A veces, las cosas no salen bien a la primera o bien, se necesitan varios intentos para lograr eso que se busca, que se necesita. Así ocurrió con los primeros Porsche de motor delantero, que no se acertó con el planteamiento ni con el resultado y hubo que rectificar. Pero no se acertó porque fuera un mal producto, sino porque se menospreció las capacidades de dicho producto. Por supuesto, si hablamos de Porsche, hablamos de coches deportivos y si nos referimos a los primeros coches con motor delantero de la marca, nos referimos al Porsche 924.
El Porsche 924 fue un desarrollo conjunto entre el Grupo Volkswagen y Porsche –ambas marcas siempre han tenido un fuerte lazo, no en balde, ambas fueron creadas por la misma familia–, el cual, no tuvo una buena acogida precisamente por ser un desarrollo conjunto y porque su motor, un dos litros de origen Audi, no ofrecía unas prestaciones dignas de la marca. Al menos así lo afirmaban los seguidores de Porsche, aunque también es justo mencionar que, por aquellos años, los puristas eran demasiado radicales y todo lo que no fuera un 911 con el motor colgado por detrás del eje trasero y refrigerado por aire, no merecía llamarse Porsche. Habría que hablar con dichos fanáticos para conocer su opinión de los actuales modelos, aunque seguro que alguno tiene un Cayenne o un Macan en el garaje.
Pero vamos a lo importante, el 924. La poca repercusión que tuvo este modelo, obligó a la marca a trabajar en otra opción más prestacional, más del gusto de los más acérrimos seguidores de la firma alemana, tanto por prestaciones como por diseño, pues el Porsche 924 era un poco anodino. No obstante, no se partió de cero, sino del mismo 924, al cual se le añadió una gama de motores más potentes y una serie de cambios en su diseño que lo hicieron más musculoso, más atractivo y deportivo. El resultado fue el Porsche 944, uno de los coches que ayudaron a Porsche a no acabar sumida en la bancarrota.
No se puede vivir siempre de un mismo producto, ni se puede mantener ese producto sin apenas variaciones por muy bien que se venda y por muy críticos que sean los seguidores. Se hace necesaria una evolución, un avance constante que mantenga el producto al día, incluso al Porsche 911. Y en esas se encontraba la firma cuando se puso a trabajar en el 924, el modelo que estaba destinado a ocupar el lugar del Porsche 914, coche que, por cierto, también fue un desarrollo conjunto con Volkswagen y nunca contó con motores especialmente potentes.
Como hemos comentado, el 924 no tuvo la acogida esperada y obligó a Porsche a salir al paso con un nuevo producto que se presentó en 1982. El Porsche 944 se colocaba justo entre los mencionados 924 y 911, y se convirtió en un auténtico éxito, al pulir, por así decirlo, los pequeños “defectos” del 924. Para empezar, el motor, un cuatro cilindros de 2,4 litros, era un desarrollo propio de la firma alemana y solo con eso, los puristas lo vieron como un “auténtico Porsche”, aunque curiosamente se fabricó en las instalaciones de Audi, en Neckarsulm.
Estéticamente no se podía negar las semejanzas con el 924, pero el Porsche 944 se veía más potente, más deportivo; lucía un diseño que, ciertamente, ha soportado el paso de tiempo de forma muy solvente y todavía conserva su atractivo. Lo que no ofrece la misma consideración son sus motores, que hoy día no resultan tan potentes como en su momento. El bloque de 2,5 litros tenía una potencia inicial de 163 CV, aunque en 1986, solo anunciaba 150 CV al verse obligado a montar catalizador. Para 1988 este motor se adaptó para usar gasolina sin plomo y se pudo aumentar la potencia en 10 CV, hasta lograr 160 CV. En 1989 se volvió a subir la caballería hasta los 165 CV, al aumentar el cubicaje del motor hasta los 2,7 litros.
No era el Porsche más potente, pero las revistas de la época alabaron su comportamiento, de hecho, se llegó a considerar uno de los mejores deportivos de carretera, gracias a su equilibrado reparto de pesos y a su ligereza. Sin embargo, por muy bueno que fuera su comportamiento, seguía sin ofrecer unas prestaciones elevadas, así que los ingenieros de Porsche tuvieron que trabajar en diferentes versiones más potentes.
Así, en 1987 apareció el Porsche 944 S, el cual, destacaba por ser el primero de todos los 944 en montar una culata multiválvulas, con la que se logró aumentar la potencia hasta los 190 CV. En 1989 se puso en circulación el Porsche 944 S2, que supuso dejar de fabricar el 944 S. Este ya era otro cantar y bajo el capó delantero había un tres litros multiválvulas, que permitía presumir de 211 CV, demás, este se podía solicitar con la carrocería descapotable.
El Porsche 944 no tardó en convertirse en el modelo de la marca más vendido, dado que se posicionó como el modelo más lógico, pero también el más barato de la marca. No obstante, su éxito no significó que la marca se conformara con lo que había, de hecho, antes de que los 944 S y 944 S2 llegarán al mercado, se había lanzado el Porsche 944 Turbo en 1985, quizá, una de las versiones más deseadas actualmente. El 944 Turbo, como ocurría con el 911 Turbo, recibía, obviamente, un motor sobrealimentado, pero también, toda una serie de modificaciones que lo volvieron una de las opciones más prestacionales de su categoría.
Para empezar, la carrocería contaba con algunos añadidos de nuevo diseño, con los que se buscaba ofrecer una aerodinámica más eficiente y eficaz, como un difusor bajo el paragolpes trasero. El motor, por su parte, basado en el 2,5 litros, rendía 220 CV gracias a la inclusión de un turbocompresor, potencia que llegó a los 250 CV con la puesta en escena del Porsche 944 Turbo S en 1988. Este motor pasó a ser el único disponible en 1989, mientras que en 1990 se añadió un spoiler trasero en forma de arco. Destacar también la existencia del Porsche 944 Turbo Cup, una versión con la que se corría en la Copa Porsche y que contó con su pertinente versión de calle en edición limitada de 1.000 unidades –1.600 si se incluyen los destinados al mercado estadounidense–, cuyo la ficha técnica ya indicaba unos nada despreciables 300 CV.
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