los mismos o el freno, que bien se accionaba con una palanca o con un pedal. Era de locos y resultaba bastante complicado aprender a conducir. Suerte, porque tenemos mucha suerte, que se estandarizó todo y las marcas llegaron a la conclusión que el sistema actual es el adecuado.
Eso no quiere decir que no se investigue en nuevas posibilidades, como el volante de Tesla, que no merece ser llamado volante, o bien la conducción con un solo pedal que están instaurando los coches eléctricos. Soluciones para hacer la conducción más sencilla, pero manteniendo lo básico intacto: pedal derecho para acelerar, pedal central para frenar, volante para dirigir el coche, espejos laterales… y es algo que seguramente desaparezca algún día con los coches autónomos, quedando los actuales como rarezas que solo los mayores fanáticos del automóvil y los coleccionistas sabrán como conducir.
A pesar de haberse establecido una configuración general en cuanto a mandos y manejo en los vehículos, Mercedes experimentó con una solución, e incluso hoy, con la evolución tecnológica que hemos tenido y el dominio de la electrónica que demuestran todos los fabricantes, para un tanto alocada. Nos referimos al Mercedes F200 Imagination, un prototipo presentado a mediados de los años 90, que destacaba por prescindir de volante y pedales, centrando el manejo del vehículo en joysticks colocados en el centro del habitáculo y en las puertas. Y no era un prototipo “de salón”, no era una simple maqueta, era un vehículo totalmente funcional que sorprendió a propios y extraño, manteniendo su exotismo y su innovación incluso a día de hoy.
La presencia de los joysticks para su control era una de sus innovaciones más llamativas y por la que, actualmente, es todavía recordado, pero escondía muchas más cosas que sí acabaron en los modelos de producción. Este coche, el Mercedes F200 Imagination, incorporaba un sistema que evitaba el balanceo de la carrocería, faros adaptativos, freno de estacionamiento eléctrico, techo de cristal que se podía oscurecer y un salpicadero lleno de pantallas, en un claro adelanto de lo que estaría por llegar con los años. Pero no acaba ahí la cosa, porque también montaba manos libres para realizar llamadas telefónicas en un momento en el que los teléfonos móviles estaban muy lejos de ser lo que tenemos actualmente (ni siquiera existía el Bluetooth), contaba con un sistema de control por voz y hasta suspensión neumática adaptativa. ¡¡Incluso tenía airbags de cabeza y retrovisores laterales mediante cámaras!!
Al parecer, Mercedes llegó a vender un ejemplar a un cliente, aunque no contaba con muchas de las cosas que sí montaba el prototipo (no contaba con el salpicadero lleno de pantallas, por ejemplo), pero si mantenía el control mediante joystick. El precio nunca se hizo público, pero se dice que rondaba los 10 millones de dólares (en 1996…).
Las formas que se usaron para el prototipo, representando un elegante coupé de muy alta gama, se emplearon para el desarrollo del Mercedes Clase S presentado en 1998 (el W220), un coche que rompió todos los moldes incluso en la marca, con una línea menos cargada y pesada que de costumbre y con un despliegue tecnológico y una calidad de fabricación nunca vistos hasta el momento.
Bajo el capó, por si fuera poco todo el despliegue de saber y capacidades tecnológicas, el Mercedes F200 Imagination tenía un V12 6.0 con 394 CV y 570 Nm de par. Un motor muy apropiado (ironía modo On) para un coche que requería de mucha práctica para conducirse con soltura.
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