Lexus, Luxuri EXport United State, podríamos traducirlo como “Exportación de lujo para Estados Unidos”. Así nació la división de alta gama de Toyota, con Estados Unidos en el punto de mira y con modelos diseñados con el mercado norteamericano, tal y como demostró el primer Lexus LS400. Desde entonces, la firma nipona ha evolucionado hasta convertirse en el abanderado de la hibridación entre los de su clase. Fueron los primeros en dar la espalda al diésel y apostar por la hibridación y han apostado por un tipo de lujo muy particular, donde la suavidad y el refinamiento es la máxima prioridad, además, claro está, de una calidad general de ejecución soberbia.
Es cierto que se han quedado un poco atrás en cuanto a electrificación y el trío germano les ha tomado la delantera con sus coches eléctricos, pero jamás podrán presumir de tener en su historial un coche tan espectacular y tan especial como el Lexus LFA. Ni siquiera Audi con el R8 o Mercedes con coches como el Mercedes SLS AMG pueden, realmente, presumir de ser algo tan especial como el LFA. El japonés tenía algo que los demás no podían poseer y no nos referimos al diseño, sino a una historia muy pasional y a un motor V10 de sonido abrumador.
La historia del Lexus LFA comienza en 2010, cuando un equipo de ingenieros se ven en la tesitura de enfrentarse a uno de los mayores desafíos de ingeniería a los que se habían enfrentado hasta el momento. Necesitaron 10 años de trabajo, aunque la vida del LFA empezó como empiezan las historias de las mejores creaciones, en secreto. De hecho, el deportivo nipón guarda muchos secretos, como el coste total de proyecto, aunque algunos de ellos se desvelaron hace tiempo. Por ejemplo, el detonante para dar comienzo al desarrollo del coche fue el circuito de pruebas que Toyota construyó en Hokkaido, en Japón. Aquel circuito de pruebas “copiaba” diferentes secciones y tipos de asfaltos de los circuitos más famosos y complicados del mundo, con un resultado espectacular, el cual, hizo saltar la chispa en la imparable mente de unos ingenieros apasionados de su profesión, entre los que destacaba la presencia de Haruhiko Tanahashi, responsable del desarrollo del Toyota Celica GT-Four ST165.
Tanahashi, tras rodas en varias ocasiones en la pista de Shibetsu, comentó con sus compañeros que serían unas instalaciones ideales para desarrollar un superdeportivo, una idea que como la típica frase española, que acaba con alguien haciendo algo de lo que se arrepentirá en el futuro, caló rápidamente entre los presentes. Caló tanto, que no se tardó mucho en tener los primeros esbozos de como podría ser ese superdeportivo. Cuando se tenía la idea lista y bien definida, se presentó el proyecto a los que mandan, a los que tienen que dar luz verde al torrente de dinero necesario para llevar a cabo el desarrollo de un nuevo automóvil, y efectivamente, fue rechazado. Es más, tuvo negativa en diferentes ocasiones, básicamente, por el enorme gasto que hacía falta para hacer realidad el coche. Sirva de ejemplo que nada de lo que da forma al Lexus LFA ha sido tomado del banco de órganos de la compañía. Todo fue realizado ex profeso.
El trabajo a escondidas continuó durante un tiempo, mientras se sumaban ingenieros al proyecto, como Hiromu Naruse, jefe de pruebas e ingeniero jefe de pruebas de Toyota Motor Corporation. Fue Naruse quién acabó por definir como sería el coche y quien colocó el motor en posición central delantera, entre otras cosas. Y lo mejor de todo es que todo esto se hizo a espaldas de la directiva, que por entonces, solo tenía ojos para los híbridos y para la fiabilidad, dos cosas que han convertido a Toyota en uno de los referentes mundiales, pero que también la desterraron completamente al segmento de los fabricantes aburridos. No obstante, el punto culminante llegó con la aparición de Akio Toyoda, el que ha sido CEO de la compañía hasta enero de 2023 y el culpable, entre otras cosas, del resurgimiento del Toyota Supra y del nacimiento del Toyota GR Yaris –también fue artífice del Toyota Yaris GRMN–.
Toyoda, tras conocer el proyecto, presentó una duda que resultó clave: ¿Dónde encaja un coche así en la gama de Toyota? Ah, ¿no lo hemos dicho? El deportivo que se gestaba a escondidas estaba destinado a lucir el logotipo de Toyota, es decir, iba a ser un Toyota superdeportivo, nunca se pensó en Lexus hasta que Toyoda, con su mente privilegiada para los negocios, se dio cuenta de que el coche nunca llegaría a convertirse en realidad bajo el sello de Toyota y que su lugar ideal, sería bajo el paraguas de Lexus.
No se llegó a contar como lograron convencer a los directivos, pues el proyecto fue rechazado varias veces, incluso por la gente de Investigación y Desarrollo por la grandísima inversión necesaria. Sin embargo, como todos sabéis, el proyecto acabó por hacerse realidad, pero con una condición indiscutible: solo se fabricarían 500 unidades.
Hoy día, el Lexus LFA es un objeto de deseo, un coche irrepetible, con un corazón V10 desarrollado junto a Yamaha. Sin embargo, la pasión que desprende la gestación del LFA tiene en su haber un triste suceso. Durante el desarrollo del coche, Hiromi Naruse falleció en un accidente de camino al circuito a los mandos de un LFA. A modo de homenaje se creó la versión “Nürburgring Edition”, una variante más radical y con una puesta a punto realizada en el mítico trazado alemán, del que solo se fabricaron 50 unidades.
Recibe cada semana una selección de nuestros mejores artículos suscribiéndote a nuestra newsletter.